Así lo constata un estudio de la Generalitat Valenciana que presentado por María Dolores Solé, experta del Centro Nacional de Condiciones de Trabajo de Barcelona, a medio centenar de directivos y empresarios en la sede de la patronal CAEB, en una jornada titulada «Alcohol y drogas en el mundo laboral. Actuación empresarial en la materia».

Solé destaca que las drogas más consumidas entre los ciudadanos de Balears con edades comprendidas entre los 16 y 64 años son el alcohol (75 por ciento del total de la muestra), el tabaco (50,5 por ciento) y el cannabis (18 por ciento), éste último duplica el consumo de la población española, con una proporción de consumidores diarios del 5,4 por ciento.

Así, según el estudio citado por Solé, el 31,1 por ciento de los trabajadores que consumen drogas disminuyen su productividad, el 25,7 por ciento sufre accidentes laborales, el 13,7 por ciento crea mal ambiente en el entorno laboral, el 10,9 por ciento padece enfermedades y el 6 por ciento sufre absentismo.

Solé explica que las drogas pueden afectar, a nivel persona, en el comportamiento y en las diferentes habilidades, como su capacidad de pensar y de juicio, por lo que en el trabajo puede cometer errores y tener dificultades para realizar la tarea encomendada. Así, estos trabajadores pueden tomar decisiones inadecuadas y las drogas pueden interferir en la capacidad de concentración y de recuerdo de información.

Asimismo, las drogas pueden causar problemas en las relaciones con la familia, los amigos y los compañeros de trabajos, derivando en peleas, malos entendimientos y conflictos. También afectarán en su capacidad para reaccionar con rapidez si es necesario.

Con ello, el consumo de drogas entre sus trabajadores provoca una disminución de su rendimiento y de su productividad, elevando los costes de producción de las compañías. También se pueden producir daños y pérdidas en los equipos y materiales de la empresa, sucederse problemas disciplinarios y conflictos laborales, aumento de la rotación de personal y mala calidad del trabajo realizado.

Este consumo también origina efectos negativos entre sus compañeros de trabajo, con posibilidad de provocar accidentes que pongan en peligro la vida del resto de personas, así como sobrecarga de trabajo a otros empleados.

Solé advierte que los motivos que llevan a una persona a consumir drogas pueden tener un origen laboral, procedente de jornadas de trabajo demasiado largas, pausas y descansos insuficientes, ritmo de trabjo muy intenso, sobrecarga de trabajo y elevados niveles de tensión, lo que provoca una fatiga y un esfuerzo excesivo entre los empleados.

Asimismo, las escasas posibilidades de promoción profesional puede conllevar insatisfacción, mientras que los frecuentes desplazamientos pueden originar aislamiento y alejamiento de la familia y amigos, lo que puede motivar el consumo de drogas.

Por otro lado, también pueden generar estrés, factor que puede originar el consumo de drogas, la conflictividad e inestabilidad laboral, así como un ambiente de gran competitividad. Otras causas potenciales son los trabajos repetitivos y escasamente motivadores, contaminación y toxicidad ambiental o trabajos aislados sin contacto con otros.

Propuestas

Solé considera que las drogodependencias deberían tratarse como una cuestió de salud, como establece la estrategia nacional sobre drogas 2000-2008, que señala el lugar de trabajo como un lugar apropiado para prevenir y resolver problemas relacionados con e consumo de alcohol.

Así, entiende que se deben promover programas de prevención, introduciendo medidas para mejorar la calidad de vida y de trabajo y promoviendo la cultura de la salud. También ve necesario iniciar programas de asistencia proporcionando asesoramiento a las personas afectadas y detectando casos encubiertos.