Recientemente han salido a la luz dos polémicas en Zaragoza y Barcelona a raíz de las críticas que han recibido unas actuaciones preventivas dirigidas a informar a los y las jóvenes que hayan decidido consumir sobre la composición, efectos y cómo tomar diferentes sustancias psicoactivas para reducir riesgos y posibles consecuencias no deseadas.

No es la primera vez que sucede un hecho similar, ya que en Septiembre del año 2017 en Bilbao también hubo un escarnio político y social en contra del ayuntamiento por una campaña mediante tarjetas informativas dirigidas a consumidores de sustancias por vía esnifada (1), en el marco de las fiestas de la Semana Grande de Bilbao. Es importante señalar en qué momento se ha planificado la intervención ya que en los tres sucesos se repite el contexto local de la campaña preventiva, aunque con pretextos y metodologías diferentes, y que el promotor de las campañas ha sido el ayuntamiento de cada ciudad, como cara visible y por tanto como voz emisora del mensaje para la ciudadanía.

Por ejemplo, en el caso Bilbao se trataba de una prueba piloto para la Semana Grande donde las tarjetas eran repartidas selectivamente a las personas que acudían al punto de información y pasaban 3 filtros: mostrar interés, estar preocupados por minimizar los riesgos del consumo de drogas y pasar una entrevista personal (2). Por lo tanto, estas informaciones de carácter preventivo no se entregaban al público general que acudía a las fiestas, sino a personas que al declararse consumidoras de estas sustancias, podían ser beneficiarias de una educación para reducir riesgos en su consumo. El resultado final de la campaña fue que, tristemente, el ayuntamiento se vio obligado a retirarla (3).

El suceso en Barcelona tiene bastantes elementos desinformativos que conviene aclarar. La polémica se desata porque aparece en un programa de la fiesta mayor juvenil (no infantil, como indican algunos medios) una actividad moderada por el colectivo Energy Control para testear sustancias psicoactivas y cannabis con el fin de comprobar su composición y promocionar la responsabilidad en el consumo e informar para reducir los riesgos del consumo. Ahora bien, la actividad real no era ésta, sino un taller de consumo responsable que en la parte final añadía, como ejemplo, una demostración de cómo se comunica e interviene con los consumidores mediante el análisis o “testeo” de sustancias para atraerlos precisamente a los servicios de orientación. Por lo tanto, no se trataba de ubicar ningún stand informativo con servicio de análisis de sustancias para el público joven del evento, tal y como se desmiente en este comunicado del Consejo de la Juventud de Barcelona y de Energy control (4). Además, para más inri, muchos medios de comunicación han confundido la palabra “testear” por la de “probar” (“tastar” en catalán), por lo que la interpretación de la frase dio lugar a que el o la lectora pensara que en esa actividad, que finalmente no se realizó, se darían sustancias varias a los asistentes para que las probaran y comprobaran sus efectos. Es evidente que la actividad fue informada con muy poca habilidad y el texto del programa dista mucho de lo que debía ser, porque además dicha actividad no se había ni siquiera concretado por incompatibilidad de agendas y por tanto no era pertinente incluirla en el programa de las fiestas de la Lali Jove.

El caso de Zaragoza es un poco diferente, pero la raíz de las críticas tiene el mismo motivo y  el desconocimiento de las propias intervenciones en concreto. El ayuntamiento de Zaragoza financió con una minúscula subvención  unos folletos informativos editados por ConsumoConciencia con la participación de Centro de Salud de San Pablo, donde se informaba a los consumidores de sustancias de su composición, efectos y posología (cómo tomarlas). Pero lo que ha aparecido en los titulares y ha encendido la mecha, como en Bilbao, son los consejos sobre cómo preparar un consumo de cocaína o speed para esnifar. En este caso, no queda tan claro como en Bilbao en qué lugar se reparte y a quién se reparte visto el material e información publicada. Aunque la impresión de 650 copias da a pensar que el público destinatario es minoritario, no queda claro si este folleto va dirigido a jóvenes, a población consumidora o a toda la población interesada o afectada por el tema de las drogas en los barrios en cuestión.

Si bien es cierto que la intención debió de ser la más correcta posible, otros aspectos que denotan cierta torpeza en el caso Zaragoza se pueden comprobar en la Introducción del folleto, un tanto vaga y confusa al principio, donde de algún modo se trata de justificar la intervención pero con el poco acierto, por ejemplo, de considerar el paracetamol como sustancia psicoactiva. Además, aunque el texto es firmado por ConsumoConciencia, en verdad la mayoría se trata de una copia casi literal de los prospectos elaborados hace ya mucho tiempo por Energy Control, organización que tuvo la idea original de organizar o diseñar a modo de prospecto médico los apartados en composición, efectos, posología, etc. y que ahora han sido copiados sin referenciar adecuadamente por la entidad zaragozana, indicador de cierta mala praxis a nivel profesional a mi modo de entender. Si bien es cierto que se menciona en el folleto que los textos del apartado legal han sido extraídos de uno anterior elaborado por Energy Control, no dice nada al respecto del apartado anterior sobre sustancias, que es básicamente la parte central del folleto y la que ocupa más páginas. Finalmente, el folleto se cierra con citas de personas del barrio y profesionales, cosa un tanto rara de ver en los folletos informativos, cerrando así un espeso material de nada menos que 31 páginas que difícilmente puede llegar a calar en el colectivo que se pretende informar.

Ahora bien, más allá del análisis de la calidad del folleto, el centro de la polémica reside en una lógica más entre partidos. En el caso Zaragoza es bastante obvio que el ayuntamiento no está tratando de invitar a todos sus conciudadanos a esnifar cocaína, sino que está tratando de educar a los consumidores habituales para evitar males mayores (5). Además, para corroborar que estas críticas tienen una motivación politica y no están basadas en la evidencia del resultado de tales intervenciones, cabe recordar que el mismo concejal que denuncia esta campaña,  aprobó en el año 2000-2003 unos folletos informativos de RdR en la misma línea que los que actualmente critica. Estos folletos incluían frases como por ejemplo: “ingerir una pequeña cantidad de cocaína mezclada con la comida o bebida es menos peligroso que inhalarla” o “no conviene realizar esfuerzos físicos intensos después de inhalar” (6). En cualquier caso, si la lógica y la política fueron de la mano, ningún miembro de un partido debería criticar una estrategia como la de reduccion de riesgos que tiene el amplio consenso y está adecuadamente regulada y financiada a través de municipios, Comunidades Autónomas o por el mismo Plan Nacional Sobre Drogas.

Para ir concluyendo… Quizá uno de los elementos a tener en cuenta para entender y desenredar este nudo es reconocer quién firma estas intervenciones para comprobar si parte del efecto alarmista y poco objetivo viene impulsado por el emisor del mensaje. ¿Es lo mismo que edite un folleto informativo sobre sustancias un ayuntamiento que una organización independiente que interviene en ocio nocturno? Parece claro que al ser los ayuntamientos los promotores de estas tres campañas se han activado las voces críticas, ya que si estas iniciativas las hubieran firmado entidades privadas u organizaciones no gubernamentales, probablemente nadie se hubiera escandalizado. Lo que nos lleva a reflexionar sobre cuál es y cuál debería ser el papel en la protección de la salud de los ciudadanos por parte de las administraciones competentes, y si somos capaces de entender que hay personas que tienen unos riesgos para su salud distintos de otras personas, y que todos ellos deberían tenerse en cuenta por una cuestión de derechos humanos fundamentales, de acceso a la salud sea cual sea la condición previa. En este sentido, muchos deberían pensar antes de opinar y quizá tratar de ser un poco más benevolentes con estas personas destinatarias de las campañas que al final no podrán recibir la información, en lugar de impulsar un estado de confusión y de recelo y pensar que toda la población joven va a leer estos materiales y van a empezar a consumir alocadamente y desmesuradamente. Cuando se ofrece a los consumidores información efectiva y veraz sobre los riesgos del consumo y como reducirlos,  de ninguna manera se está incentivando el consumo en no-consumidores. Es como si hiciéramos recomendaciones a los vegetarianos sobre cómo evitar riesgos al pasarse a este tipo de dieta y de pronto se nos acusara de incitar a todo el mundo a ser vegetariano. No tiene sentido hacer esta asociación, pero ya sabemos que las drogas o sustancias psicoactivas son y han sido usadas como herramienta para el sensacionalismo político.

Por otro lado, quienes desarrollan actividades de reducción de riesgos deben hacerlo con el máximo de profesionalidad y el mejor saber hacer, cuidando siempre que los materiales y mensajes no lleguen a poblaciones diferentes de aquellas a las que están destinadas. Si un ayuntamiento o administración quiere incentivar las campañas preventivas o intervenciones mediante puntos informativos en fiestas locales (estands), deben informar con mucho cuidado y explicar bien los motivos, a quién va dirigido y a quien no, y sobretodo comprobar técnicamente que tanto los textos incluidos en los materiales como los que difunden las actividades son revisados minuciosamente y al detalle. En un mundo ideal no tendría que ocurrir nada porque un ayuntamiento firme o apoye una campaña de reducción de riesgos para proteger o ayudar a una parte de la población joven, si bien por el momento parece que para curarse en salud deberían seguir escondiéndose detrás de los proyectos o iniciativas (financiándolos, eso sí) que pueden actuar con un discurso más libre de censuras. Eso si consideramos y estamos de acuerdo en que es más importante que se realice la actividad por el bien de los destinatarios, antes que se paralice por la manera en que se ha realizado y que ya hemos visto que puede pasar en nuestra sociedad.

En definitiva, no hay que menospreciar las iniciativas de reducción de riesgos o daños, ya que éstas son muy valiosas y aunque pueda haber alguna metedura de pata, en el balance entre efectos positivos y negativos siempre salen ganando los beneficios ante los posibles efectos adversos o secundarios. Aunque no abundan y hacen falta más investigaciones al respecto, sí existen algunas aproximaciones para evaluar la eficacia de las intervenciones entre iguales en contextos de ocio mediante folletos informativos como la investigación en Australia del National Drug and Alcohol Research Center (NDARC), donde se evaluó los cambios de actitud en los consumidores de éxtasis y otras drogas relacionadas al recibir información preventiva mediante intervenciones breves motivacionales de personas/educadores “iguales” en contextos de ocio (7).

Muy probablemente la sociedad aún no está preparada para entender qué significa educar en el consumo de sustancias y cómo activar los procesos de cambio y autogestión de los consumos para evitar riesgos derivados. Pero es normal que sea así, viendo que quien emite los mensajes sobre cómo educar sobre drogas a gran escala con destino a la población general son los portavoces políticos y los periodistas sensacionalistas, tal y como ha sucedido en los tres casos vistos. Estas voces están hablando de temas que desconocen y por tanto lo van a hacer desde la estigmatización del colectivo atendido, con intereses. Queda mucho trabajo por hacer.

Referencias

  1. Melero, Juan Carlos. “Políticas de drogas y racionalidad: a propósito del tormentoso devenir de una campaña de reducción de riesgos desarrollada en Bilbao”. URL disponible en: http://www.lasdrogas.info/opiniones/461/politicas-de-drogas-y-racionalidad-a-proposito-del-tormentoso-devenir-de-una-campana-de-reduccion-de-riesgos-desarrollada-en-bilbao.html (Acceso Septiembre 2017)
  2. Alonso, José Mari. “Pica bien tu raya: Bilbao la lía con una campaña a los jóvenes cocainómanos”. URL disponible en: https://www.elconfidencial.com/espana/pais-vasco/2017-09-12/droga-cocaina-bilbao-raya-campana_1441917/ (Acceso 12/09/2017)
  3. Cadena SER. “Bilbao retira una campaña municipal sobre cómo esnifar bien una raya de cocaína”. URL disponible en: http://cadenaser.com/emisora/2017/09/13/videos/1505279738_484265.html (Acceso 13/09/2017)
  4. “Comunicat del CJB sobre l’activitat de prevenció i reducció de riscos en el consum de drogues a la Lali Jove”. URL disponible en: http://www.cjb.cat/blog/2018/02/comunicat-del-cjb-i-energy-control-sobre-lactivitat-de-prevencio-i-reduccio-de-riscos-en-el-consum-de-drogues-a-la-lali-jove/ (Acceso 8/2/2018)
  5. Mohorte. “Explicar a la gente cómo drogarse bien es en realidad una buena idea”. URL disponible en: https://m.magnet.xataka.com/en-diez-minutos/explicar-a-la-gente-como-drogarse-bien-es-en-realidad-una-buena-idea (Acceso 6/2/2018)
  6. El Diario.es. “El Ayuntamiento del PP en Zaragoza también difundió una guía sobre consumo de drogas”. URL disponible en: http://www.eldiario.es/sociedad/Zaragoza-guia-drogas_0_737377217.html (Acceso 06/02/2018)
  7. Bleeker et al. 2009. The feasibility of peer-led interventions to deliver health information to ecstasy and related drug (ERDs) users. NDARC Technical Report No. 299. ISBN: 978 7334 2720 6