El miedo al éxtasis ha calado por fin en la sociedad. Era la «droga del amor» que provocaba «una diversión sin límites» y las voces que clamaban contra su consumo hace cinco años y más se quedaban sin fuerza. Los mensajes tanto desde las organizaciones no gubernamentales como desde el delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas chocaban contra una sociedad confundida, contra una «moda» que parecía sólo algo más que un juego pero podía ser mortal. «Cuarenta personas han muerto por consumo de éxtasis en España en los últimos diez años», recuerda el Plan Nacional sobre Drogas, pero hasta que no ocurrió una nueva tragedia, en marzo del año pasado, casi todo siguió igual.
Hoy ya es distinto, y tanto los informes de los técnicos como datos indirectos invitan a un cierto optimismo. Los expertos señalan tres claves: el conocimiento generalizado de las repercusiones tóxicas que tienen los psicoestimulantes, efectos de tragedias como esa de Málaga en marzo de 2002 donde murieron dos jóvenes por el consumo de éxtasis, y la pérdida de la imagen social de la que en un momento disfrutaron estas sustancias.
«Es cierto que todos los indicadores y encuestas de este año son favorables a la percepción de que el consumo de éxtasis está retrocediendo, pero hay que mantener la prudencia porque la introducción de esta sustancia en la sociedad experimenta muchos vaivenes». Eusebio Megías, director técnico de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), confirma de este modo los datos positivos referentes a las drogas de diseño en nuestro país.
Repercusiones médicas
También las repercusiones médicas son ya evidentes. El doctor Pere Munné, especialista del Servicio de Toxicología del Hospital Clínico de Barcelona, clarifica los efectos del éxtasis: «Del caudal de intoxicaciones, atendidas en el año 2002 en los servicios de urgencias de este hospital, un 14 por ciento del cómputo global por abuso de drogas son debidas a drogas de diseño». Problemas para dormir, fatiga o cansancio, irritabilidad, riñas y tristeza son los efectos achacados a las pastillas de MDMA (metilendioximetanfetamina) por los jóvenes españoles en la encuesta del Plan Nacional sobre Drogas. Los especialistas añaden a la lista, además, efectos cardiovasculares neurológicos, depresión y deshidratación aguda. Por si fuese poco, los efectos se disparan al hablar de un policonsumo combinado con otras drogas, algo frecuente en el caso del alcohol.
En esa encuesta, ya se vislumbraba la realidad que se ha impuesto en nuestro país. El año 2000 representó el pico de la línea ascendente que reflejaba el número de consumidores de drogas sintéticas en España. Según el Observatorio Español sobre Drogas (OED), el número de pacientes tratados en centros hospitalarios por abuso o dependencia de éxtasis, anfetaminas y alucinógenos era de 240 personas, frente a 135 del año anterior. También, a nivel exclusivamente escolar (estudiantes de 14 a 18 años), el porcentaje de jóvenes que declaraban hace tres años que consumían habitualmente estas sustancias tóxicas era de un 2,5 por ciento. Un dato que, a partir de ese momento, comenzó a bajar. En diciembre de 2002 este índice había disminuido en un 8 por ciento, motivado, fundamentalmente, por la mayor percepción del riesgo que acarrea la adicción a esta sustancia. Así, hasta un 87,7 por ciento de la muestra del estudio respondieron que consumir habitualmente éxtasis era pernicioso, un punto y medio porcentual por encima del año 2000. Coherente con esta declaración, la continuidad en el consumo de éxtasis entre los adolescentes españoles bajó muy significativamente, pasando de un 43,9 por ciento en 2000 al 27,9 por ciento dos años después. Y ahora, según las encuestas realizadas por la FAD durante los diez primeros meses de 2003, «debería reducirse aún más», dice Mejías.
Hay otros datos, de enero a octubre de 2003, desvelados a ABC por fuentes oficiales y que de forma indirecta prueban la caída del mercado del éxtasis en España. En 1999, se incautaron 357.649 pastillas, cifra que aumentó un año después hasta las 891.564 y que permaneció casi invariable en 2001 (860.165). En 2002, la cifra de incautaciones aumentó hasta 1.396.556, un «efecto reforzado por una mayor atención de los Cuerpos de Seguridad», según refleja Interior. Durante 2003, y hasta el pasado 20 de octubre, se decomisaron 513.666 pastillas. Si antes, «la clara tendencia ascendente de la demanda de éxtasis» tenía «su reflejo en las incautaciones», ahora es evidente que el mercado ha perdido clientes.
Las advertencias, primero, y las campañas, después, del Plan Nacional sobre Drogas, así como de la FAD. Los mensajes desde los medios de comunicación. La unión de todos contra el éxtasis. Al final llegan los frutos.