REFLEXIONES DE LAS IX JORNADAS DE LA ENFERMEDAD ALCOHOLICA

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alaclibres
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REFLEXIONES DE LAS IX JORNADAS DE LA ENFERMEDAD ALCOHOLICA

Mensaje por alaclibres »

Como mujer de un enfermo alcohólico y concienciada con esta enfermedad y con todo lo que la envuelve, vivo las terapias, las jornadas y los congresos de un modo muy intenso.
Para mí, estas “IX Jornadas de la Enfermedad Alcohólica” ha superado lo que esperaba de ellas, por que cada vez me hace pensar más. En la terapia convivencia que se realiza el primer día, cada testimonio es único, cada enfermo alcohólico se presenta como un nazareno a cara descubierta mostrando su cruz, contando su calvario y manifestando con ilusión lo que ha conseguido hasta ese momento, nunca se habla de un futuro, siempre de un pasado y un presente, de lo que hay que conseguir día a día, ese caminito tan corto y tan largo para algunos, pero en definitiva tan importante por que es el triunfo sobre su enfermedad, es, el que cada vez pese menos y sea más ligera esa cruz, se pueda llevar cogiéndola con una sola mano y con la otra ir abrazando cada vez más fuerte y abarcar a toda la familia que ha quedado desperdigada por ese camino que ha sido la vida del enfermo.
Los sentimientos surgen a flor de piel, unos y otros se sienten reflejados en el que habla, se sienten comprendidos, apoyados, emocionados, sobre todo brota la confianza en el futuro, una fraternal simpatía reina en el ambiente.
Siempre con la mente y el corazón abierto descubro en cada conferencia nuevas ideas de cómo afecta la enfermedad en el alcohólico y en la familia, sobre todo en la conferencia que dio nuestra psicóloga Ana Mª López. Somos en definitiva lo que hemos vivido en nuestra niñez, copiamos lo que hemos visto de nuestros padres, en mi caso particular nunca relacioné que mi menosprecio a las personas que bebían fuera como consecuencia de que mi padre bebiera, amaba a mi padre con locura pero me avergonzaba verlo borracho por que se convertía en una persona muy diferente y me producía una taquicardia enorme cada vez que lo veía de ese modo, como a la espera de una posible discusión con mi madre si lo contrariaba con cualquier palabra.
Siempre he disculpado en cierto modo ese comportamiento de él, los tiempos eran otros, los menos pudientes eran ante la falta del suficiente dinero y de la numerosa familia los que más bebían, esa era la costumbre en esa sociedad de la posguerra y de la dictadura, donde la falta de cultura, de información, de libertad de mente no facilitaba otro comportamiento.
Éramos 6 hijos, 5 hembras y el más pequeño 1 varón, las mujeres ninguna bebemos, hemos seguido el ejemplo de mi madre y el varón ha seguido el ejemplo de mi padre. Yo me considero la más parecida a mi madre y he sacado de ella el comportamiento ante un marido bebedor: de sumisa, temerosa, ocultando lo que sucedía ante la familia, mostrando el enfado, obsesionada por que dejara de beber, pendiente de todos y de todo y abandono de si misma.
Ojala mi madre hubiera conocido una Asociación como la que conozco yo, hubiera tenido el consuelo de conocer a quien le ayudara, escuchar testimonios tan semejantes a los de ella, sentirse aliviada de no estar sola y de saber que no era la única. Ojala mi padre hubiera sabido que lo suyo era una enfermedad y que podía salir de ella, en memoria de ellos que no están ya a mi lado, seguiré en esta lucha, para junto con mi marido que ahora es un rehabilitado alcohólico, seguir ganándole esta batalla al alcohol.


Mª Carmen
Luismi