Introducción

La educación de los niños es una de las tareas más importantes que podemos realizar, pero precisamente también es aquella para la que menos nos preparamos. Casi todos aprendemos a ser padres por el método de «formación en el puesto de trabajo» y siguiendo el ejemplo que nos dieron nuestros propios padres.

Hoy en día, la extensión del uso del alcohol y de otras drogas somete a nuestros hijos, familias y comunidades a una presión que era desconocida hace 30 o 40 años. Sinceramente, somos muchos los que necesitamos ayuda para enfrentarnos a esa temible amenaza a la salud y el bienestar de nuestros hijos. Por fortuna, también tenemos más información acerca de lo que funciona para prevenir que éstos tomen drogas.

Como padres, podemos utilizar ese progreso en beneficio de nuestra familia. Para ello debemos: mantener una relación fuerte y de amor con nuestros hijos, enseñar a diferenciar entre lo bueno y lo malo, establecer normas de conducta y obligar a cumplirlas, conocer todo lo relativo al alcohol y otras drogas, y escuchar realmente a nuestros hijos.

La enseñanza de los valores

Cada familia tiene unas expectativas de conducta que vienen determinadas por los principios y los estándares. Les damos el nombre de «valores». Con mucha frecuencia son estos valores los que ayudan a nuestros hijos a decidir que no tomarán alcohol ni otras drogas. Los valores sociales, familiares y religiosos son los que dan a los jóvenes los motivos para decir «no» y los que les ayudan a mantener su decisión.

Probablemente ya conocerá esto y, seguramente, ya lo habrá puesto en práctica en su casa. Sin embargo, no está de más examinar nuestras acciones como padres. Por ello le presentamos algunas maneras de ayudarle a aclarar los valores familiares:

  • Comunicar los valores abiertamente. Hablar sobre la razón de la importancia de valores como la honestidad, la confianza en uno mismo y la responsabilidad, así como de la utilidad que tienen para ayudar a sus hijos a tomar decisiones correctas.
    Enséñeles a sus hijos que cada decisión se basa en una decisión anterior, tomada cuando se está formando el carácter, por lo que una buena decisión hace que sea más fácil tomar la siguiente.
  • Es imprescindible que los progenitores se muestren siempre de acuerdo delante del hijo sobre las normas y los valores. Los niños, por muy pequeños que sean detectan las sutilezas y las contradicciones de los adultos. Si el mensaje que da cada padre es distinto, es decir, si por ejemplo uno es más tolerante que otro con respecto al consumo de drogas, el hijo se sentirá confuso y desorientado cuando se le presente una situación donde tenga que decir «NO».
  • Enseñe a sus hijos a tolerar la frustración. Vivimos en una época caracterizada por la abundancia y la inmediatez, por lo que estamos menos entrenados en saber esperar, nos resulta difícil tolerar los estados de ánimo displacenteros, nos cuesta renunciar a algo que nos gusta, etc. Muchos padres creen que harán más felices a sus hijos dándoles siempre todo lo que desean. Esto es un error, ya que a lo largo de la vida aparecerán muchas situaciones frustrantes y, entonces, no sabrán cómo afrontarlas.
  • Reconozca cómo afectan sus acciones al desarrollo de los valores de sus hijos. Dicho de una manera simple: los hijos copian la conducta de sus padres. Por ejemplo, si los padres fuman los hijos tienen más probabilidades de convertirse en fumadores. Trate de evaluar cómo usa usted el tabaco, el alcohol, las medicinas recetadas e incluso las que se compran sin receta. Considere que con sus actitudes y actos puede estar conformando la decisión de sus hijos de tomar, o no, alcohol y otras drogas.

Lo anterior no significa que, si usted acostumbra a beber un poco de vino en la comida, o a tomar ocasionalmente una cerveza, deba dejar de hacerlo. Los niños pueden entender y aceptar que hay diferencias entre lo que pueden hacer los adultos legal y responsablemente, y lo que resulta apropiado y legal para ellos.

Sin embargo, debe mantener esa distinción con toda claridad. A este respecto, sus hijos no deben intervenir en absoluto: no deben prepararle la copa ni traerle la cerveza. Y por muy inofensivo que parezca, NO permita que prueben unos sorbitos.

Muchos de nosotros hacemos algunas cosas sin pensar en lo que significan. Es algo normal. Pero si queremos transmitir a nuestros hijos el mensaje correcto, conviene que seamos precavidos ante determinadas conductas.

  • Observe si existe contradicción entre lo que usted dice y lo que hace. Recuerde que los niños captan rápidamente las señales que emiten los padres en sus actos, en el sentido de que no siempre está mal saltarse los deberes desagradables o ser deshonesto.
  • Asegúrese de que sus hijos entienden los valores de su familia. Los padres, a veces erróneamente, suponen que sus hijos han «absorbido» los valores a pesar de que raramente o nunca hablen de ellos. Puede comprobar si sus hijos los entienden hablando de situaciones comunes durante la comida; por ejemplo, plantee la siguiente pregunta: «¿Qué haríais si a un desconocido se le cae un billete del bolsillo?»

El establecimiento de normas y su complimiento, contra el uso del alcohol y las drogas

Como padres, es nuestra responsabilidad establecer las normas que nuestros hijos han de seguir. Por lo que se refiere al uso del alcohol y de otras drogas, necesita establecer normas estrictas para proteger el bienestar de un hijo.

Sin embargo, el establecimiento de las normas sólo es la mitad de la tarea: debemos estar dispuestos a que se cumpla el castigo por el incumplimiento de las normas. Cuando establezca normas:

  • Sea espécifico. Explique la razón de cada norma. Dígales a sus hijos lo que son las normas y la conducta que se espera de ellos. Analice las consecuencias del incumplimiento de las normas: cuál será el castigo, cómo se realizará, durante cuánto tiempo y lo que se supone que se persigue con el castigo.
  • Sea coherente. Debe quedar claro que la norma de no tomar alcohol ni drogas es la misma en todo momento y situación: en su casa, en la de un amigo, en cualquier lugar en donde se encuentre.
  • Sea razonable. No agregue nuevas consecuencias de las que no había hablado antes del incumplimiento de las normas. Hay que evitar las amenazas poco realistas, como «tu padre te matará cuando llegue a casa». Lo que debe hacer es reaccionar con calma y hacer que se cumpla el castigo que el hijo espera recibir por haber incumplido la norma.

Fuente: A Parent’s Guide to Prevention, U.S. Department of Education.