El consumo de psicoestimulantes y drogas en general durante los fines de semana y en el contexto de los espacios conocidos como «Fiesta» por parte de jóvenes y adolescentes supone en la actualidad un problema de salud pública. En este sentido, una nueva industria química clandestina sintetiza sistemáticamente drogas de abuso con fines muy diversos: sedantes, estimulantes, alucinógenos, etc., y contribuye de esta manera a la consolidación de un nuevo patrón cultural de uso de drogas: el policonsumo.

El «speed» es una de las sustancias cuyo consumo más rápidamente se ha extendido entre jóvenes y adolescentes.

Esta metanfetamina es la droga de síntesis más consumida después del «éxtasis» (MDMA). La droga se produce con facilidad en laboratorios clandestinos con ingredientes relativamente baratos que se pueden conseguir sin receta médica. Estos factores contribuyen a que el «speed» se haya convertido en una droga con un alto potencial de abuso masivo. El «speed» es un estimulante del sistema nervioso central (SNC) y se presenta en forma de polvo blanco, cristalino, sin olor y con sabor amargo que se disuelve fácilmente en agua o en combinados alcohólicos.

La mentanfetamina se desarrolló a raíz de la anfetamina y fue usada originalmente en descongestionantes nasales e inhaladores bronquiales. Algunos usuarios tienden a confundir el «speed» con cocaína de «baja pureza».

Esto sucede por la experimentación, en ocasiones, de efectos similares y porque ambas drogas generan un uso compulsivo en el momento del consumo. En el caso de la metanfetamina, la tolerancia es muy rápida y se genera en pocos minutos después de su administración, lo que produce una desaparición de los efectos placenteros antes de que la concentración de la droga en sangre baje significativamente.

Los usuarios, con el objetivo de mantener la sensación de euforia por más tiempo, usan la droga de manera repetida, con lo que se consolidan los comportamientos de uso compulsivo.

El resultado del uso de la metanfetamina, como la cocaína, es la acumulación de dopamina, y esta concentración excesiva del neurotransmisor es la que, aparentemente, produce la estimulación y la sensación de euforia que experimenta el usuario.

En contraste con la cocaína, la cual se elimina con rapidez y es casi metabolizada por completo en el organismo, la metanfetamina tiene una duración de acción mucho más larga. El resultado final es que la presencia de la metanfetamina en el cerebro dura más, lo cual finalmente conduce a la prolongación de los efectos estimulantes de la droga.