• Junto con el Reino Unido, nuestro país es el que más cocaína consume de Europa
  • No obstante, la prevalencia de su uso, sobre todo en jóvenes, ha disminuido desde 2004
  • Naciones Unidas advierte a los gobiernos acerca del auge de las «drogas de violación»

El consumo de cocaína ha caído en España, especialmente entre los jóvenes, pero se ha producido un incremento del uso de la ketamina, señala en su informe anual la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE).

España es puesta como ejemplo al tratar sobre la disminución del consumo de cocaína en Europa, ya que la prevalencia de su uso entre los estudiantes de secundaria pasó del 7,2% en 2004 al 3,6% en 2008.

En los dos países con mayor consumo de esa droga en Europa -el Reino Unido y España- «se ha observado una disminución del uso indebido de cocaína», indicó la JIFE, órgano independiente dentro del sistema de las Naciones Unidas que vigila la aplicación de los tratados de fiscalización internacional de drogas.

Este descenso en el consumo se ha registrado al mismo tiempo que ha caído el número de incautaciones de cocaína en España y Portugal, posiblemente porque los «narcos» han optado por vías de acceso a Europa peor vigiladas, como los Balcanes y otras zonas de Europa oriental, según el informe publicado hoy.

El pasado año, la JIFE ya elogió a España por su Plan de Actuación contra la cocaína, puesto en marcha en 2007 para dar respuesta al creciente consumo de esa droga en el país, y que alcanzó su punto más alto en 2005.

Anestésico veterinario en auge

Por el contrario, advierte de que es «motivo de preocupación» el creciente tráfico y consumo de ketamina, un anestésico de uso veterinario.

«El uso indebido de ketamina es cada vez mayor en los países de Europa, en particular en España y el Reino Unido. El tráfico de la ketamina interesa a los grupos delictivos organizados debido a su alta rentabilidad», indicó la Junta.

En cuanto al cannabis, en España se practican anualmente alrededor del 70% de los decomisos a escala planetaria, lo que supuso en 2008 la incautación de 628 toneladas de esa sustancia.

España se encuentra en segunda posición europea sobre la prevalencia del consumo de esta droga, por detrás de Italia y por delante de la República Checa y Francia.

El uso del cannabis, del éxtasis y de las anfetaminas se ha estabilizado o incluso disminuido en Europa, pero la JIFE advierte de que los consumidores de esas drogas pueden haberlas reemplazado por cocaína en Dinamarca, España y el Reino Unido.

La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes también recoge la aprobación en España de la estrategia nacional de lucha contra la droga para el período 2009-2016, cuyos «principales elementos son la prevención, la reducción de la oferta y la formación».

Alerta por las drogas que facilitan la violación

El mismo informe de la ONU, que trata diversos temas relacionados con las drogas a nivel internacional, hace un llamamiento a los gobiernos para que dispongan los medios necesarios para combatir el creciente uso de las drogas que debilitan la resistencia y que se utilizan en violaciones y robos.

«Las nuevas sustancias psicoactivas se consiguen con más facilidad» puesto que están sometidas a un control internacional «menos estricto», indica el informe de la JIFE. Muchas de ellas se pueden comprar a través de farmacias ilegales «on-line».

El documento apunta que el fenómeno de la «droga de violación» es bastante nuevo, pero que avanza rápidamente, porque los agresores utilizan también sustancias no sometidas a fiscalización.

Para ello -dice- se recurre a sustancias de la familia de la benzodiazepina a fin de «debilitar la resistencia de sus víctimas y aprovecharse de ellas sin su consentimiento, despojándolas de sus bienes o ultrajándolas físicamente».

El flunitrazepam, que se comercializa con el nombre de Rohypnol, llegó a utilizarse tan comúnmente para perpetrar agresiones sexuales que recibió el nombre de «droga de violación», aunque últimamente su consumo se ha reducido mucho gracias a un control más estricto.

Los delincuentes recurren ahora a otras sustancias, como el ácido gammahidroxibutírico (GHB), un psicotrópico que hasta hace poco no estaba sometido a fiscalización internacional, y otros productos como la ketamina y la gamma-butirolactona (GBL), que se consiguen fácilmente en muchos países.