El “problema de la droga” no pierde protagonismo  en  estos tiempos convulsos. Y como muchos son los elementos que intervienen en este fenómeno, se presta a las más variadas interpretaciones. Cada una de ellas, al centrar su mirada en un elemento concreto, derivan en políticas muy dispares. De todas formas, debiera estar  claro que  el problema no se puede reducir a la existencia de unas sustancias concretas socialmente rechazadas como tampoco al  simple consumo de las mismas por unas determinadas personas y a la oferta de los narcos. El consumo y el abuso de unas sustancias  denominadas drogas no se pueden comprender al margen de unos condicionantes históricos, culturales, económicos y políticos.  Llama la atención, sin embargo, la parcialidad con que se suele tratar el tema de las drogas. Y, por esto, hay que mirar con ojo crítico toda la información que nos llega por diferentes canales, de forma especial la que llega a través de los medios de comunicación, haya o no profesionales “especializados” por medio.

Llega a mis manos una guía para periodistas a la hora de tratar la cuestión de las drogas. Sus autores  pretenden aportar una información básica al alcance de la mano: conceptos utilizados en torno a las adicciones, características de cada una de las sustancias (alcohol, tabaco, cannabis, etc…)… Ellos asumen la necesidad de que los informadores comuniquen y que el público  esté informado. ¿De qué? Me llevo la gran sorpresa cuando leo el texto por su parcialidad y el enfoque individualista asumido. Los factores sociales quedan en el limbo, aunque en el inicio del texto se apunta que se tendrán en cuenta las “causas” . Y por si hay alguna duda, uno puede llegar al glosario y ver qué términos son allí definidos. Tan sólo aparece el término legalización, cuya significado se resuelve de una forma un tanto curiosa: El debate sobre la legalizacio%u0301n de las drogas surge con frecuencia en los medios de comunicacio%u0301n. Segu%u0301n el Plan Nacional sobre Drogas, “El u%u0301nico enfoque posible, desde una perspectiva responsable, debe ser el de la salud comunitaria y en el caso de nuestro pai%u0301s, la ejecucio%u0301n de la Estrategia Nacional sobre Drogas 2009-2016”. ¿Qué definición es ésta?  Así que acudo a la RAE por si no entiendo el término glosario. Y me encuentro con esto: Catálogo de palabras oscuras o desusadas, con definición o explicación de cada una de ellas. ¿A qué se debe tal comentario a la hora de aclarar el significado de la legalización?

El  contraste es mayor  cuando uno está leyendo el comprometido trabajo de Saviano (2014) sobre la cocaína, donde muestra cómo esta droga gobierna el mundo. En la guía nada se dice del trafico de drogas, del blanqueo de dinero, de la corrupción política, de las malas prácticas policiales  y de otras cuestiones afines. En cambio, este periodista escribe: Cuanto más desciendo en los círculos blanqueados de la coca, más me percato de que la gente no sabe.  Y nos da un consejo muy claro: Mira la cocaína: verás polvo. Mira a través de la cocaína: verás el mundo.

Sin embargo, las drogas sirven muchas veces para tapar otros conflicto sociales. El “problema de la droga” suele presentarse como una cuestio%u0301n individual; la responsabilidad recae en el consumidor y en los individuos que ofertan las sustancias prohibidas. Se dejan de lado otros aspectos sociales que condicionan, cuando no determinan, los problemas causados no so%u0301lo por el consumo de las sustancias sino tambie%u0301n por la poli%u0301tica existente en relacio%u0301n con las drogas. El “narcotra%u0301fico” precisamente adquiere mayor fuerza cuando su responsabilidad queda en manos exclusivamente, por una parte, de las personas que producen y comercian con las diferentes sustancias y, por otra, de las fuerzas policiales encargadas de combatirlos. Esta mirada estrecha de un feno%u0301meno complejo contribuye a que los traficantes campen a sus anchas por el mundo, sin que el negocio desaparezca con detenciones, pues resulta muy fa%u0301cil sustituir a unas personas por otras cuando tantos beneficios aporta este negocio mundial. El narcotra%u0301fico crece con la facilidad del blanqueo de dinero negro en los parai%u0301sos fiscales.

En un momento en que había esperanza de un cambio en la política sobre las drogas  en el mundo, tras el evidente fracaso de la  guerra contra las drogas,  todo parece caminar por otros de derroteros. En nombre de la seguridad, la lucha contra las drogas tiene que continuar, por más que exista un clamor en todo el mundo por otros tipo de regulación, con un enfoque más humano y más justo. Se sigue asociando la producción ilícita de drogas, el narcotráfico y la implicación de grupos terroristas, criminales y delincuentes. Por esto  se prima la intervención de la policía y otros cuerpos de seguridad, incluidas las fuerzas armadas (Tokliati, 2016). Estos planteamientos se refuerzan continuamente con los informes de las instituciones nacionales e internacionales tan interesadas en el aparato bélico, que tantos réditos aportan a los que disfrutan del poder, muchas veces sin tener que mancharse con las sustancias ni tener relación directa alguna con las víctimas del consumo.  Estos organismos, sin embargo, se presentan como los abanderadas de un trabajo humanitario sin cuestionar su propia responsabilidad en este gran negocio y las incoherencias de sus discursos y de sus prácticas.

Llama la atención, en este sentido, la noticia que viene amparada bajo el titular  La heroína regresa a España por la masiva oferta mundial de esta droga (El País, 4.6.16) La responsabilidad se atribuye aquí al señor “mercado”, el nuevo dios que justifica otros fenómenos sociales como la pobreza, los recortes… La Agencia Europea sobre Drogas (OEDT) alerta en su informe anual en Lisboa, sobre el peligro de “un efecto dominó” provocado por la entrada de la heroína procedente de Afganistán. Y aunque se reconoce no estar claro, “según los últimos datos”, la relación entre el aumento del  número de muertes por sobredosis y esta entrada de heroína (“la cuestión ha de ser investigada”), se lanza el discurso agresivo de siempre.  Según el informe europeo, la presencia de heroína en el mercado tiene que ver, sobre todo, con la ley de la oferta y la demanda. En Afganistán, las plantaciones de amapolas se han disparado junto con la producción, apunta la noticia.  La puerta a Europa es Turquía; los turcos son los grandes comerciantes y tienen desplegada una tupida red de contactos. El punto de destino es Galicia: las grandes familias de narcos continúan activas. Y, “como siempre”, “los mismos gitanos” se encargan de que llegue al consumidor. Un combinado perfecto: heroína, muerte, gran supermercado, Afganistán, Turquía, narcos, gitanos. El problema aparece perfectamente definido. Toda la responsabilidad recae sobre el mercado que mueve la sustancia. Nada se dice de otros factores también implicados como las guerras, las desigualdades económicas, los paraísos fiscales, el fracaso de la legislación, la ineficacia de la prevención…

Otra lectura aparece cuando se trata del alcohol, tan rentable económicamente para muchos países y que goza de todos los favores del sistema. Basta ver los continuos reportajes que aparece en la televisión promocionado el vino en nombre de la cultura, la historia y la salud. Sus beneficios económicos superan con mucho sus perjuicios. Así lo confirma el estudio del Institute of Economic Affairs tras analizar los costes totales que el consumo de alcohol genera para el gobierno inglés (incluyendo, sanidad, policía, justicia y servicios de bienestar) comparados con los ingresos que genera. Se estima que, en conjunto, el alcohol provoca un coste total que suma los 3.9 billones de libras al año (precios de 2015). Mientras que los ingresos provenientes de los impuesto del alcohol ascienden hasta los 10.4 billones de libras. El beneficio anual neto parta el gobierno es de 6.5 billones de libras (Snowdon, 2015). Aquí se deja da lado las sobredosis, las muertes, el mercadeo, las presión de las multinacionales, la oferta constante de productos, la protección de los gobiernos…

Así que no es de extrañar que las empresas del alcohol reciban los honores cuando ellas contribuyen a la lucha contra el abuso de esta droga; el problema es la irresponsabilidad de los consumidores. Se entiende así que el Ministerio de Sanidad, “en consideración a los méritos y circunstancias de extraordinaria relevancia que concurren en la Federación Española de Bebidas Espirituosas (FEBE), por sus esfuerzos para evitar el consumo abusivo de bebidas alcohólicas promoviendo el consumo responsable y luchando contra la permisividad hacia el consumo en menores y otros colectivos de riesgo”(BOE»,116, 13 de mayo de 2016). Los medios de comunicación, tan interesados en la publicidad de los productos alcohólicos, han difundido con amplitud la noticia. Al mismo tiempo tendrían que darle un reconocimiento especial, al conseguir que las ventas de bebidas espirituosas hayan creído en España por primera vez en 10 años (Expansión, 3.3.16)

Dos lecturas muy dispares de un mismo problema; una sustancia que crea problemas, una persona que la consume y un mercado que mueve los hilos para que el consumo sea rentable, sin preocuparse mucho por sus consecuencias. Bueno, un poco sí. Las empresas del alcohol están deseosas de colaborar en las campañas de prevención. Y qué mejor que llevar sus programas preventivos a las escuelas, organizar talleres de cata en las universidades  o participar en jornadas de promoción de la salud con aportaciones sobre los beneficios del vino. Olvidamos que las empresas de las sustancias ilegales buscan también la aceptación por parte de la población. El señor Pablo Escobar estuvo más de doce años vinculado a programas cívicos y sociales. A nadie le interesa matar la gallina de los huevos de oro. La gran diferencia está en que unas sustancias son ilegales, mientras que otras reciben el apoyo de los gobiernos. El drama de los que sufren sus consecuencias negativas, sin embargo, son muy parecidas.

Referencias bibliográficas

El País, (2016). La heroína regresa a España por la masiva oferta mundial de esta droga. El País, 4 junio, 2016.

Guardia, J. y otros (2015), Medios de comunicación y adicciones. Guía para periodistas. Barcelona, Socidrogalcohol.

Saviano, R. (2014). CeroCeroCero. Cómo la cocaína gobierna el mundo. Barcelona, Anagrama, 2014

Snowdon, C., (2015). Alcohol and the public purse. Do drinkers pay their way?. Londres, The Institute of Economic Affairs.

Tokatlian, J. G. (2016).  Drogas: ¿el modelo bélico es la solución final? Clarin.com |  25/05/2016. http://www.lasdrogas.info/noticias/31402/drogas-el-modelo-belico-es-la-solucion-final.html