Se conoce como burundanga a distintos preparados que pueden obtenerse a partir de plantas de la familia de las solanáceas como el beleño blanco (Hyoscyamus albus), la mandrágora (Mandragora autumnalis) o la brugmansia (Brugmansia candida). El principio activo fundamental es un alcaloide llamado escopolamina, que tiene gran cantidad de efectos físicos y mentales sobre el cuerpo humano y que es activa en el rango de los microgramos (millonésimas de gramo). Su uso ritual está documentado desde hace cientos de años en distintas culturas.

Pero la popularidad de la burundanga tiene que ver con su supuesto empleo para cometer delitos. De acuerdo con los medios de comunicación, este uso parece ser frecuente sobre todo en países de Sudamérica, de una forma similar a como se administran las drogas de violación. El modus operandi consiste, supuestamente, en administrarlo a la víctima sin su conocimiento y aprovechar sus efectos para cometer el delito. El uso de fármacos depresores del Sistema Nervioso Central para dormir a una víctima y abusar sexualmente de ella es posible, aunque epidemiológicamente muy infrecuente (1-3). El alcohol es la droga que más se asocia a delitos sobre la libertad sexual de las personas a pesar de que la prensa (y algunos supuestos expertos antidroga) se empeñen en incluir la intoxicación con GHB o ketamina entre los riesgos habituales de la noche. Con la misma frecuencia, las noticias sobre burundanga surgen de forma epidémica en la prensa.

Así, la burundanga iría un paso más allá de las drogas de violación. El efecto de aquellas se basa en una disminución del nivel de conciencia tan grande que la persona no recuerda lo que ha sucedido bajo sus efectos. La amnesia, un efecto adverso posible en el uso de algunos depresores, constituiría la base farmacológica de las drogas de violación. Pero en el caso de la burundanga aparece además un elemento nuevo: su efecto sobre la voluntad de las personas. En las noticias sobre burundanga no se hace referencia solo a víctimas de abusos sexuales que no recuerdan qué les ha pasado, sino a una anulación de la voluntad que lleva a la víctima a obedecer ciegamente al agresor, ya sea abriendo la puerta de su domicilio para entregarle los objetos de valor, revelar el número secreto de la tarjeta de crédito o mantener relaciones sexuales. La burundanga no es sólo activa al ser ingerida, sino que puede actuar por inhalación o a través de la piel, por lo que su administración involuntaria sería sencilla y eficaz.

“Uno de los denunciantes señaló que había sido drogado al lanzarle el polvo a la cara una de las chicas, mientras que al resto se les fue administrada en la bebida.”(ABC 22/8/2013)

“Era durante esta comida cuando las mujeres echaban un narcótico en los alimentos con el que inhibían la conciencia de las víctimas, de tal modo que estas facilitaban las tarjetas de crédito y hasta los números secretos”(El País 2/4/13)

“La burundanga o escopolamina anula totalmente la voluntad de quien la toma. La víctima, sin voluntad alguna, actúa a merced de lo que le pide su agresor y así es capaz de vaciar su cuenta corriente o de participar en actos sexuales sin recordar absolutamente nada al día siguiente.” (Antena 3, 25/5/12)

Utilizaremos los datos que la ciencia y la lógica nos ofrece para poder valorar si las historias sobre burundanga tienen fundamento o se trata de uno más de los mitos asociados a las drogas y exagerados por los medios de comunicación.

Podremos hacer una primera aproximación buscando en cualquier manual de toxicología cuales son las características de la intoxicación por escopolamina. Tratándose de una planta venenosa que se conoce desde hace más de quinientos años, parece lógico que la medicina sea capaz de detallar con exactitud qué les sucede a las personas que, de forma voluntaria o no, se intoxican con esta sustancia. Aunque en desuso, la escopolamina tuvo sus indicaciones en medicina antes de la generalización de la anestesia. Así que sus efectos y riesgos están perfectamente documentados. El cuadro clínico de la intoxicación por escopolamina produce disminución de la secreción a través de las glándulas del organismo: sequedad de boca, sed, dificultad para tragar y hablar…se produce una dilatación extrema de las pupilas, que reaccionan muy lentamente a la luz produciendo visión borrosa de los objetos cercanos y, en ocasiones, ceguera transitoria. Puede aparecer fiebre muy alta (hasta 42ºC), convulsiones, arritmias cardiacas, insuficiencia respiratoria… Los síntomas de tipo mental (psicosis, alucinaciones, delirio…) se citan por parte de la mayoría de los autores así como el hecho de que es mortal en sobredosis.

Los datos procedentes de la investigación médica no parecen muy compatibles con las historias narradas en prensa. Entre los síntomas mentales de la intoxicación por escopolamina  aparece la amnesia, pero no como algo específico o típico de esta sustancia sino como un síntoma más que no aparece necesariamente en todos los pacientes ni con cualquier dosis. Pero no hay una sola referencia en toda la literatura médica a que los pacientes intoxicados obedezcan ciegamente las órdenes de los médicos o tengan su voluntad anulada mientras duran los efectos. Por otra parte, el delincuente que administra la sustancia está buscando cometer el delito guardando su propia seguridad e intereses. Una droga que es mortal en sobredosis no parece muy adecuada desde un punto de vista de la lógica criminal, ya que facilitaría la investigación del delito.

Los escépticos podrían argumentar que es posible que esta propiedad de la burundanga (la anulación de la voluntad) haya pasado desapercibida para los médicos. Pero la sumisión química es una idea interesante que tendría mucho interés para amantes despechados o padres de adolescentes rebeldes. Aunque, en realidad, sus potenciales usos en interrogatorios y otro tipo de actividades militares o de Servicios Secretos son probablemente sus aplicaciones más inmediatas. Así que no es extraño que los Servicios de Inteligencia hayan investigado en busca de una sustancia que permita que el enemigo confiese hasta sus secretos más íntimos y encima sin necesidad de torturarlo, que queda muy feo. Así, en Estados Unidos la CIA puso en marcha los programas MK-ULTRA y MK-SEARCH entre los años 50 y 70 del siglo pasado para buscar este suero de la verdad entre distintos psicoactivos legales e ilegales. Las drogas eran administradas a sujetos sin su conocimiento ni su consentimiento como atestiguan la mayoría de los documentos desclasificados hace unos años y fácilmente accesibles a través de Internet. La búsqueda de un suero de la verdad ha sido una obsesión para los Servicios de Inteligencia durante el último siglo sin que se haya llegado a encontrar esta sustancia. La escopolamina (como el cannabis, los barbitúricos, las benzodiacepinas, la LSD, la MDA o la DMT) han sido extensivamente estudiadas en este sentido sin ningún éxito. El lenguaje incoherente, desorganizado y desinhibido que puede producir la escopolamina fue uno de los primeros efectos observados en su uso médico en ginecología a principios del siglo XX y este compuesto fue uno de los primeros candidatos para ser utilizado como suero de la verdad. No existe ningún dato científico que señale su eficacia en este sentido.

Por otra parte, las noticias en medios de comunicación que hacen referencia a la burundanga insisten en la novedad de este fenómeno y un supuesto incremento de los casos, que convertirían a la burundanga en la enésima y ultimísima amenaza para la Salud y la Seguridad Ciudadana.

Una sobredosis de esta nueva droga, la burundanga, puede causar delirio, parálisis (…) (ABC, 26/8/13)

Los delitos causados por esta nueva amenaza se han multiplicado en la ciudad de Alicante en el último año (El Mundo, 22/7/12)

Analizamos los recientes casos de robo y abuso mediante el uso de la burundanga, una sustancia cada vez más habitual en España (Cadena Ser, 27/1/13)

Pasando por alto la incongruencia de considerar como “nueva” a una sustancia cuyos efectos en el cuerpo humano estaban descritos en los tratados de botánica del siglo XVI, acudiremos a los Anuarios Estadísticos del Ministerio del Interior en busca de pruebas sobre este supuesto incremento. El Ministerio del Interior dedica un capítulo entero a detallar las cantidades y características de las drogas aprehendidas de forma anual por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado con todo lujo de detalles. No se encuentra ni una sola referencia a la escopolamina ni en el último anuario publicado (2012) ni en toda la serie accesible desde el año 2003. Tampoco se menciona la escopolamina en las Memorias del Instituto Nacional de Toxicología, ni en los resultados del Servicio de Análisis de la ONG Energy Control. La importancia o el incremento de los delitos utilizando burundanga contrastan con su absoluta inexistencia en el mercado español, según los datos de todos los organismos que obtienen información al respecto. Quizás los delincuentes que utilizan burundanga son muchísimo más listos que el resto y nunca consiguen pillarles. O, lo que parece más probable, quizá se trate todo de un bulo o una exageración de hechos puntuales. De hecho tras revisar la literatura científica en MEDLINE con los términos “scopolamine”, “burundanga”, “scopolamine poisoning” y “burundanga poisoning” sólo se encuentra un único caso en el mundo que concuerde más o menos con la historia (4).

No se puede exigir a los profesionales de los medios de comunicación que dominen las búsquedas bibliográficas médicas a través de Internet, ni siquiera conocimientos de farmacología. Pero sí sorprende (más bien diría que avergüenza) que instituciones como el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid utilice la leyenda en una entrada de su blog (5) para promocionar sus servicios de análisis.

Por si acaso, una Asociación de Guardias Civiles de Alicante (Asociación Nueva Coproper) proponía en Mayo de este año curiosas medidas preventivas como «desconfiar de personas que se acercan pidiendo caridad con las manos juntas o de discapacitados que enseñan una postal» o «rechazar conversaciones con personas desconocidas en las inmediaciones de aparcamientos o sucursales bancarias». Así que ya lo saben, queridos lectores, la próxima vez que un turista se les acerque por la calle con un plano para que les indique una dirección salgan corriendo. Y si alguien les pide la hora por la calle miren antes a su alrededor, a ver si en alguna esquina ven una sucursal de La Caixa o del BBVA. En caso afirmativo, péguenle una buena patada en la entrepierna y tápense la boca. Y por cierto, si quieren ponerle los cuernos a la parienta o sacar diez mil euros de su cuenta para gastárselo en vicios, siempre tendrá la socorrida excusa de la burundanga para justificarse. No hay mal que por bien no venga.

Referencias:

1.- Elsohly, M. A.; Salamone, S. J. (1999). «Prevalence of Drugs Used in Cases of Alleged Sexual Assault». Journal of Analytical Toxicology 23 (3): 141–6.

2.- Scott-Ham, M., & Burton, F. C. (2005). Toxicological findings in cases of alleged drug-facilitated sexual assault in the United Kingdom over a 3-year period. Journal of clinical forensic medicine, 4, 175–186.

3.- Beynon, C. M., McVeigh, C., McVeigh, J., Leavey, C., & Bellis, M. A. (2008). The involvement of drugs and alcohol in drug-facilitated sexual assault: a systematic review of the evidence. Trauma, violence & abuse, 3, 178–188.

4.- Ardila-Ardila, A., Moreno, C. B., & Ardila-GÃmez, S. E. (2006). [Scopolamine poisoning (‘burundanga’): loss of the ability to make decisions]. Revista de neurologia, 2, 125–128.

5.- Cuidado con la burundanga. Blog del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid. URL disponible en: http://blog.cofm.es/cuidado-burundanga/  (Acceso 18/3/16)

Articulo publicado originalmente en Cannabis.es: http://www.cannabis.es/web/features/articulos/224-burundanga