A pesar de esto, investigaciones recientes informan que el consumo de drogas dentro de los centros penitenciarios no solo es más elevado que en la población general, sino que también es más problemático; es decir, tiene mayores consecuencias negativas para la salud de las personas en prisión, ¿por qué?
En contra de toda evidencia científica al respecto, en Colombia, la privación de la libertad, más que una oportunidad de resocialización para las personas, es sin duda un castigo, debido a las condiciones en las cuales vive una persona una vez se impone una medida intramural. No en vano tres de las cuatro veces que se ha declarado la emergencia carcelaria ha tenido que ver con la violación de derechos humanos a las personas privadas de la libertad.
Por ello, el consumo de drogas dentro de los centros penitenciarios es utilizado para la convivencia entre la población, así como para coexistir en las condiciones insalubres de alimentación, el hacinamiento e incluso la escasez de agua potable, ni que decir sobre la imposibilidad de acceder a servicios de salud.
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