Nueve de cada diez fumadores está convencido de que dejar de fumar depende de la voluntad, pero la mitad de los que lo intentan declaran que es lo más difícil que han intentado en su vida. La nicotina engancha mucho y por eso dejar de fumar requiere en muchos casos, mucha ayuda. Así lo indica la encuesta «Fumar: entender las percepciones, opiniones y reacciones de la población frente al tabaco» (SUPPORT, en sus siglas en inglés) realizada en 10 países del mundo, entre ellos España.

El tabaquismo es una enfermedad adictiva que en España mata a 1.000 personas a la semana. Está relacionado con más de 25 patologías y es el responsable del 30% de los cánceres, el 75% de las bronquitis crónicas y el 25% de las cardiopatías isquémicas. El tabaco contiene unas 4.500 sustancias tóxicas. Las más nocivas son los alquitranes, que dañan el núcleo de las células y ocasionan toda la patología tumoral; las sustancias oxidantes, que afectan a la pared de los bronquios y generan las enfermedades respiratorias; el monóxido de carbono, que altera la pared de las arterias y produce las dolencias cardiovasculares.

Y está, por último, la nicotina, que actúa sobre los centros nerviosos y produce la adicción: «En las membranas de las neuronas hay unos receptores para la acetilcolina, una sustancia que se encuentra en todo el cuerpo. Cuando la acetilcolina se deposita en sus receptores neuronales estimula el núcleo accumbens, situado en la zona central del cerebro, y se libera dopamina, un neurotransmisor que proporciona la sensación de placer. Al fumar, cuando la molécula de nicotina llega a la neurona, desplaza a la de la acetilcolina y se introduce en sus receptores, que ahora se convierten en receptores nicotínicos. Las neuronas abren entonces más receptores que ocupará la nicotina», explica Carlos Jiménez Ruiz, neumólogo y miembro del comité mundial de expertos para el tabaquismo.

El impacto del tabaquismo sobre la salud es tan alto que las autoridades sanitarias han comenzado a facilitar los tratamientos para dejar de fumar a determinados colectivos. A estas ayudas se suma ahora el primer fármaco sin nicotina. La Vareniclina, que se presentó en Madrid a mediados de febrero, es también el primero de una nueva clase de medicamentos llamados agonistas parciales selectivos del receptor nicotínico.

Todos estos calificativos están «justificados» por sus características y doble mecanismo de acción, pues se adhiere a los receptores nicotínicos estimulándolos (efecto agonista) y bloqueándolos (efecto antagonista). Esto se traduce en que, al tomar este medicamento, el fumador no tiene ansia por fumar ni síndrome de abstinencia. Y si fuma no siente placer.

«Una vez que el fumador toma la decisión de dejar el tabaco, lo más importante es que acuda al médico para que éste le aconseje el tratamiento o el método más idóneo para su caso», apunta Jiménez Ruiz, que también es jefe de la unidad especializada de tabaquismo de la Comunidad de Madrid.

Éstos son los métodos y ayudas disponibles.

– Chicles. Hay varios tipos en función del tiempo de aplicación, contenido total de nicotina y nicotina absorbida. El tratamiento dura entre 8 y 12 semanas. El fumador obtiene alivio de los síntomas entre los cinco y los diez minutos después de la masticación, pero requiere un periodo de aprendizaje, ya que si no se mastican adecuadamente pierden su eficacia. Esta terapia multiplica por 1,64 veces las posibilidades de tener éxito de dejar de fumar.

– Parches. Existen dos tipos, unos que liberan nicotina durante 24 horas y otros durante 16. El tratamiento dura ocho semanas. Es de fácil cumplimiento y tiene escasos efectos secundarios. Entre ellos, picor o eritemas en la zona donde se colocan. No dan buen resultado en fumadores con alto grado de dependencia.

– Pastillas de nicotina. Se ingieren de una a dos pastillas cada hora mientras el paciente está despierto durante un periodo de entre seis y ocho semanas. Tiene escasos efectos secundarios.

– Bupropión. Primera medicación no nicotínica eficaz en el tratamiento del tabaquismo. El tratamiento dura de siete a nueve semanas a dosis de 300 miligramos diarios. Interacciona con algunos medicamentos y está contraindicado en fumadores que sufren algunas patologías. Escaso riesgo de complicaciones graves. Puede producir insomnio, cefaleas y en algunos casos crisis de ansiedad. Dobla las posibilidades de dejar de fumar.

– Vareniclina. El tratamiento dura 12 semanas. En la primera, el paciente puede fumar si lo desea. Los tres primeros días sólo se toma una pastilla por la mañana que contiene 0,5 miligramos de esta sustancia y los cuatro días siguientes, dos. En la segunda semana ya no puede fumar. El primer día (8º del tratamiento) y durante las 11 semanas siguientes se toman dos pastillas de un miligramo. El principal efecto secundario son las náuseas, que aparecen en el 30% de los casos y desaparecen sin tratamiento a los pocos días en la mayoría de los fumadores. Triplica las posibilidades de dejar de fumar frente a los pacientes que no siguen ningún tratamiento o toman placebo y multiplica estas posibilidades por 1,6 veces si se compara con bupropión.

Planes en cada comunidad

– Comunidad de Madrid. El Gobierno autónomo financiará este año tratamientos de deshabituación tabáquica en grupos seleccionados según criterios médicos acordados con cinco sociedades científicas. Incluyen a fumadores con enfermedades asociadas al consumo de tabaco (cáncer de pulmón) o dolencias que se agravan al fumar (asma bronquial) y fumadores con alta dependencia o alguna patología psiquiátrica. Mantiene además el programa iniciado en 2005 para disminuir el tabaquismo en profesiones ejemplares, como sanitarios, educadores o empleados públicos. «La iniciativa costará alrededor de un millón de euros y beneficiará a los fumadores que reúnan los requisitos y estén incluidos en los programas de deshabituación tabáquica de los 36 centros que forman la red de consultas de tabaquismo», explica Ángel Guirao, coordinador del plan de prevención y control del tabaquismo de la Comunidad de Madrid.- La Rioja. Desde enero de este año financia las terapias de los fumadores que se incluyan en el protocolo de deshabituación. Han de ser mayores de 18 años, fumar como mínimo entre 10 y 15 cigarrillos diarios y no presentar contraindicaciones médicas. A esta medida se destinarán 300.000 euros.- Navarra. Es la única comunidad que ha elaborado una ley sobre el tabaco (febrero 2003), un decreto de las condiciones de acceso a los tratamientos (junio 2003) y realiza inspecciones sanitarias desde hace tres años. Financia desde julio de 2003 las terapias farmacológicas a todos los fumadores que no han podido dejar el tabaco con la fuerza de voluntad y el consejo médico. En 2005 recibieron apoyo intensivo 9.752 fumadores y 1.382 ex fumadores y se financiaron terapias por un valor de 622.331 euros.- Cataluña. Desde 2002, Cataluña facilita los tratamientos a los fumadores de profesiones consideradas modélicas y en 2005 se extendió a los pacientes ingresados en los hospitales de la Red sin Humo que sufren algún problema de salud grave relacionado con el tabaco. Este año ha ampliado a las gestantes y a fundadores incluidos en el programa Salud y Barrios que se aplica en las zonas de nivel socieconómico más bajo y más altas tasas de tabaquismo. La dotación para estos grupos se sitúa en torno a los 600.000 euros. «En la financiación, damos prioridad a los grupos necesitados o motivados en los que el acceso a los tratamientos supone un incentivo para dejar de fumar», apunta Antoni Plasencia, director general de Salud Pública.- Andalucía. El Plan Integral de Tabaquismo (2005-2010) se ha centrado hasta ahora en la formación de los profesionales sanitarios y la información a los ciudadanos. En dicho Plan, al que se han destinado tanto en 2006 como en 2007 tres millones de euros, se da prioridad a los adolescentes y a colectivos que son referentes sociales. Se han creado 22 unidades de apoyo y hoy se ofrece consejo básico en casi 1.500 centros de atención primaria, se desarrollan programas personalizados y grupales en 189 centros sanitarios y hay 19 unidades de deshabituación en hospitales.

Reducir hasta dejarlo

Siempre que se pueda se recomienda a los fumadores que quieren dejar el tabaco que dejen de fumar totalmente, porque mantener el hábito supone mantener las condiciones alteradas que la nicotina ha provocado en el cerebro. El sistema cerebral de recompensa se ha habituado a la presencia de la nicotina y mientras persista el contacto con ella, tenderá a demandarla en las cantidades en que acostumbraba a tenerla. Por eso los fumadores que recaen en el hábito no sólo recuperan rápidamente la cantidad de tabaco que ya fumaban, sino que incluso la superan.Se considera, por otra parte, que reducir poco a poco el tabaco puede suponer una forma de tortura, porque el fumador tiene que ejercer una fuerte voluntad para reducir unos pocos cigarrillos mientras persiste la demanda de nicotina por parte de su organismo.Sin embargo, para algunos fumadores, dejar de fumar totalmente supone una barrera infranqueable. Para ellos puede ser útil el método «Reducir hasta dejarlo» (RHD), que se refuerza con él. Es un método para dejar el tabaco de forma progresiva. Consiste en sustituir poco a poco los cigarrillos por chicles de nicotina y cuando ya no se fuma ni un solo cigarrillo, reducir los chicles paulatinamente. Se realiza durante un periodo de cuatro meses.Una encuesta realizada a 803 fumadores españoles dirigida por Karl O. Fagerström, experto internacional de la Unidad de Tabaquismo de Helsingborg, Suecia, y Carlos Jiménez Ruiz indica que sólo el 27% de los fumadores quiere dejar el tabaco. El restante 73% no quiere, de modo que si lo hace, es sin convencimiento. De los que quieren dejarlo el 48% dice que prefiere hacerlo de manera progresiva y de los que no quieren, el 16% reduciría el número de cigarrillos. «Con este método se consigue que muchos fumadores que no se habían planteado dejar de fumar, lo hacen», concluye Jiménez.