Cronología de muertes conocidas debido al dopaje

  • 1987-1990: 13 ciclistas holandeses mueren de manera ‘inexplicable’ mientras duermen.
  • 1995 y 1997: Antes de cumplir los 40 años, fallecen Göran Svensson y Stefan Fernholm, dos lanzadores de disco de nacionalidad sueca.
  • 1998: Un infarto cerebral causa la muerte de Florence Griffith, corredora estadounidense.
  • 2001: Se documenta el primer caso de un ciclista español que sufre una trombosis cerebral asociada al consumo de EPO, hormona de crecimiento y dosis masivas de vitamina A.
  • 2004: El ciclista Jesús Manzano denuncia haber sido objeto de prácticas dopantes con autotransfusiones, hormonas y corticoides.

A continuación vamos a exponer una serie da casos de deportistas profesionales que, desgraciadamente, fallecieron a causa del dopaje:

Los infractores no sólo han cometido el delito de saltarse las normas que rigen actualmente en el deporte y de querer ganar títulos de manera fraudulenta. Sus procedimientos para batir récords tienen efectos secundarios indeseables. Puede que los deportistas bajo su supervisión consiguieran llegar con ellos al podio, pero en el intento habrán puesto en riesgo sus vidas.

Fallecen 13 ciclistas holandeses por dopaje sanguíneo (1987-1990)

En realidad, y aunque el caso del ciclista español constituye una prueba fehaciente, siempre se había conocido el riesgo de trombosis asociado a las transfusiones o al dopaje sanguíneo en general. Sin ir más lejos, entre 1987 y 1990 se registraron un total de 16 fallecimientos de ciclistas holandeses, entre ellos el campeón nacional Bert Oosterbosch, en circunstancias inexplicables, al menos en apariencia. La mayoría moría mientras dormía.

Pronto se sospechó la causa: la elevación del hematocrito por encima del 50% hasta situarla densidad de la sangre en límites muy peligrosos. «Esta subida [consecuencia del dopaje sanguíneo], unida a la baja frecuencia cardiaca típica del sueño hace que la sangre se convierta en barro», coinciden los hematólogos. Cuando un deportista recibe una transfusión sanguínea o se le administra EPO, su hematocrito se acerca al 55% y la sangre ya no circula por los vasos con fluidez.

Aquí reside el principal riesgo, no sólo por la mayor viscosidad del torrente sanguíneo sino porque además puede elevarse la cifra de plaquetas, lo que favorece aún más la aprición de trombos. Si éstos aparece en zonas vitales como las arterias del cerebro o las coronarias, hay un riesgo elevado de muerte súbita. El doctor Randy Eichner, catedrático de Hematología de la Universidad de Oklahoma City (EEUU), ha declarado que «el espesamiento de la sangre en deportistas es peligroso porque si un ciclista tiene un hematocrito superior al 55% y se dispone a participar en una carrera en ambiente caluroso, debido a la deshidratación, el hematocrito ascenderá al 70%».

En ese punto, pueden desarrollarse trombos con riesgo posterior de infarto de miocardio, embolia pulmonar o cerebral. Pero los peligros de estas prácticas no terminan ahí. Además, puede darse la aparición de un ‘shock’ anafiláctico (reacción alérgica instantánea y grave caracterizada por la inflamación de los tejidos de las vías respiratorias y la consiguiente asfixia del afectado) o una posible infección si la sangre que se emplea para tal fin no se conserva adecuadamente.

De hecho, la red desmantelada esta semana en Madrid hacía este tipo de intervenciones en un apartamento sin las condiciones mínimas de refrigeración y almacenamiento. Sólo hay que remontarse dos años atrás para recordar las declaraciones del ‘ciclista’ ‘arrepentido’ Jesús Manzano, que denunció prácticas dopantes que salpicaban al mundo del ciclismo, del fútbol y del atletismo, y el relato de la reacción anafiláctica que pudo costarle la vida por una transfusión realizada sin controles sanitarios.

Fallecen Göran Svensson y Stefan Fernholm, dos lanzadores de disco de nacionalidad sueca a causa de los Esteroides (1995 y 1997)

En Suecia no necesitan que nadie les recuerde los efectos letales de los esteroides anabolizantes, las sustancias análogas a la hormona masculina por excelencia, la testosterona, que proporcionan potencia y masa muscular.
Allí les basta con recordar los casos de sus mejores lanzadores de disco, Göran Svensson y Stefan Fernholm. Los dos fallecieron sin llegar a cumplir los 40 años. La historia de Svensson es representativa de muchos jóvenes atletas que deciden estudiar y entrenarse con una beca en una universidad estadounidense. Göran hizo las maletas a los 20 años y aceptó una oferta de la Universidad Brigham Young (BYU), en el estado de Utah.

En paralelo, Stefan Fernholm (también nacido en 1959) decidió seguir el camino de Svensson tres años más tarde y también se integró en el equipo de la BYU. Al año siguiente fue campeón de Suecia y se clasificó octavo en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, en 1984. La historia de muchos de los lanzadores que viajan a EEUU acaba inevitablemente mezclada con el dopaje. La vida en los gimnasios compartiendo entrenamientos de pesas con culturistas y la permisividad hacia la venta de esteroides existente en aquel país termina por crear complicaciones a muchos deportistas.

Los problemas de Göran Svensson comenzaron en 1985. Tras someterse a un control de dopaje se le informó de que había dado positivo con esteroides. Fue sancionado por dos años y regresó a la competición en 1987. Falleció inesperadamente el 6 de octubre de 1995, con sólo 36 años.
Su compañero Fernholm tuvo una carrera algo más larga. Conseguiría ser campeón sueco en otras tres ocasiones, pero también terminaría falleciendo de forma extraña, el 11 de marzo de 1997. Murió mientras dormía en su domicilio de la ciudad de Västeras. Al igual que Svensson, reconoció haber usado anabolizantes.

Efectos adversos

Los casos de los discóbolos nórdicos no son los únicos en los que aparece relacionado el consumo de esteroides anabolizantes con patologías cardiacas. El lanzador de peso Ralf Reichenbach, dos veces campeón de Europa en los años 70 representando a la República Federal de Alemania, tuvo que abandonar el deporte a los 31 años por problemas de salud. Más tarde reconoció haberse dopado con estos productos y terminó falleciendo víctima de una insuficiencia coronaria a los 47 años.

Lo cierto es que la toxicidad cardiaca de los anabolizantes está bien descrita en la literatura médica. Un trabajo llevado a cabo por un equipo de científicos del Jacobi Medical Center de Nueva York (EEUU) investigó las consecuencias perjudiciales del dopaje con análogos de la testosterona sobre la salud cardiaca y concluyeron que la hipertensión, la isquemia miocárdica y la muerte súbita están íntimamente relacionadas con estas sustancias. Y lo que es más preocupante: sus efectos negativos persisten años después de haberse interrumpido su uso.

Otro estudio realizado en el Hospital Central Universitario de Helsinki (Finlandia) registró las alteraciones aparecidas en cuatro atletas, todos varones, que fueron sometidos a largos ciclos de dopaje con esteroides en combinación con programas intensivos consistentes en el levantamiento de pesas.

Entre las patologías cardiacas que se apreciaron figuraban la fibrilación ventricular durante el ejercicio, la fibrosis miocárdica y la trombosis arterial. Además, los cuatro deportistas presentaban hipertrofia del músculo cardiaco (tenían un corazón más grande de lo normal).

Sin embargo, los efectos secundarios causados por los esteroides no se detienen en el músculo cardiaco y el sistema cardiovascular. También destacan los daños hepáticos, renales y psíquicos, ya que los precursores de la testosterona alteran los rasgos característicos de cada sexo (crecimiento del vello en la mujer, de las mamas en el hombre…).

En este sentido, el caso más extraordinario registrado hasta ahora es el de Heidi Krieger, campeona europea de lanzamiento de peso en 1986, cuyo cuerpo experimentó una auténtica transformación como consecuencia de una larga historia de consumo de esteroides.

La deportista comenzó a entrenarse a los 13 años y sólo tres después ya recibió las míticas píldoras azules (un esteroide diseñado en la RDA y denominado Oral Turinabol) que su entrenador le entregaba envueltas en papel de aluminio asegurando que eran vitaminas.

Con los años, las dosis de este preparado hormonal iban incrementándose, hasta el punto de que, en 1987, Krieger ingería cinco píldoras diarias.

Las transformaciones de su cuerpo no tardaron en aparecer. Comenzó a abandonar la ropa femenina y empezó a reconocer que se sentía como un hombre.

La causa de su metamorfosis era bien simple: había recibido tal cantidad de esteroides anabolizantes, en realidad, casi el triple de la que recomendaban los propios ‘expertos’ en dopaje de la RDA que su cuerpo se había masculinizado de forma progresiva durante siete años de ingestión de dosis masivas de hormonas.

En 1997 Heidi decidió transformarse completamente para que su cuerpo estuviera totalmente acorde con un cerebro masculino. En una operación de cuatro horas le extirparon el útero, las mamas y los ovarios. Quien despertó de la anestesia fue el ciudadano Andreas Krieger.

Fallece Florence Griffith a causa de la hormona de crecimiento (1998)

La hormona de crecimiento (hGH) parece estar detrás del misterioso fallecimiento, a los 38 años, de Florence Griffith, corredora estadounidense de largas uñas multicolor y récords imposibles, aunque no se ha determinado aún de forma inequívoca que se dopara. Existen testimonios como el de la atleta británica Lorna Boothe, que relata cómo la tetracampeona olímpica acudía a un hospital de Los Ángeles a que le inyectaran «un cóctel de cinco fármacos» o como el del velocista Darrell Robinson, que reconoció haberle vendido personalmente hGH.

Las sospechas con respecto a Griffith se basaron más en los cambios que sufrieron su cara y su voz en 1988 -se masculinizaron de manera muy evidente- así como en su increíble progresión en los 100 metros: de 10.96 a 10.49 en un año. El anuncio de su retirada en febrero de 1989, justo cuando se iban a instaurar los controles de dopaje sin aviso previo, tampoco contribuyó a defender su inocencia.

La administración de hGH a edades en las que ya se ha completado la fase de crecimiento puede desencadenar acromegalia, una condición caracterizada por el ensanchamiento de todos los huesos y el engrosamiento de la piel y el tejido subcutáneo. Esta alteración aparece debido a que llega un momento en que el hueso deja de crecer a lo largo y comienza a deformarse. El crecimiento exagerado de la mandíbula es otro de los efectos secundarios del abuso de hGH.

Otra de las hormonas utilizadas por los deportistas de forma fraudulenta ha sido la HCG (gonadotropina coriónica humana), que sólo se encuentra en la orina de las mujeres embarazadas. Entre los riesgos más serios para la salud de los deportistas a los que se administra esta hormona como dopante destaca el incremento de la presión arterial.

Este cuadro de hipertensión se produce como consecuencia de un aumento en la retención de agua. En el caso de los deportistas con antecedentes de infarto de miocardio y accidentes cerebrovasculares, este efecto puede tener consecuencias serias para su salud. También se asocian al consumo de HCG la aparición de cefaleas (dolor de cabeza), acné, irritabilidad y alteraciones del deseo sexual.

Fallece un ciclista granadino (2001)

Han pasado seis años desde que un hospital de Pamplona registrara una escena difícil de olvidar. Un ciclista granadino, que ha permanecido en el anonimato, se presentaba allí con cefaleas y recibía un diagnóstico tremendo: una trombosis cerebral situada en el seno venoso longitudinal superior de su cerebro.

Se trataba del primer caso perfectamente documentado de un embolismo cerebral asociado al consumo de sustancias dopantes en un deportista. El doctor José Manuel Martínez Lage, profesor y consultor de Neurología, fue quien llegó al diagnóstico tras una detallada anamnesis (historia clínica) y una completa batería de pruebas.

La analítica sanguínea mostraba un hematocrito -proporción de glóbulos rojos sobre el total del volumen del plasma sanguíneo- superior al 52% cuando en los deportistas de fondo debe oscilar de forma natural entre el 42% y el 45%, ya que presentan hemodilución (aumento del contenido líquido de la sangre, con la consiguiente disminución de la concentración de glóbulos rojos).

El paciente reconoció que había recurrido al dopaje sanguíneo (manipulación del plasma y realización de autotransfusiones, esencialmente), a la hormona de crecimiento (con conocidos efectos trombogénicos) y a altas dosis de vitamina A, que eleva la presión intracraneal cuando se da de forma masiva.

La suma de los efectos de todos estos productos fue la responsable del cuadro de trombosis sufrido por el ciclista. El alto riesgo de muerte quedó paliado por un tratamiento anticoagulante que consiguió la permeabilización completa del seno afectado y el restablecimiento del paciente sin secuelas.


Textos extraidos de El Mundo.