Introducción

El objetivo de la investigación científica es la publicación del trabajo realizado. La única manera de verificar los nuevos conocimientos científicos es poner en conocimiento de la comunidad a través de su publicación, para comprobar si los resultados mostrados son reproducibles o no. Un buen científico debe por tanto ser también un buen comunicador. Una mala redacción de un buen trabajo puede impedir su publicación. Por desgracia, los médicos y científicos en general suelen otorgar poca importancia a los aspectos de comunicación durante su formación.

La redacción científica

La comunicación científica, tal como hoy la conocemos, es un fenómeno relativamente nuevo. Las primeras revistas científicas datan del siglo XVII. En la actualidad se editan más de 70.000 revistas técnicas y científicas. Los primeros científicos escribían trabajos meramente descriptivos. Sin embargo, en el siglo XIX, se hizo necesario describir el método empleado. Es lo que hizo Pasteur, para convencer a los partidarios de la generación espontánea. De esta manera surge el formato IMRYD (Introducción, Métodos, Resultados y Discusión). Este formato responde a las preguntas básicas que el investigador debe contestar:

  • Introducción: ¿Qué problema se estudió?
  • Métodos: ¿Cómo se estudió dicho problema?
  • Resultados: ¿Cuáles fueron los resultados?
  • Discusión: ¿Qué significan dichos resultados?

La característica fundamental de un texto científico debe ser la claridad. Un trabajo científico resulta inútil si no es bien entendido por los lectores. Las palabras utilizadas deben ser sencillas, si es posible. El científico no busca lucirse con su redacción, ni pretende deslumbrar a nadie. Sin embargo, esta redacción debe ser correcta, y por ello todo investigador debe conocer bien el lenguaje. Para los autores españoles que pretendan publicar en revistas extranjeras, se presenta la barrera del inglés. Por ello, es aconsejable, si no se domina esta lengua, asesorarse con buenos traductores profesionales especializados.

El artículo científico

Un artículo científico es un informe escrito y publicado que presenta los resultados de una investigación. Para considerar un artículo científico como tal, debe ser difundido por una publicación válida. La definición de publicación válida, o publicación primaria, es compleja, pero, en general, incluye solamente revistas de cierto prestigio, que aparecen en índices internacionales (Index Medicus, etc..).

Existen otras formas de divulgar la información científica: comunicaciones a congresos, tesis doctorales, etc.., pero no poseen la validez ni la difusión de la revista científica. El artículo debe de proporcionar la suficiente información para que los lectores puedan evaluar las observaciones, y, en su caso, repetir el experimento. Debe de estar a disposición de la comunidad científica sin restricciones.

El artículo científico debe ser organizado siguiendo los requisitos de la publicación. La estructura clásica del artículo es: introducción, material y métodos, resultados y conclusiones. (Existen excepciones, como la presentación de casos clínicos extraordinarios, que no pueden ajustarse exactamente a este esquema). Un artículo científico no es una obra literaria. Esta estructura no es caprichosa, es la más simple y eficaz posible. El estilo debe ser conciso. Hay que pensar que, para mantenerse al día en cualquier rama de la ciencia, hay que leer gran cantidad de artículos. Por lo tanto, la grandilocuencia sobra.

Existen otros artículos, llamados de revisión, que no presentan datos originales, sino que recogen el estado actual de una cuestión determinada. Estos trabajos, cuando están bien hechos, pueden ser de utilidad, y han cobrado mayor importancia con la corriente actual de la medicina basada en la evidencia. Un tipo especial de artículo de revisión es el llamado meta-análisis. En este caso, si bien se utilizan datos de distintos autores, se realiza un nuevo análisis, logrando mayor poder estadístico.

Respecto a las comunicaciones a los congresos, es conveniente que, si los datos presentados corresponden a un trabajo original y de interés, sean publicados de nuevo en una revista, para asegurar su difusión.

El título

Es obvio que el título es lo primero que se lee de un trabajo. En realidad, sólo una pequeña fracción de las personas que leen el título seguirán con el resto del artículo. Un buen título debe definir el contenido del artículo con el menor número de palabras posible. La exactitud de las palabras es muy importante, para que un investigador que realice una búsqueda bibliográfica en índices automáticos, como Medline, pueda encontrar nuestro trabajo, o descartarlo si no le interesa.

Los títulos de los trabajos a veces son demasiado breves o generales, pero el error más frecuente es que sean títulos demasiado largos. Hay que evitar expresiones superfluas, del estilo de «estudio sobre», «observación acerca de», etc.

Los autores

Uno de los aspectos más delicados de preparar un artículo es decidir qué nombres deben ser incluidos como autores, y en que orden. Generalmente, está claro quién es el autor principal, que figura en primer lugar. El autor principal debe de ser el que asuma la responsabilidad intelectual principal del trabajo presentado. Sin embargo, no está tan claro el concepto de co-autoría. Muchas veces se incluye el nombre del jefe del servicio, departamento, o lo que sea, aunque no haya participado en el trabajo. En este caso, suele figurar en último lugar. Desde un punto de vista estricto, es una práctica incorrecta. Sin embargo, el mundo real es bastante más complejo, y una inclusión puede facilitar el trabajo de los autores reales. Dependerá de la situación. Algunos jefes insisten en que su nombre aparezca en todos los trabajos realizados en su servicio. Esta práctica puede ser abusiva, pero muchas veces el autor principal no está en situación de discutirla.

Existe una tendencia al aumento en el número de autores de los trabajos científicos. Existen razones lógicas para ello, ya que cada vez más, los trabajos de calidad exigen la colaboración de distintos investigadores. Sin embargo, no es correcto incluir cada colaboración, por pequeña que sea. Una posibilidad es reconocer la colaboración de algunas personas citándolas en el apartado de agradecimientos.

Existen otras razones que explican el aumento del número de autores. Tener una serie de publicaciones es importante para poder acceder a becas, proyectos de investigación, etc.. Es comprensible que un investigador joven tenga una necesidad imperiosa de publicar. Sin embargo, los investigadores consagrados podrían permitirse el lujo de publicar menos y mejor, y no siempre lo hacen.

Es conveniente abordar el tema de la autoría y del orden de los firmantes antes de comenzar el trabajo, para evitar suspicacias y enfrentamientos. Es posible que existan discrepancias importantes.

El resumen

El resumen debe ofrecer un sumario de todas las secciones del artículo. Permite al posible lector evaluar si el artículo le interesa o no. Debe mostrar los objetivos principales de la investigación, describir los métodos de forma breve, resumir los resultados y enunciar las conclusiones principales.

La importancia de un buen resumen es enorme. El abstract de un trabajo es fácilmente accesible a través de medios electrónicos. Ante la gran cantidad de artículos publicados, muchas veces no cabe otra opción que mantenerse al día leyendo resúmenes, y seleccionando solamente los trabajos que a priori nos interesen más.

El resumen debe ser escrito pensando en su autonomía, es decir, se debe poder entender bien sin recurrir al resto de la información del trabajo. No se deben utilizar abreviaturas poco conocidas.

Resumir bien no es sencillo. El error más común es incluir aspectos secundarios, y realizar resúmenes demasiado amplios. El resumen puede ser vital para que nuestro trabajo sea publicado, y leído posteriormente. No debemos pensar que su redacción es un trámite sin importancia.

La introducción

La finalidad de la introducción es suministrar suficientes antecedentes para que el lector pueda comprender y evaluar los resultados del estudio sin necesidad de consultar otras publicaciones. Además, debe presentar el fundamento del trabajo y su propósito (objetivos). La introducción debe servir también para definir términos y abreviaturas especializadas que no sean de uso común.

La sección de material y métodos

En este apartado se definen con detalle los métodos utilizados en el trabajo de investigación. La finalidad principal es permitir que otros investigadores puedan repetir la experiencia, y comprobar los resultados.

Con respecto a los materiales, hay que incluir las especificaciones técnicas, la procedencia del método, y en general, todos los detalles pertinentes. Se deben evitar los nombres comerciales. Cuando el método utilizado no es nuevo, se puede omitir la explicación, dando la referencia bibliográfica oportuna.

Cuando se trabaja con animales, o microorganismos, hay que caracterizarlos perfectamente. Cuando los sujetos de la investigación son pacientes, existen unas normas éticas. En ese caso, el estudio debe de ser aprobado por el órgano correspondiente (comisión de investigación clínica, por ejemplo).

Una buena redacción es importante en todo el artículo, pero en la sección de material y métodos, es clave. Robert A. Day, en su útil libro (ver referencia), pone el siguiente ejemplo de mala redacción:

«Habiendo terminado el estudio, las bacterias dejaron de tener interés». RA Day duda, con razón de que las bacterias terminaran el estudio, pero si lo hicieron, fueron bastante ingratas.

Resultados

El primer paso para escribir esta sección consiste en seleccionar que datos son realmente interesantes. Los resultados deben mostrarse de forma breve y clara. Si se utilizan expresiones estadísticas, éstas deben ser correctas. El defecto más frecuente suele ser la redundancia. Los datos deben mostrarse una sola vez, en texto, cuadros o gráficos.

Utilización de tablas

Las tablas son útiles cuando hay que presentar gran cantidad de datos. Si nuestro trabajo apenas aporta datos cuantitativos, no serán necesarias. En este caso, es mejor presentar los datos en el texto. Hay que seleccionar bien qué información merece realmente ser mostrada en un artículo. Y siempre hay que tener cuidado de no elaborar tablas con datos que ya han sido mostrados en el texto.

A veces es conveniente colocar notas explicativas debajo de un cuadro. Por ejemplo, en el caso de utilizar abreviaturas que no se hayan presentado antes, o para mostrar algún detalle metodológico que nos interese destacar (no hay que extenderse mucho, puesto que ya disponemos de una sección específica de material y métodos). La limitación del tamaño de los textos aconseja utilizar abreviaturas que no se utilizarían en el texto.

Es muy importante leer detenidamente las instrucciones a los autores de la revista a la que enviemos nuestro trabajo, puesto que uno de los aspectos más variables es el número de tablas que aceptan, así como su presentación.

Los gráficos y figuras

De nuevo aquí, antes de elaborar una figura o gráfico, nos hemos de cuestionar si la información que queremos presentar es realmente interesante. No debemos elaborar gráficos solamente para decorar nuestro trabajo. Si podemos presentar la misma información con pocas palabras en el texto, debemos hacerlo así.

La mayoría de las veces, la duda no se establece entre el texto y un gráfico, sino entre una tabla y un gráfico. Una tabla tiene la ventaja de mostrar mejor los valores numéricos exactos, mientras que un gráfico expresa mejor la tendencia de los datos.

Las gráficas hace no mucho tiempo se elaboraban en sucio, y después en papel milimetrado. Es un recuerdo tierno de nuestros años escolares, pero con los programas informáticos de gráficos y presentaciones, los resultados son mucho mejores. De todas formas, cuidado con los tamaños de letra, diseño de las lineas (puntos, rayas, etc..). Debemos comprobar que el resultado final es visible, en un tamaño similar al de la publicación final.

Si existen fotografías que acompañan a nuestro trabajo, y son esenciales, debemos seleccionar una revista que tenga gran calidad de impresión. Es interesante encuadrar la parte de la fotografía que más nos interese, para que se pueda ver más ampliada. Hay que orientar bien la fotografía, señalando al editor cual es su parte superior. También habrá que señalar, igual que con los cuadros, cual es la ubicación que preferimos dentro del trabajo. Las fotografías suelen ser en blanco y negro, salvo raras excepciones, en las que el color sea un dato fundamental.

Discusión

La discusión es, posiblemente, la parte más complicada de escribir de un artículo. Es posible que un buen trabajo sea rechazado porque el autor no sepa discutir los datos de forma correcta. En una discusión hay que procurar:

  • Exponer de nuevo algunos datos, los más importantes.
  • Indicar si los datos del trabajo concuerdan o no con la bibliografía anterior.
  • Exponer las consecuencias teóricas del trabajo y sus posibles aplicaciones prácticas.
  • Resumir las pruebas que respaldan cada conclusión.

En la discusión, se muestran las relaciones existentes entre los hechos observados. Conviene terminar subrayando la conclusión más importante, de forma que sea la que se retenga mejor por parte del lector.

Agradecimientos

Existe un refrán que afirma «de bien nacidos es ser agradecidos». La cortesía en la ciencia debe, o debería, ser tan importante como en el resto de aspectos de las relaciones humanas.

Es importante que quede constancia de nuestro agradecimiento a cualquier ayuda técnica importante en la elaboración del trabajo. De todas formas, conviene consultar nuestra intención con la persona en cuestión. Es posible que no le interese figurar de ninguna manera en un trabajo con el que no está de acuerdo, por ejemplo. Es una situación rara, pero podría ocurrir.

Las referencias bibliográficas

Deben citarse solo los trabajos más importantes. No tiene sentido aportar una lista exhaustiva con toda la bibliografía existente. Al contrario, si conocemos bien el tema, podemos seleccionar los trabajos de mayor interés. Esta selección ya es interesante por si misma para alguien que quiera profundizar en el tema.

El error más frecuente en esta sección es confundirse en algún dato de la cita. Este error es común, y es desesperante buscar una referencia que nos interesa y no encontrarla porque está mal citada claro que la razón más frecuente de no hallar el artículo deseado es que un amado colega ha tenido a bien arrancar la página que nos interesa. Además, existe una ley según la cual la probabilidad de que nuestra biblioteca haya dejado de recibir la revista en un año determinado aumenta en función de nuestro interés por el artículo.

Preparación del manuscrito

Sería un error imperdonable perder la ocasión de publicar un buen trabajo por una presentación incorrecta. Las revistas científicas son muy estrictas en cuanto a normas de presentación de los originales. En realidad, ya no tiene sentido hablar de «manuscrito», porque ya poca gente escribe a mano, y luego lo transcribe a máquina. Lo más aconsejable es comenzar directamente a escribir el primer borrador del trabajo con algún procesador de textos en el ordenador. Posteriormente iremos depurando el trabajo con versiones sucesivas, borrando el archivo de la versión antigua.

Hay que seguir al pie de la letra las instrucciones de la revista a la que enviemos nuestro original. Suelen exigir un documento mecanografíado (o impreso desde el ordenador), a doble espacio, por una sola cara, y con un tipo y tamaño de letra determinado. Existen además directrices en cuanto al tamaño del trabajo, orden de las secciones, etc.., que pueden variar de una revista a otra.

Es aconsejable comenzar cada sección en una página distinta. El título, nombre y dirección de los autores en la primera página, resumen en la segunda, y así sucesivamente. Las tablas y los gráficos o figuras se suelen disponer al final. Hay que mantener los márgenes exigidos, ya que sirven al revisor para apuntar comentarios sobre el trabajo.

Cuando disponemos de una versión que consideramos final, debemos revisarla concienzudamente, y, a ser posible, pedir a algún colega que haga lo mismo. En todo trabajo suele quedar un remanente de fallos, faltas gramaticales, etc., que se nos pueden escapar. Es interesante someternos a una revisión de alguien experto en el tema, que detecte errores conceptuales; a un colega de otra especialidad, para que nos indique las partes más oscuras; y a algún literato, maniático de la gramática, para que detecte los errores gramaticales y de sintaxis que tan frecuentes son en los trabajos científicos. No podemos confiar exclusivamente en el corrector gramatical de nuestro procesador de textos, aunque, desde luego, es bastante útil. Por otra parte, a veces es más fácil detectar un error sobre papel impreso que en la pantalla del ordenador.

Presentación del manuscrito a la revista

La primera decisión a tomar es a qué revista envíamos nuestro trabajo. Es una decisión importante, ya que dependiendo de la revista, las posibilidades de aceptación aumentan o disminuyen. Hemos de ser honrados con nosotros mismos, y decidir que grado de calidad y originalidad hemos alcanzado. Si es alto, lo intentaremos con la mejor revista de la especialidad. Sin embargo, la mayoría de las veces nuestro trabajo no es demasiado original. En tal caso, probaremos con una revista más secundaria, aunque, eso si, el trabajo debe ser de calidad. Si no es así, mejor ni lo intentamos.

Otra cuestión, ¿revista nacional o extranjera?. Existen varios aspectos a tener en cuenta. Si nuestro trabajo es realmente excepcional, y de aplicación internacional, lo enviaremos a una revista extranjera de gran difusión. Si nos lo aceptan, será un gran punto en nuestra carrera científica, y se lo podremos contar con orgullo a nuestros nietos. Sin embargo, muchas veces realizamos trabajos con interés meramente local o nacional, y, aunque sean buenos, deberemos escribir a una revista española.

Los índices de repercusión de un artículo suelen ser mayores si se publican en revistas extranjeras, y suelen contar más para el currículum vitae. Esto hay que tenerlo en cuenta, si estamos necesitados de puntos para lograr una beca, un proyecto de investigación, etc.. Esta mayor puntuación a veces es injusta, porque existen buenas investigaciones de ámbito nacional, que por fuerza han de ser publicadas en revistas españolas.

Si el artículo se envía finalmente a una revista extranjera, hemos de traducirlo cuidadosamente. Si no dominamos el inglés, debemos acudir a algún traductor especializado. Después de un arduo trabajo, no debemos arriesgar una aceptación por unas cuantas faltas de ortografía o redacción.

A la hora de decidir a que revista enviar el original, conviene contar con la experiencia de otros compañeros: ¿cuánto tardan en responder?. Si lo aceptan, ¿cuánto tardan en publicar?. ¿Qué distribución tiene la revista?. ¿Cuál es su factor de impacto?. ¿Cuenta mucho el «sesgo de autor» (publicar trabajos de autores conocidos)?.

Otro aspecto importante: el envio por correo. Es un tópico, pero el servicio postal ordinario no es muy bueno. Hemos de asegurarnos que nuestro original llegue pronto y en buenas condiciones. Quizás deberíamos recurrir a un servicio reconocido de mensajería, no son muy caros, y son más rápidos y seguros. Las revistas suelen escribir acusando recibo. Si no recibes esta carta en un plazo razonable, llama para asegurarte de que el manuscrito llegó.

Desde luego, en todas las normas de publicación lo leerás, y no lo olvides: nunca envíes un mismo trabajo a dos revistas al mismo tiempo. Envíalo a una, y si no es aceptado, y piensas que tu trabajo merece ser publicado, prueba con otra, y así sucesivamente, pero no al mismo tiempo.


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