Vaya, María, qué escenita más horrible. A esas dos que les den mucho, hay gentuza en todas partes ¿qué más te da lo que piensen/digan/hagan?
Lo que sí es importante es que le contéis al médico lo de los ataques de agresividad. Es curioso, ya sabrás que las personas con demencia suelen mostrar su agresividad con las personas por las que se sienten más protegidas. Qué mecanismos más extraños tiene la mente, c*oño. Una vez aquí esos ataques, valorad lo de la asistencia especializada. Como te contaba en mi casa se produjo un drama familiar, pero mirando atrás yo creo que fue una opción que se retrasó demasiado y quizá llevándola antes a un centro nos hubiésemos ahorrado muchas escenas terribles (que por otro lado fueron necesarias para tomar la decisión).
Si me permites, te voy a contar una situación que todavía evoco por las reflexiones que despertó en mí. (Si me pongo pesada, te saltas la historia y me lo dices, que yo soy muy brasitas y cuando me da por darle vueltas a las cosas no paroooo

).
Pues el caso es que estábamos mi marido y yo en la sala de espera para una resonancia. Juntos, abrazándole yo y tranquilizándole porque acababa de terminar la radioterapia para unas metástasis cerebrales y la resonancia era para ver cómo estaba todo. Cuando le llamaron, yo aproveché al quedarme sola para descargar la tensión y me puse a llorar en silencio. Había más gente en la sala pero ni les veía. Aquello tenía que salir y no quería llorar delante de él. Así que se me acercó una señora de unos 60 años para darme un kleenex. Me preguntó:
- Está muy enfermo su marido ¿verdad?
- Sí, contesté, tiene un cáncer muy avanzado y estamos tan asustados...
- Les estaba mirando y me daba tanta envidia..., me dijo.
- ¿Envidia?
- Sí, al ver tanto amor entre ustedes, mi marido también tuvo cáncer y me recordaban ustedes a nosotros hace años. Añoro tanto aquellos momentos...
- Lo siento, señora ¿falleció?
- No, hija mía, mírele, es ése de ahí.
Miré y había un señor mayor, con la mirada perdida, con movimientos involuntarios en plan gestos fuera de lugar o tics nerviosos, sin ninguna expresión, sin ninguna emoción, sin ningún interés en el mundo. La señora siguió:
- No, se curó, superamos el cáncer hace años. Ahora tiene Alzheimer, no me reconoce, me insulta, hasta se pone agresivo a veces, no consigo ni una sonrisa de sus labios, ni una mirada agradecida... es durísimo. Le quiero tanto como antes, pero querer a quien no puede ya expresarte su amor está siendo muy doloroso. Por eso me dan ustedes envidia, porque yo veo cómo cuida usted de su marido y ver en los ojos de él tanto amor y tanta admiración hacia usted es algo que yo sé que no tendré ya nunca más.
Se me cortó el llanto de golpe, se me acabó la autocompasión. Nuestra situación era durísima pero había situaciones aún peores. Esa señora me había hecho de repente valorar que teníamos nuestro amor y podíamos expresárnoslo el uno al otro. Sólo me salió darle las gracias, muy emocionada, y pedirle perdón. Me sentía de repente tan egoísta, tan desconsiderada,...
Se lo conté a él esa noche. Le di las gracias por todo el amor que me hacía sentir y que me transmitía, me sentí fuerte para decirle que yo también tenía miedo pero que cada día a su lado estaba siendo un regalo para mí en lugar de un esfuerzo, porque la recompensa era no sólo saber que me quería sino también tener sus muestras de cariño.
Cuando más adelante las metástasis cerebrales crecieron de nuevo y empezó a tener comportamientos distantes y a evadirse hacia ese mundo infranqueable de quien es consciente de que su tiempo aquí se acaba, la conversación con aquella señora me ayudó a comprender, a no sentirme frustrada, a seguir dándole tanto cariño como hasta entonces, a no percibir como afrentas sus borderías o sus exigencias y, sobre todo, a borrar de mi recuerdo de él aquellos momentos, porque ya no era él. Sería injusto que tanto amor que compartimos se eclipsase con recuerdos puntuales y dolorosos de esa última etapa (que en mi caso, gracias a Dios, duró sólo unos días).
María, en ese momento que cuentas no era tu abuela, por desgracia va a haber más momentos de esos, y va a ser muy duros irlos acumulando. Y es titánico el esfuerzo que hay que hacer para afrontarlos de continuo así que no pasa nada si tienes que poner un poco de distancia para recuperar fuerzas. Y tampoco pasa nada si delegas el cuidado en personas con más distancia emocional, como son los profesionales. Lo tuyo es estar y traerte tu cariño para estar con ella. En eso eres insustituible. En lo demás, no.
Un beso con toda mi admiración, guapa, toda.