El informe Cannabinoides sintéticos elaborado por el Ministerio de Sanidad de España a través de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas ofrece una radiografía actualizada de los cannabinoides sintéticos, un grupo de sustancias psicoactivas emergentes. Se trata de compuestos elaborados en laboratorios clandestinos, cuyo objetivo es imitar los efectos del tetrahidrocannabinol (THC), principal componente psicoactivo del cannabis natural, aunque con una potencia y toxicidad mucho mayores.

Estas sustancias forman parte de las denominadas nuevas sustancias psicoactivas (NSP), entre las que se incluyen psicoestimulantes, alucinógenos y depresores sintéticos. Los cannabinoides sintéticos (o agonistas sintéticos de los receptores cannabinoides, SCRA por sus siglas en inglés) actúan como agonistas completos del receptor cannabinoide CB1, lo que significa que se unen con mayor fuerza que el THC, generando efectos mucho más intensos y potencialmente peligrosos.

Aunque se presentan como «alternativas legales» al cannabis, estos productos pueden causar efectos adversos mucho más graves. Su composición química es diversa, lo que dificulta tanto su regulación como su detección y control. Se comercializan bajo nombres llamativos como Spice, K2, Pescao, Droga Spice, Hierba Falsa, o Yucatán Fire, y suelen distribuirse en forma de hierba seca impregnada, líquidos para vapeo, papeles impregnados o, más recientemente, en productos comestibles como gominolas o snacks.

El acceso a estos productos es cada vez más sencillo, ya que se pueden adquirir por internet o redes sociales, y a menudo se venden engañosamente como cannabis natural. El informe subraya que muchas personas consumidoras no son conscientes de que están comprando una droga distinta, lo que aumenta el riesgo de intoxicaciones y sobredosis. Incluso se suele adulterar el cáñamo industrial con estos compuestos para aumentar sus ganancias, ya que la planta tiene una apariencia similar a la marihuana tradicional.

Según la Encuesta Escolar Europea sobre Alcohol y Otras Drogas (ESPAD) de 2019, un 3,1% del alumnado europeo declaró haber consumido cannabinoides sintéticos alguna vez, con cifras más altas en Francia (5,2%) y más bajas en Eslovaquia (1,1%). Además, el consumo es más prevalente entre personas en situación de vulnerabilidad.

En 2024, el Sistema Español de Alerta Temprana notificó 14 casos de intoxicaciones por gominolas adulteradas con cannabinoides sintéticos en Madrid y Barcelona. Las sustancias implicadas fueron hexahidrocannabinol (HHC) y tetrahidrocannabiforol (THCP), dos compuestos muy potentes.

Los efectos inmediatos de estas sustancias pueden parecer similares a los del cannabis —euforia, relajación, alteración de la percepción—, pero su potencia y dosis impredecibles hacen que también se registren episodios de ansiedad severa, psicosis, convulsiones, arritmias, vómitos, taquicardia, y en casos extremos, sobredosis y muerte.

Entre los efectos adversos más preocupantes destacan los trastornos psicóticos agudos incluso en personas sin antecedentes psiquiátricos, así como potencial carcinogenicidad según estudios recientes. También existe el fenómeno de los «puntos calientes», zonas del producto donde se acumulan grandes cantidades de sustancia activa, lo que incrementa el riesgo de intoxicaciones graves.

A nivel europeo, la Agencia de la Unión Europea sobre Drogas (EUDA) vigila actualmente 281 cannabinoides sintéticos diferentes, con una gran cantidad de nuevas moléculas que aparecen cada año. El Sistema de Alerta Temprana de la UE los considera el grupo más amplio de sustancias a seguir en el continente.

Uno de los aspectos que el informe destaca con especial énfasis es la confusión terminológica. El uso del término «cannabis sintético» es considerado engañoso por muchos expertos, ya que estos productos no son cannabis, ni seguros, ni legales. Algunas investigadoras proponen llamarles «agonistas sintéticos de los receptores cannabinoides» o «productos derivados del cannabis psicoactivo», para evitar que el público los asocie con productos más regulados o naturales.

El informe señala que esta falta de claridad en la denominación está siendo explotada por la industria y ciertos canales comerciales, lo que contribuye a una falsa percepción de seguridad.

Por último, el documento concluye con una llamada a la acción urgente destacando que los cannabinoides sintéticos son una amenaza real, creciente y difícil de controlar por su diversidad y accesibilidad. También que es necesario reforzar los sistemas de alerta, regular la comercialización de productos engañosos, y mejorar la información pública para prevenir su uso. Y que se debe garantizar el acceso a servicios de prevención, reducción de daños y tratamiento para las personas afectadas.