¿Les importan nuestras opiniones a nuestr@s hij@s?

Empezaré este artículo de opinión de la misma forma que suelo iniciar mis formaciones con (principalmente) madres y (algunos) padres:

A menudo realizamos en algunos municipios encuestas sobre uso de drogas en estudiantes de secundaria. Teniendo en cuenta la importancia que damos a la prevención familiar y a la eficacia disponible en este tipo de prevención, aprovechamos estas encuestas para preguntar a l@s estudiantes sobre su relación con sus padres, madres y/o tutores legales, sobre si est@s consumen tabaco u otras drogas, así como su grado de acuerdo con una cuestión que para nosotros es clave: “Si me emborrachase a mis padres les parecería mal”. De los que responden que están de acuerdo con esta afirmación vemos que aproximadamente un 25% se han emborrachado, es decir, aun teniendo clara la postura de sus padres ell@s han decidido, voluntaria o involuntariamente, saltarse los límites y recomendaciones establecidas en casa. Pero, cuando observamos qué ocurre en el otro extremo nos encontramos con que son aproximadamente un 75% de los que no están de acuerdo con esta afirmación los que se han emborrachado.

Estas diferencias cuantitativas, que se acentúan cuando nos referimos al consumo de cannabis, siempre me han parecido un gran punto de partida para iniciar un proceso de reflexión sobre el papel educativo de la familia. A menudo, cito literalmente a algunas de las madres con las que he podido trabajar, en casa tenemos la sensación que lo que decimos a nuestros hij@s les entra por una oreja y les sale por la otra. Pero aquí, ell@s mism@s nos responden que no, que no solo lo que decimos (y sobretodo hacemos) en casa es importante, sino que probablemente sea una de las variables más importante a la hora de predecir los consumos de nuestr@ hij@s.

Es importante destacar que no les preguntamos a l@s jóvenes sobre cuál fue la respuesta de sus progenitores la primera vez que se emborracharon, sino cuáles son sus expectativas sobre qué pasaría en casa si esto sucediera. Y para acompañar desde el ámbito familiar a nuestros hijos e hijas en la construcción de sus propias expectativas contamos con algunas importantes habilidades educativas: comunicación, establecimiento de normas y límites, supervisión, fortalecimiento de los vínculos entre padres/madres e hij@s y clarificación de la posición familiar respecto a las conductas problemáticas y de riesgo.

¿Y si yo fumo o bebo alcohol?

Los artículos de opinión de Juan Carlos Melero y David Pere Martínez Oró plantean un interesante debate sobre cómo pueden y/o deben actuar los padres y madres que han sido o son consumidores de drogas ilegales. Sobre esta cuestión, y complementando lo expuesto de forma tan clara por estos dos profesionales, me gustaría aportar mi pequeño granito de arena sobre la experiencia que ya tenemos con padres y madres que han sido o son consumidores de drogas legales.

¿Puede una madre fumadora pedirle a su hijo que no fume? ¿Es la mejor opción para esta madre dejar de fumar? La respuesta corta es sí (es la opción más efectiva y, si se me permite, también la más saludable para esta madre). Sobre el papel vemos claramente en las encuestas de las que hablaba al principio como fuman menos l@s hij@s de padres y madres no fumadores y fumadoras. Ahora bien, ¿es esta la única opción posible? Evidentemente no. No es lo mismo fumar cuando se está enfermo o encender un cigarrillo tras otro cuando estamos nervios@s que procurar salir al balcón para fumar cuando estamos en casa, no hacerlo dentro de un vehículo privado cuando nos acompañan menores o hacer uso de técnicas de relajación cuando las cargas vitales nos ahogan. Además, padres y madres fumadores siempre pueden intentar explicar a sus hij@s el proceso y los efectos de la dependencia del tabaco, cómo y por qué empezaron a fumar, y cómo, casi sin darse cuenta, quedaron enganchados al tabaco.

Encontramos una situación parecida en relación al consumo de alcohol. Probablemente recomendaremos a padres y madres consumidores que den muestras a sus hij@s de su autocontrol y de su capacidad para gestionar placeres y riesgos (beber sólo en ocasiones y sin excederse, utilizar el transporte público cuando se ha bebido, no insistir a los demás para que también beban, procurar tomar bebidas de poca graduación y alternarlas con bebidas que no lleven alcohol…).

Más importante que si fumamos y/o bebemos o no, es la manera en qué hacemos las cosas. Y en eso se fijaran nuestr@s hij@s. Nosotros les observamos a ell@s, pero ell@s también nos observan a nosotr@s. Independientemente de cuál sea nuestra propia visión sobre el consumo de drogas, importa que tengamos clara cuál sería la postura que nos gustaría que tomaran nuestr@s hij@s al respecto, y comportarnos en consonancia a nuestras propias expectativas.

Padres y madres tienen que llevar a cabo una importante acción educativa sobre sus hij@s, buena parte de la cual se basa en el ejercicio equilibrado de las funciones de apoyo y de control: amor y límites. Acompañarles emocionalmente en su camino hacia, como dice Villegas, la autonomía.

Apuntes para la esperanza.

Para finalizar, un breve apunte sobre la eficacia de las intervenciones preventivas en el ámbito familiar (UNODC, 2013): son rentables, existen estudios que estiman que se pueden ahorrar hasta nueve dólares por cada dólar invertido en este tipo de prevención. Por eso, debemos invertir cada vez más esfuerzos en estrategias para promover la implicación y la participación de la familia en los programas preventivos (uno de los temas pendientes) y trabajar conjuntamente con ellas en pro de una sociedad más saludable, con independencia que existan o no consumos de drogas.

La familia puede influir en el consumo de drogas de sus hij@s porqué son las personas adultas de referencia y un modelo general de comportamiento. En concreto, en el ámbito de la prevención en drogas, la vinculación positiva con la familia, la cohesión familiar y la buena comunicación se han enfatizado como factores clave de las intervenciones preventivas.

Referencias bibliográficas

  1. Compilation of evidence–based family skills training programmes [Internet]. United Nations Office on Drugs and Crime, UNODC; 2010. Disponible a: http://www.unodc.org/documents/prevention/family-compilation.pdf