1 de cada 4 personas consumidoras lo hace para afrontar emociones negativas lo cual está asociado con una mayor probabilidad de tener un consumo problemático

Redacción – El cannabis es la droga ilegal más consumida y la que en general más preocupa a la comunidad educativa y a las familias.

Aunque la última encuesta EDADES siguió creciendo la prevalencia de personas que han consumido cannabis alguna vez en la vida, los resultados no mostraron un aumento en la frecuencia de consumo y una estabilización del consumo problemático en el 1,9% de la población (3% en hombres y 0,9 % en mujeres).

A menudo, aunque muchas investigaciones sobre el cannabis se centran en los patrones de consumo y sus consecuencias no incluyen los motivos de quienes consumen.

En un artículo publicado en el último número de la revista Adicciones, se describe la principal motivación para el consumo de cánnabis de distintos perfiles en la provincia de Barcelona y se analiza su relación con el patrón de consumo y la probabilidad que sea problemático.

El estudio que fue financiado con la subvención española del Plan Nacional sobre Drogas, Ministerio de Sanidad y Consumo, reclutó sus 468 participantes en distintos ámbitos como asociaciones cannábicas, universidades, consultas externas de salud mental y espacios de ocio que habían consumido en los dos últimos meses. El estudio utilizó un cuestionario para explorar datos sociodemográficos, el patrón de uso y potencial consumo problemático y la motivación principal para el consumo.

Los resultados mostraron que los principales motivos para consumir cannabis eran mejorar las emociones positives (35%), por costumbre (29%) y para afrontar emociones negativas (25%).

Las personas que consumieron como vía de escape mostraron una mayor cantidad consumida y mayor probabilidad de tener un consumo problemático, mayor vulnerabilidad social (más de la mitad estaban desempleados).

En este sentido, el estudio concluye que desde el punto de vista clínico es importante explorar cual es la motivación del consumo para poder identificar de forma precoz aquellas personas que, con mayor probabilidad, pueden padecer un consumo problemático.

Desde el punto de vista de la salud pública, más allá de las políticas de control de la oferta, se sugiere que un enfoque que incluya la educación en la gestión de las emociones como estrategia preventiva podría ser de utilidad.

Autoría del articulo:

Cristina Casajuana Kögel, Hugo López-Pelayo, Clara Oliveras, Joan Colom, Antoni Gual, María Mercedes Balcells-Oliveró.

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