Ya son cuatro años sin alcohol

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Gonzalosevilla
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Ya son cuatro años sin alcohol

Mensaje por Gonzalosevilla »

Cuatro años. Cuatro años libre, sin tener que depender del alcohol para vivir, sin tener que engañar a nadie ni a mí mismo, pudiendo decidir y hacer por mí mismo, sin necesidad del puñetero alcohol... Feliz.

Si echo la vista atrás, hace un poco más de cuatro años, esta era mi historia:

Levantarme. Pensar en cómo iba ese día a sacar un rato para poder beber sin tener que dar explicaciones a nadie. Buscar las excusas necesarias, o las oportunidades para hacerlo. Llevar a los niños al colegio, y a la vuelta pararme para empezar a tomar cervezas. No poder tomar el primer sorbo por temblarme el brazo. Agarrarme el brazo derecho con el izquierdo para poder acercarme el vaso a la boca. Ya. Los temblores desaparecen con la primera cerveza. Darle inútiles y estúpidas explicaciones al camarero diciéndole que llevaba despierto desde las 6 de la mañana, y que ya, para mí, era la hora de la cerveza. Como si a él le importara. Comprar prensa para no parecer un bebedor solitario, sino alguien que bebe mientras lee el periódico. Echar a las tragaperras para que pareciera que estaba haciendo algo, y no sólo beber. Hacer tiempo hasta que mi círculo diario de "amigos de barra" fueran llegando a un bar, sobre las 12. Llegar allí, como si acabara de salir de casa. No dejar que nadie se pidiera un refresco. Pedir cervezas para todos. Necesitaba esconderme entre la gente, y ya que no podía ser como ellos, trataba que ellos fueran como yo. Convencer a alguien para que me siguiera. Invitar. Inventar excusa para no tener que comer en casa. Una vez conseguido, buscar al camello de turno para conseguir coca y poder seguir bebiendo. Beber. Beber. Beber. Llegar a casa a las 8, tratando que no se me notara nada. Creer que lo había conseguido. Montar una bronca por una nimiedad. Desear acostarme. Dormir. Pensar en cómo iba a poder beber al día siguiente.

Y eso, a diario, si podía. Y lo importante y triste no era la cantidad ingerida, que ya era mucha, sino la necesidad que sentía de beber. Sin alcohol, no encontraba sentido a mi vida. Con alcohol, por supuesto, tampoco, pero al menos perdía el contacto con la realidad. realmente, lo que perdía no era el contacto con la realidad, sino la vida misma. A cada sorbo, a cada vaso. A chorros. Llevaba más de 30 años bebiendo sin ser consciente de que tenía un problema. Sin querer serlo. Quizás a ratos lo veía claro, pero enseguida me lo ocultaba a mí mismo con alguna excusa, algún problema o preocupación que requiriera de la bebida, o buscando algo que celebrar, o lo que nunca fallaba: refugiándome en un grupo de bebedores para sentir que lo que hacía era normal, porque todos ellos lo hacían.

No me entraba en la cabeza dejar de beber. ¿Dejar a mi mejor amiga? ¿Dejar a quien me hacía compañía a diario y me hacía dejar de ver la cruda realidad de la vida? No me imaginaba siquiera poder pasar un día sin beber, salvo algún día aislado de depresión por el exceso del día anterior. Pero gracias a Dios, todo cambió. Hace ya cuatro años.

Todo cambió, porque mi mujer se plantó, cansada de que estuviera tirando mi vida por la borda, y que arrastrara también a ella y mis hijos. Luchó durante meses, queriendo hacerme ver la realidad de la que yo trataba de escapar. Hasta que un día, bendito día, me vi sentado delante de un médico. Por callarle la boca. Por tratar de salir de la consulta habiendo convencido al médico de que yo no tenía problemas con la bebida, y que eran imaginaciones de mi mujer. Por lo que fuera, pero allí estaba, mintiendo sobre mi consumo de nuevo. ¿Yo? Yo bebía lo normal, dos o tres cervezas al día, como todo el mundo... Y lo peor es que me lo creía. Y por supuesto, mi costumbre de tomar dos o tres cervezas no me afectaba en ningún plano ni laboral, ni social, ni sentimental, salvo las ocasionales broncas con mi mujer, fruto más de su condición femenina que de otra cosa... Pero la realidad es que mi consumo iba bastante más allá. Ni eran dos o tres, que eran más de 20 cervezas al día, ni por supuesto mi vida no se veía afectada por el alcohol.

Ese médico me abrió los ojos. Me habló de enfermedad. Hasta ese momento yo no sabía que era un enfermo. Y reconocer mi problema hubiera sido reconocer un vicio. Pero ¿una enfermedad? ¿De verdad que soy simplemente un enfermo? Alivio. Mucho alivio. De repente vi que podía reconocerme a mi mismo mi problema sin tener que pensar que era un desdichado. Y lo hice. Traté de dejar de beber sin continuar con la ayuda del médico ni del centro que dirigía. Yo podía hacerlo. Y así estuve un mes. Y cumplido mi objetivo, pensé que si podía estar un mes sin beber, significaba que podía controlar mi enfermedad a mi antojo. Y que podría beber 12 veces al año, que eso no le haría mal a nadie. No pasaron más que diez días y ya estaba de nuevo consumiendo. Y más que antes. Y lo volví a intentar, pero sólo pasaron 4 ó 5 días esta vez. Decidí acudir al centro, y comenzar con terapia de grupo.

Allí vi gente como yo. Clavaditos. No en su fachada, pero sí en sus cimientos. Gente que tenía el mismo problema (enfermedad) que yo y que sufría los mismos efectos que yo, en sus casas, en el trabajo, etc. Y aprendí que mi enfermedad precisamente radicaba en no poder controlar el consumo, que era inútil hacer los intentos que había tratado de hacer por mi cuenta. Fui aprendiendo, con el paso de los días y de los meses. Veía ejemplos de personas que llevaban años sin consumir. Yo, que creía que no podía dejar de beber un día, de repente llevaba ya una semana sin beber. Y dos. Y tres. Y un mes. Y dos... Aprendía mucho de todos. Aprendí sobre todo la clave de todo esto: NUESTRA ENFERMEDAD CONSISTE EN QUE NO PODEMOS CONTROLAR EL BEBER, PERO NUESTRA SOLUCIÓN CONSISTE EN QUE PODEMOS CONTROLAR EL NO BEBER.

Y ya han pasado cuatro años. Cumplido el primer año me dieron el alta terapéutica. Pero he continuado asistiendo como voluntario a las reuniones de grupo durante estos tres años desde el alta. Y no un día en semana, sino dos, y en ocasiones tres. Y acudo a otro centro ocasionalmente al que me invitan para dirigir el grupo. Y soy feliz. Tengo los mismos problemas que cualquier hijo de vecino. Pero ahora soy persona para afrontarlos. Y eso me hace feliz. No soy ningún pelele en brazos de la bebida o la cocaína. Soy un hombre. Digno, libre, realista. Poco a poco voy recuperando las capacidades que mi consumo me había ido quitando: memoria, sentimientos, capacidad de disfrutar de lo más sencillo, ganas de vivir, etc.

Lo tengo claro. Las diferencia entre aquel Gonzalo de hace cuatro años y el de hoy son incontables, increíbles. Pero entre ambos Gonzalo, a pesar de las diferencias, la distancia es de un sólo trago. El primer trago y automáticamente habré vuelto a ser ese Gonzalo del primer párrafo. Ese es el quid de nuestra enfermedad. No podemos controlar el beber, pero sí podemos controlar el no beber.

Quiero animar con este texto a todos los que, como yo creía, piensan que es imposible que pase un día sin beber. A todos los que creen que no tienen un problema con la bebida, aunque en lo más íntimo de su corazón lo intuyen y no quieren reconocérselo. A todos los que están cansados de su vida, pero no saben cómo salir a flote. Se puede. Claro que se puede. Yo no soy mejor que nadie. Yo no soy ejemplo para nadie, salvo para mí mismo. Pero eso me vale. No me comparo con nadie, sino que he aprendido a compararme con quien era hace cuatro años. Y soy mejor que ese Gonzalo. Sin duda.

Un fuerte abrazo a todos.
Cada gota que no bebas, una lágrima que no llorarás.
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adicto_76
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Re: Ya son cuatro años sin alcohol

Mensaje por adicto_76 »

¡¡¡Muchas Felicidades Gonzalo!!!

Gracias por compartir tu historia. Ayuda, y mucho.

Otro relato tuyo que me voy a guardar para leerlo en mis momentos de debilidad.

Un abrazo grande,

Iñaki.
Nunca bebo cuando estoy sobrio...
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Pedro1234
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Re: Ya son cuatro años sin alcohol

Mensaje por Pedro1234 »

Enhorabuena Gonzalo!
YO SIGO ADELANTE, SIGUE CONMIGO.
Gonzalosevilla
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Ubicación: Sevilla

Re: Ya son cuatro años sin alcohol

Mensaje por Gonzalosevilla »

Gracias, Iñaki y Pedro. A seguir sumando, y a disfrutar del camino. Aquí no hay meta, hay que vivir plenamente cada día!!! Un abrazo.
Cada gota que no bebas, una lágrima que no llorarás.
aturdido
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Registrado: 24 Dic 2014 17:41

Re: Ya son cuatro años sin alcohol

Mensaje por aturdido »

Enhorabuena, Gonzalo, un testimonio que estremece a la par que ilusiona, y muy bien escrito, por cierto.

Un abrazo.