En Estados Unidos hay cosas que funcionan por colores afines, como los matrimonios. Pese a que las uniones entre blancos y negros aumentaron de 65.000 en 1970 a 422.000 en el 2005, siguen siendo muy poco corrientes.

Otro ejemplo es el de las iglesias, instituciones entre las más segregada del país, eso sí, por voluntad de los fieles. Solo un 5% de los templos son mixtos, y la mitad de ellos están en proceso de convertirse en solo para blancos o para negros. Otra muestra es el tabaco. Resulta que más del 75% de los fumadores negros prefiere los cigarrillos mentolados (favoritos también de un buen número de adolescentes), frente a menos de un 25% de consumidores blancos.

Eso significa que son sobretodo los negros quienes pagan por las cajetillas con el sabor más popular en EEUU. Por eso los mentolados protagonizan la última batalla legal en el Congreso, donde unos apuestan por prohibirlos y otros, por convertirlos en la excepción de una legislación que le daría al Gobierno federal el poder para regular sobre estos polémicos productos. Y además sería la primera vez que lo hicera.

Louis Sullivan

La ley aprobada en la Cámara de Representantes la semana pasada, y que llegará al Senado en otoño, prohíbe los cigarrillos con sabor a clavo, vainilla y otros sabores especialmente atractivos para los jóvenes. Pero quienes la impulsaron prefirieron dejar que la agencia gubernamental Food and Drug Administration (FDA) decida sobre los controvertidos mentolados, una victoria que se apuntaron sus defensores. Es decir, la compañía Philip Morris y miembros del lobi negro. Al otro lado están sus detractores: siete exsecretarios de Salud, activistas afroamericanos antitabaco y una parte de la comunidad negra.

«Si vamos a prohibir el clavo, no veo por qué no deberíamos hacer lo mismo con los mentolados», afirma Louis Sullivan, secretario de Salud de George Bush padre. Sullivan es uno de los siete exsecretarios que enviaron una carta a los legisladores oponiéndose a hacer una excepción con el sabor preferido por los fumadores negros.

Lo normal es que la principal asociación médica del país estuviera de acuerdo con esta afirmación. Pero lo curioso del caso es que tanto el presidente, Ron Davis, como muchos delegados de la American Medical Association (AMA) apuestan por no incluir los cigarrillos mentolados en esta ley. ¿Su objetivo? Conseguir un compromiso entre los dos partidos –el Demócrata y el Republicano– para legislar esta materia y ponerla bajo la regulación del Gobierno. «Si no respaldamos la excepción de los mentolados todo se retrasará», apunta Davis, dispuesto a levantar la mano para que la FDA tenga por primera vez la capacidad de reducir ingredientes dañinos en los cigarrillos y prohibir palabras como light. Además, el presidente de la AMA diferencia entre otros sabores y los mentolados. «Prohibiéndolos, simplemente conseguiríamos que los adultos negros se cambien a otro tipo de tabaco».

¿Fuera del trato?

Según la Red Afroamericana para la Prevención del Tabaco, marcas como Kool anunciaban sus mentolados en los años 60 con publicidad dirigida exclusivamente a los negros residentes en zonas urbanas. Ese mismo grupo, capitaneado por William S. Robinson, cree que se puede conseguir una ley más amplia sin el apoyo de Philip Morris. «Desde el punto de vista de la industria, entendemos por qué el mentolado está fuera del trato: representan casi un 30% de los 45.000 millones de euros en las ventas de EEUU», subraya Robinson. El portavoz de Philip Morris, Bill Phelps, lo explica como mejor le conviene: «Esta ley permitirá a la FDA retirar las sustancias perjudiciales. Según nuestras investigaciones científicas, los mentolados no están entre ellas».

Así, éste ya no es un debate sobre el tabaco, sino sobre el color del tabaco. Para el productor de música Jamey Heath, negro, incluir en esta ley los cigarrillos que él fuma le parece inconstitucional. «Una cosa es que los prohíban todos, y otra cosa es esto», dice a The New York Times. Otro de los entrevistados, un ejecutivo de Hollywood blanco, aficionado a la nueva marca de mentolados Marlboro Smooth, se niega a que el Gobierno le diga lo que debe fumar, aunque por otro lado «una prohibición me ayudaría a dejarlo, que es lo que debo hacer». En fin, la eterna duda de los fumadores.