«El ladrón de cerebros». Así han bautizado muchas madres suramericanas al basuco, la droga más barata y devastadora para la salud que hay en el mercado. Hoy por hoy, no existe sustancia que genere una adicción más rápida, ni un consumo más compulsivo que este producto elaborado a partir de los desechos químicos que se producen durante el proceso de elaboración de la cocaína. Tras asolar a la juventud de los barrios suburbiales de Suramérica, el basuco se ha abierto camino en Catalunya, especialmente en algunas zonas urbanas de Barcelona y del Baix Llobregat, aunque ya se ha detectado su consumo en las comarcas centrales. Prueba de su implantación en el mercado de la droga catalán es que pueden encontrarse pipas especialmente diseñadas para su consumo.

Mediadores sociales, policías locales, Mossos dEsquadra, servicios médicos y oenegés alertan de que el basuco, aquí también llamado teke, es ya consumido de forma regular en Catalunya, donde comenzó a detectarse con cuentagotas en el 2006.

Los consumidores de basuco en Catalunya responden a dos perfiles. El primero, el del toxicómano veterano que ha probado todas las drogas posibles y que, por falta de recursos, acaba consumiendo este estupefaciente. En este primer grupo, abundan las personas que han tenido que pasar un tiempo en prisión.

«TIRADO DE PRECIOS / El segundo perfil es el del menor en situación de marginalidad que toma basuco porque es, aparte de la cola, la única droga a la que puede acceder. La razón es que en algunos barrios del área metropolitana de Barcelona una papelina de un gramo de basuco, que se entrega en un papel doblado como la heroína en los años 80, se puede comprar por entre 10 y 15 euros. De cada gramo salen cuatro o cinco dosis. «Está tirado de precio, cosa que lo hace muy atractivo para personas sin recursos», explica un agente de los Mossos dEsquadra. El policía sentencia: «Cada vez vemos a más jóvenes, sobre todo de origen latinoamericano, fumando esa basura». «Lo llaman teke y lo fuman en una pipa o una botella o bien en un cigarrillo de marihuana», cuenta.

Proyecto Hombre, una oenegé que ayuda a personas drogodependientes a abandonar su adicción, ha constatado también la penetración del basuco. «Actualmente, de las 65 personas que tenemos en tratamiento en Catalunya, 18 han consumido basuco», explica Oriol Esculies, director en Catalunya de Proyecto Hombre. En su trato con los consumidores, han comprobado cómo su bajo precio y su mala calidad han hecho que entre los toxicómanos esté mal visto reconocer que consumen basuco. Esculies alerta de que en sus centros se ha tratado a chavales de 14 o 15 años en situación marginal por consumir esta sustancia.

BROTES PSICÓTICOS / La leyenda de que en España el basuco solo lo consumen jóvenes latinos es errónea. «Nosotros hemos atendido a españoles y a chicos magrebís y paquistanís», dice este responsable, que alerta sobre una droga «a la que su bajo precio hace muy accesible y peligrosa».

Su otro gran peligro son los gravísimos daños que provoca. «Al ser un desecho, hace que tenga muy poco principio activo, es decir, muy poca cocaína, y muchas sustancias dañinas como ácido clorhídrico, amoniaco, sales y queroseno. Las consecuencias en la salud del consumidor son mucho peores», explica el psiquiatra Carlos Roncero, responsable del Centre dAtenció i Seguiment (CAS) de Drogodependències del Hospital de la Vall d’Hebron y profesor de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). «Al ser fumado, tiene un grave impacto en el sistema respiratorio, y al estar compuesto sobre todo por sustancias químicas no aptas para el consumo humano, como ácidos y queroseno, causa graves daños en el sistema nervioso», cuenta Roncero, que destaca que frecuentemente los consumidores presentan síntomas psicóticos.

PUPILAS DILATADAS /Algo que se nota a pie de calle. «Los chicos que consumen basuco tienen un subidón muy rápido y a veces se les va la cabeza. Hemos visto a chicos ponerse muy agresivos e incluso conductas como, en plena euforia, esconderse en un portal y empezar a masturbarse», relata un agente que patrulla en el Baix Llobregat, que añade: «Se les reconoce rápido. Se les dilatan las pupilas hasta extremos inimaginables. Además, aunque los efectos son muy potentes, pasan muy rápido, con lo que el consumidor enseguida tiene necesidad de tomar más».