El ictus, también conocido en Aragón como apoplejía, parálisis, trombosis o derrame cerebral, embolia, accidente cerebrovascular o sus siglas ACV, ya no se da solo en personas mayores, sino que comienza a diagnosticarse también en personas jóvenes debido a la utilización de drogas, denominadas de diseño, y cocaína. Así lo aseguró el neurólogo Carlos Tejero, de la Unidad del Ictus del hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza, quien reconoció que estos episodios han aumentado entre los jóvenes por el uso de drogas, que provocan alteraciones en los vasos sanguíneos.

«De los 450 pacientes que atiende la Unidad de Ictus del hospital Clínico al año, 50 están por debajo de los 60 años, un rango de edad que se considera joven, debido a que la media de edad de esta patología se sitúa en los 76 años», explicó.

Además, una de cada cuatro personas de las que sufren un ictus cerebral vuelve a padecer otro evento similar antes de cinco años, que le puede provocar la muerte o dejarle incapacitada. Por este motivo, Tejero advirtió de la trascendencia que supone la prevención secundaria y que, sobre todo, obliga a modificar hábitos y actitudes de la vida diaria que pueden suponer un riesgo: vida sedentaria, tabaquismo, obesidad, alcohol en exceso, alimentación…

Este mensaje entronca además con el lema Después del ictus, no bajes la guardia, escogido para celebrar el Día Nacional de esta enfermedad, que tendrá lugar este jueves. «Durante décadas se trabajó en salvar la vida del afectado por un ictus, quedando todo el tema de la rehabilitación en un segundo plano, y mucho más el de prevención posterior, de tal manera, que nos encontrábamos con pacientes vivos, pero con capacidades muy disminuidas. Afortunadamente, ha habido un gran avance en el tratamiento integral de esta patología», reconoció este experto, que ayer compareció junto al director médico del hospital Clínico Fernando Escolar, y a representantes de afectados.

Y es que los ictus, o enfermedades cerebrales ocasionadas por las alteraciones de los vasos sanguíneos, tienen una alta tasa de incidencia, de 130 casos por 100.000 habitantes, similar incluso a la de las bronquitis, neumonías o casos de cáncer. En Aragón cada día se producen 6 casos de ictus, y alrededor de 2.000 al año, de los que un tercio fallece, otro tercio queda con secuelas incapacitantes y otro tercio con ninguna o escasas secuelas.

Por su parte, los representantes de asociaciones de afectados por ictus (AIDA y Federación Española de Ictus) hicieron un llamamiento a la población para que se conciencie sobre el alcance de una enfermedad que rompe al afectado pero también a su entorno familiar. «Nosotros trabajamos en el aspecto social de la enfermedad, apoyando al enfermo y a sus cuidadores principales, cuando se da el caso de que son el soporte económico principal de la familia. Nosotros nos ofrecemos para cuidar al afectado mientras su cónyuge acude a su trabajo», señaló Víctor magdalena, tesorero de AIDA.