El juego tiene también una cara b: la adicción. El rostro más dañina de esta fórmula de ocio lo dibuja el medio millar de sevillanos que se autoprohíben la entrada en salas de bingo y casinos al sufrir ludopatía, una enfermedad de la que cualquier persona puede rehabilitarse y contra la que Asejer (Asociación Sevillana de Jugadores de Azar en Rehabilitación) lleva 25 años luchando.

En este cuarto de siglo muchas son las personas que han pasado por sus instalaciones para encontrar remedio a la dependencia que sufren del juego. No ha sido un camino fácil, pues, como ocurre con la mayoría de las adicciones, el problema principal radica en reconocerla y en que los familiares sean conscientes de que su rehabilitación ha de estar en manos de profesionales.

Aunque ya es de por sí bastante elevada la cifra de 515 sevillanos que no pueden acceder a estas salas por tener diagnosticada ludopatía, la cantidad es bastante más alta, pues muchos la sufren aunque no esté reconocida por un certificado médico, un numeroso grupo en el que se incluyen aquellos que juegan constantemente a las máquinas tragaperras, para las cuales no hay controles de uso. Éste es, sin duda, uno de los vacíos contra los que más ha luchado Asejer en sus 25 años de historia.

José Jiménez, presidente de esta asociación, incide en que el autocontrol sólo se puede llevar a cabo en las salas con un registro en el acceso, no así en el caso de las tragaperras, muchas de las cuales se encuentran en establecimientos hosteleros donde resulta muy complicado que el dueño evite que los adictos al juego hagan uso de ella. «Todos hemos visto como muchos padres, incluso, ponen a sus hijos a jugar a las tragaperras para distraerlos, sin ser conscientes de que les están creando una adicción desde pequeños», recuerda Jiménez.

Al problema de estas máquinas se ha unido desde hace años el del juego on line o por internet, en los que el control de los adictos resulta más complicado. «Cualquier ludópata puede entrar en estas webs y participar. De nada sirve que consigamos que ellos mismos se prohíban la entrada en casinos y bingos si después tienen esta amplia vía de escape en internet», subraya el presidente de Asejer.

Por tal motivo, desde esta asociación se exige establecer una fórmula que evite dicho tipo de juegos. «El perfil del ludópata está cambiando mucho con las apuestas en internet, donde participa gente muy joven», explica Jiménez.

Por tal motivo, no considera suficiente que sólo se pida el DNI y el número de una tarjeta de crédito, pues éstos pueden ser falsos. «¿Quién garantiza que no suplanten una identidad y que usen tarjetas de créditos de familiares o amigos?», se pregunta el presidente de Asejer, quien asegura conocer casos de padres a los que los hijos les han robado las tarjetas para jugar en estas apuestas por internet.

Una de las posibilidades que baraja para hacer frente a los engaños es contar con una firma electrónica que facilite la identidad del jugador. A ello se ha de añadir el uso de la webcamcon la que se reconozca físicamente a esa persona y se compruebe que sus datos son los que realmente ha aportado para entrar en la página. Una serie de requisitos que, por otro lado, parece complicado que se vayan a tomar por parte de los administradores de estas webs, debido al coste y al tiempo de acreditación que requiere.

Numerosos psicólogos advierten, además, que los juegos por internet causan mayor adicción que los convencionales -especialmente entre las nuevas generaciones- por su amplia oferta.