Para ayudar a tantos otros como Lourdes, María y Manolo, hace más de 6 años surgió Aralar, la asociación de ludópatas navarros. Los voluntarios que trabajan en esta entidad privada sin ánimo de lucro dirigen su atención tanto a las personas que sufren problemas con el juego como a sus propias familias, para que aprendan a tratarlos y a quitarse ese sentimiento de culpa que generalmente les ocupa.

Iziar Martínez, asistenta social de Aralar, considera fundamental la información y el control de este tipo de patología: «Es más difícil controlar el acceso a una máquina en un bar que a una sala de juegos o un bingo. Para lo segundo existen autoprohibiciones, lo primero es prácticamente imposible». Manolo lleva un mes en la asociación y desde entonces no ha vuelto a jugar. Por su parte, Lourdes lleva cuatro meses, aunque es reincidente. María lleva tres meses en la terapia de Aralar. «Tenemos dos terapias a la semana de hora y media que se pasan muy rápidas. En las reuniones, si hay algún problema lo hablamos y si no, siempre sacamos algún tema para tratarlo. Lo que se les aporta son las experiencias vividas; de eso se aprende«, comenta Iziar Martínez.

¿Cómo se empieza en el mundo del juego?

-Lourdes: Se empieza de la manera más tonta, con una moneda. Yo metía muchas horas en el trabajo y salía asqueada todos los días. Me metía en un bar, me tomaba un pincho y echaba el cambio en la máquina. No me daba cuenta y en el último mes me fundí casi 300.000 pesetas en la máquina.

-Manolo: Yo empecé igual. Al principio metes veinte duros con los amigos, o 500 pesetas como mucho, pero en los últimos dos años y medio la cosa vino a más. Lo cierto es que no sé por qué empecé. Estoy casado y tengo un hijo, nos llevamos muy bien y no tenemos ningún problema; no se puede decir que haya una causa en especial por la que empecé en esto. Un día vi una sala de juego y entré por curiosidad. Por fortuna o por desgracia, ese día me tocó el bote de 50.000 pesetas. Pensé que eso era un chollo y, poco a poco, me fui viciando. Yo cada día echaba todo lo que tenía, 10, 15 o 20 pesetas, todo lo que podía.

-María: Un día metes una moneda a una máquina tragaperras y por lo que sea te toca un premio. Así es muy fácil volver a intentarlo otro día.

¿Hasta qué punto han estado enganchados?

-Lourdes: La primera vez que caí, llegué a perder mi trabajo. Cogía dinero del trabajo para jugar y se enteraron del desfalco.

-Manolo: Llegué a pedir dinero a todos mis amigos, a mi jefe, pedí un préstamo; sacaba dinero de todas partes. Pero al final se te termina cerrando en círculo para pedir más dinero.

-María: Yo no me gastaba mucho dinero cada día, yo me gastaba un día 2.000 pesetas, al día siguiente no iba, al otro otras 2.000; el día en el que más me gasté fueron 10.000 pesetas. El problema es que vas sumando poco a poco y te terminas gastando muchísimo dinero. LLegué a un punto en el que tuve que pedir un crédito personal para conseguir más dinero y terminé pidiendo otro para pagar ese. Es un engaño detrás de otro y no te das cuenta de que lo que realmente te juegas es la familia.

Además del importante desembolso económico, ¿En qué más afectó el juego a su vida personal?

-Lourdes: Además de engañar a todo el mundo, sufres dolores de cabeza, falta de sueño y encima te rompes los cuernos pensando de dónde vas a sacar más dinero. Pierdes tu autoestima; yo me sentía como un cero a la izquierda, como si no valiera nada. Pierdes amigos, tiempo de estar con la familia, tiempo de hacer lo que te gusta realmente: acabas medio loca.

-María: Yo no dormía por las noches. Tenía miedo de todo. Le pedía al portero que me diera el correo sólo a mí para que pudiese apartar las cartas que no me interesaba que viera mi marido. Todo es una cadena de la que no se puede salir. Afecta en todo. A mí no me repercutió en el trabajo, pero fue porque allí ponía una cara y el resto del día tenía otra muy diferente.

¿Cómo se enteraron sus familias de su enfermedad?

-Lourdes: Yo escuchaba de vez en cuando programas de radio en los que se hablaba de la ludopatía y me preguntaba si me pasaría a mí lo mismo. Un día me decidí y lo conté en casa. Durante dos años y medio fui a una terapia para curarme y estuve durante cinco años sin tocar una máquina. Hace un año y medio volvía a caer. Pensaba que ya me había curado y estaba contenta porque dominaba la situación. En Sanfermines el problema se agravó y mi hermana lo descubrió por la cartilla. El día que se enteró mi hermana me dijo: De aquí no pasas. O pones de tu parte para salir del agujero o ya sabes dónde tienes la puerta.

-Manolo: Mi familia reaccionó muy mal. Mi mujer pensaba que estaba con otra y que por eso gastaba tanto dinero. En ese momento perdieron toda la confianza en mí. Mi mujer es de fuera y me dijo que si volvía a caer se iba y me dejaba. Ahora que ya llevo un mes en la terapia parece que las cosas vuelven a su cauce, aunque ahora es mi mujer la única que administra el dinero y yo sólo toco lo justo para el tabaco y el café.

-María: El pasado día 6 de enero explotó todo. En la cartilla se reflejó todo el dinero que faltaba. Mi marido me dijo que me fuera de mi casa, ahora sé que fue una reacción lógica y normal porque la situación ya no era sostenible y yo estaba jugando con el bienestar de mi familia. Me fui a casa de mi hermana y le dije lo que me pasaba. Al día siguiente volví a casa para hablar y encontré a mi marido destrozado. Senté a mi hija y a mi marido y les dije: soy ludópata. Ellos me hablaron de la asociación y vine al día siguiente.

¿Cómo vive la familia una situación de ludopatía?

-Lourdes: La familia lo vive fatal. Cuando se enteran se llevan un fuerte mazazo y es terrible. Yo no sé si sería capaz de resistirlo en su situación. El apoyo de la familia es fundamental para superarlo y lo dice una persona que es reincidente. La primera vez que caí en mi casa pensaban que cogía el dinero para comprar drogas. Yo les dije: No, pero casi es peor, porque es un problema más psicológico que físico.

-Manolo: Ellos son los que más sufren con esto. Al principio es normal que reaccionen muy mal porque no se conoce mucho este problema. Su apoyo resulta elemental para erradicar la enfermedad.

-María: Hasta que no se entera tu familia, te engañas a tí misma. No te das cuenta del problema que tienes; dices hoy no voy a jugar, mañana tampoco, hasta que llega el día en el que vuelves a caer.

¿Eran conscientes de que tenían un problema?

-Lourdes: Cuando estás jugando sólo piensas en eso. Realmente hasta que no encuentras una ayuda como la de la asociación, y quieres poner solución a tu enfermedad, no consigues nada de nada.

-Manolo: Yo veía a gente igual que yo en programas de televisión y pensaba que ese no era mi caso, que yo podía dejarlo cuando quisiera.

-María: No te das cuenta de que tienes un problema. Yo también veía los programas de televisión en los que hablaban de la ludopatía y decía: eso me pasa a mí. Pero al mismo tiempo que me daba cuenta, me engañaba a mí misma negándolo. Estaba segura de que lo podía dejar cuando quisiera. Cuando lo reconoces es cuando te decides a actuar para acabar con el problema.

¿Cómo fue su primer día en la asociación?

-Lourdes: La primera vez que vine entré como se tiene que sentir un toro cuando sale al ruedo de la plaza. Pero una vez que lo sueltas todo y te sientes arropado por tus compañeros sientes un gran alivio. Esto es como una gran familia, hay buen ambiente y eso es muy importante para curarte.

-Manolo: Te sientes como si fueras al matadero. Yo conocí Aralar porque a un familiar le pasó algo parecido y le ayudaron mucho. Me convencieron y decidí curarme. El primer día me sentía mal y tenía mucho miedo. Casi no me atreví ni a hablar. Pero al final salí muy contento.

-María: Yo vine sola. Cuando entré por la puerta de la asociación, estaba tan nerviosa que cuando me presentaron a la gente ni me enteré de sus nombres. El primer día lo solté todo de golpe, me desahogué y sentí una gran tranquilidad al ver que había más gente como yo, que me comprendía y que me apoyaba.

¿Cómo les resulta ahora, que llevan un tiempo sin jugar, volver a ver una máquina de juegos?

-Lourdes: Yo hace más de cuatro meses que no he tocado una máquina para nada, de hecho, en estos últimos cuatro meses apenas he entrado en un bar ni para tomar un café. Cuando paso por la puerta de algún bar en el que solía jugar y veo que hay alguien jugando en la máquina me pregunto si debería entrar para darle la tarjeta de la asociación. El problema es que no sabes cómo van a reaccionar, yo misma reaccioné fatal una vez que un vecino quiso hacer algo parecido conmigo.

-Manolo: A veces te dan tentaciones y procuro mirar para otro lado.

-María: Yo ahora, cuando vuelvo a los bares y veo las máquinas en las que jugaba siento verdadero asco. Me he concienciado de tal forma que ahora me pregunto cómo pude hacer lo que hice.

¿Cuánto tiempo de terapia creen que es necesario para curarse definitivamente?

-Lourdes: Yo, al ser reincidente, tengo el propósito de no decir que me he curado. Yo pensaba que después de dejarlo durante cinco años ya estaba curada y no era así porque volví a caer. El chip del juego lo tienes siempre: yo creo que no te curas nunca.

-Manolo: Hay gente que lleva siete u ocho años sin jugar y siguen viniendo a la asociación. Es una terapia que, a veces, no conviene dejar definitivamente.

¿Qué le aconsejarían a una persona que tiene el mismo problema que ustedes y que todavía no se ha dado cuenta?

-Lourdes: Yo no les diría nada cuando están jugando en ese mismo momento. Yo hablaría con ellos cuando ellos mismos estén en un momento de recapacitación. Les diría que no lo duden ni un minuto, que no vuelvan a jugar y que se unan a la asociación.

-Manolo: Pero es muy difícil que se tomen bien un consejo de este tipo. En mi opinión lo mejor es hacerles ver que cuando se arruinen del todo y se les cierre el círculo para pedir dinero van a tener que venir de todas maneras.

-María: Es algo muy difícil. Si les dices: no juegues porque es malo, lo primero que te contestan es métete en tu vida. No se dejan ayudar.

Si estuviera en su mano, ¿Cambiarían la legislación para prohibir el juego?

-Lourdes: Todas las prohibiciones son malas. Eso es como cuando la ley seca de EEUU, la gente seguía bebiendo igual o más que antes. Pero es cierto que hay que regularlo mejor.

-Manolo: No estamos en contra del juego controlado. Creo que habría que informar mejor sobre la ludopatía, para que la gente no piense que es un vicio, que sepan que es una verdadera enfermedad y que tiene solución.

-María: Lo mejor es que se controle mejor para que no pasen estos casos patológicos.