La entrada alarmante en España de fármacos muy potentes puede causar brotes muy violentos y paranoicos entre sus consumidores.Según los expertos, «la heroína era mala, pero lo que estamos viendo en estos momentos es mucho peor». Estas palabras resonaron ayer en repetidas ocasiones en el salón de actos del Plan Nacional sobre Drogas, donde se celebraba un congreso sobre cocaína.

Tanto los ponentes -psicólogos, médicos y técnicos en prevención- como los oyentes -la mayoría trabajadores sociales- coincidieron en sus temores: las nuevas drogas que están entrando en este momento en el mercado español de estupefacientes, comunes en mercados como el americano o los países del Este, son auténticas bombas de relojería, letales para el consumidor, mucho más de lo que se conocía hasta ahora en el mundo de las drogas.
Según los expertos, se trata de dos drogas de síntesis -el m-CCP y la metanfetamina- y de un nuevo tipo de cocaína base libre, una variante del crack que conocíamos hasta ahora, que se está extendiendo rápidamente entre los consumidores de cocaína, la droga más consumida de España junto con el cannabis. En los tres casos, sus efectos son altamente nocivos para la salud: provocan el deterioro cognitivo de una manera tal que la persona deja incluso de sentir si tiene frío o calor o tiene hambre. A este problema de salud se une otro, el peligro que suponen para la sociedad, ya que los que consumen estas nuevas sustancias se vuelven violentos y paranoicos. Fue en julio del 2005, en el más que popular festival Sónar de Barcelona, cuando saltó la alarma al tener que ser atendidos varios jóvenes con vómitos, dolores de estómago e incluso alucinaciones. Habían tomado unas pastillas blanquecinas, que según los afectados habían adquirido como éxtasis.