Orsi (Brescia 1946) llegó a España para ser maestro, pero en 1982, con los Hijos de María Inmaculada, plantó cara a las drogas. Del romano Progetto Uomo aprendió a rescatar náufragos del delirio y en 1984 abrió Proyecto Hombre en Madrid. Profesionales eficaces, voluntarios y familias entregados, la médula de un equipo de éxito.

Desde hace 25 años su vida es dar la batalla a la droga arrancando de su exterminio miles de vidas. Hoy sigue en esa trinchera convencido de la salvación del hombre.

Vino a España a trabajar en la educación, pero se volcó en el infierno de la droga. ¿Qué le pasó?

– Sólo vi que era un mundo desatendido donde había muchos jóvenes que se estaban perdiendo.

Habla de la época salvaje de la «movida» donde el «caballo» desbocado causaba estragos.

– Desde el año 82, aunque Proyecto Hombre no abrió hasta el 84, había muchos aspectos de la juventud que poca gente cubría y que comenzaban a tomar tintes preocupantes. Sí había muchas parroquias en Madrid que empezaban a movilizarse, grupos de madres, familias angustiadas, la coordinadora de barrios que siempre andaba detrás… Emergía un problema para el que no había respuesta.

Del drogadicto marginal al botellón actual, ¿qué ha pasado en este cuarto de siglo?

– Que hemos ido de la alarma social a la normalización del problema. El número de alcohólicos crece imparable. Pero, ¿a quién le molesta el botellón? Pues a los vecinos que son quienes lo denuncian. ¿Acaso lo denuncian los padres preocupados porque sus hijos vuelven a casa borrachos? Esa es la desgracia y me preocupa mucho. Porque el problema no es sólo la heroína, sino las sustancias que crean adicción como el alcohol, el cannabis, la cocaína, que está siendo muy destructiva, y el resto de las drogas.

¿La más mortífera?

– Sin duda, la cocaína, que se había visto con buenos ojos, la droga del éxito, de pasarlo bien, y que destroza tantas vidas. Y no olvidemos el alcohol. Más que de una droga hablamos de politoxicomanía.

¿Cuál es la más sutil?

– El cannabis. Goza de una reputación de casi inocuidad y es causa de graves problemas, sobre todo en los más jóvenes. Un adolescente que lo consuma camina hacia un fracaso escolar casi seguro, está cerrando su porvenir porque no tiene capacidad de concentración, pierde el interés por casi todo… Muchos padres han sido o son fumadores de cannabis y no comprenden que el adelanto de la edad de inicio del hijo a los 13 años es brutal.

¡Qué soledad la de predicar en el desierto!

– Cuando vamos a los centros escolares a dar charlas sobre drogas hay muy poquitos padres. Es inquietante. Los padres tendrían que ponerse las pilas y preocuparse más.

¿Y qué dice a los que van?

– No deleguéis todo y asumir vuestra responsabilidad.

¿Le suplicó alguna madre?

– Una hija de 14 años, que pedía ayuda para su madre. ¡Qué tristeza, qué dolor, qué carga! Y qué cambio cuando logró verla rehabilitada. Me conmovió.

La madre de una alcohólica me dijo «preferiría que tuviera cáncer porque al menos así me dejaría abrazarla, besarla, consolarla».

– La impotencia es terrible. Ves que se están estrellando y no puedes hacer nada. Por eso trabajamos con grupos de auto ayuda para padres, donde les decimos que si su hijo se quiere estrellar y ellos no pueden hacer nada, que no se estrellen ellos también.

¿Alguna vez tiro la toalla?

– Nunca. Ha habido momentos duros y difíciles. Los peores, cuando vi morir a personas rehabilitadas,pero con sida, que habían luchado ferozmente por remontar su vida, para las que los retrovirales no llegaron a tiempo por muy poco. Hubo el consuelo de una muerte digna y no la del tirado en la cuneta con una jeringa clavada en el brazo.

En el 85 dictó la conferencia «¿Es posible curarse de la droga?». ¿Su respuesta hoy?

– ¡Claro que sí! No hay caso imposible; lo habrá muy difícil, de gente con muchos años de dependencia, pero si se quiere, con ayuda profesional y apoyo social, se consigue.