Nota: artículo publicado en infosalus.com

Una proteína recientemente identificada puede ser manipulada para hacer que los analgésicos opiáceos sean efectivos en dosis más bajas y al mismo tiempo silenciar el mecanismo de recompensa que conduce a la adicción, según han descubierto investigadores de la Escuela de Medicina Icahn de Mount Sinai, en Nueva York, Estados Unidos.

La proteína RGSz1 (regulador de la señalización de la proteína G z1), que se expresa en las regiones cerebrales que median las respuestas analgésicas, forma parte de una red intracelular que controla los efectos analgésicos de los opioides como la morfina, el fentanilo y la metadona, sin aumentar el riesgo de recompensa o dependencia, según el estudio realizado en modelos de ratón y publicado este lunes en ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’.

Los mecanismos descubiertos pueden proporcionar nuevas vías para intervenciones farmacológicas que se pueden utilizar para optimizar las acciones de los medicamentos opioides, lo que lleva a tratamientos más seguros y menos adictivos.

Los opioides son poderosos analgésicos, pero cuando se usan a largo plazo, promueven la dependencia y pueden pasar fácilmente a la adicción. Los pacientes que reciben opioides para el dolor crónico requieren mayores cantidades del fármaco a medida que desarrollan tolerancia analgésica. La necesidad de cantidades más elevadas no solo da lugar a efectos adversos graves y, a menudo, que amenazan la vida, sino que también aumenta el riesgo de dependencia y adicción.

En medio de la actual crisis de opiáceos en Estados Unidos, los investigadores creen que existe una necesidad inmediata de desarrollar nuevas intervenciones terapéuticas para obtener analgésicos más seguros y eficientes. El desarrollo de opiáceos más seguros es un desafío porque los receptores opioides se expresan en todo el cerebro y no solo en las células que intervienen en el alivio del dolor.

El equipo de investigación de Mount Sinai se centró en una red intracelular que controla las acciones de los opioides principalmente en la sustancia gris periacueductal, ubicada en una región del cerebro que juega un papel crítico en las respuestas analgésicas.

Mediante el uso de modelos genéticos de ratón para manipular la expresión RGSz1 dirigida a regiones globales o cerebrales, los investigadores de Mount Sinai identificaron a RGSz1 como un modulador negativo de analgesia opioide y un factor promotor de tolerancia.

Los ratones que carecían del gen responsable de codificar RGSz1 (ratones con RGSz1 bloqueado) respondieron a dosis significativamente menores de opioides para lograr el alivio del dolor. Además, cuando se bloqueó la actividad de RGSz1, los opiáceos fueron menos gratificantes, proporcionando una evidencia adicional de que las vías controladas por RGSz1 pueden ser dirigidas para optimizar las acciones terapéuticas de los opioides.

Dosis bajas de opiodes para aliviar el dolor

Según Venetia Zachariou, profesora asociada en el Departamento Fishberg de Neurociencia, el Departamento de Ciencias Farmacológicas, el Instituto del Cerebro Friedman, y el Instituto de Adicción de la Facultad de Medicina Icahn en el Monte Sinaí, su descubrimiento es «muy emocionante» porque les permite desarrollar estrategias para usar dosis bajas de opioides para alivar el dolor.

Además, el equipo de investigación descubrió que RGSz1 compite con otra proteína RGS, Axin 2 y esta competencia controla la función de la proteína beta-catenina. La beta-catenina juega un papel importante en las acciones de los opioides promoviendo la expresión de genes que contrarrestan los cambios desadaptativos asociados con la tolerancia analgésica.

Éste es otro factor descubierto en este estudio que proporciona información sobre las vías celulares y moleculares que median las acciones de los opiáceos en regiones específicas del cerebro o tipos de células, que es esencial para el desarrollo de terapias más seguras para la analgesia o la adicción.

«RGSz1 se expresa solo en subconjuntos de neuronas que median las acciones de los opioides. Las acciones de los opioides en las redes relacionadas con la adicción están mediadas por distintas proteínas RGS. Ahora, estamos evaluando los opiáceos recetados actualmente, así como nuevos compuestos para determinar su potencial de abuso y eficacia analgésica basándonos en la proteína RGS que activan. Ese conocimiento será importante en la lucha contra esta mortal epidemia de opiáceos», concluye Zachariou.