Alcohólicos Anónimos (AA) celebra su 80 aniversario, conmemorando el día que uno de sus fundadores, el médico estadounidense Bob Smith, tomó su último trago.

Mi vida se había vuelto ingobernable

«Hola, me llamo Maite, soy alcohólica y hoy no he bebido». «Buenas tardes, me llamo Andrés, soy alcohólico y por eso no bebo alcohol.» Así se presentan los miembros de Alcohólicos Anónimos (AA) cuando comparten su experiencia en los grupos. Reconocer la enfermedad es lo primero. Todo empieza por aceptar que se es impotente frente al alcohol y que como consecuencia «la vida se ha vuelta ingobernable». Es lo que sugiere el primero de Los 12 Pasos, el programa para la recuperación del alcoholismo que propone AA.

Fundada en los años 30 en Estados Unidos

Alcohólicos Anónimos fue fundada en los años 30 en Akron, Estados Unidos, por dos alcohólicos severos dispuestos a dejar la bebida: Bill Wilson y el Dr. Bob Smith. Descubrieron que hablando entre ellos, compartiendo los problemas de la dependencia y su experiencia vital, se daban las fuerzas que necesitaban para mantenerse sobrios. De hecho, para celebrar su nacimiento, AA conmemora el día en que Bob, motivado por Bill, tomó su último trago: el 10 de junio de 1935.

Las primeras reuniones de AA en España

En España los primeros grupos se constituyeron en Madrid en 1955. En los años 70, con una cincuentena de grupos funcionando, se aprueban los estatutos del Servicio General de AA y se nombra al primer presidente no alcohólico, Roberto Hurlé, que explica así el contexto de su nombramiento en 1978: «Yo era el responsable ante la ley. Entonces estaban prohibidas las reuniones. Se podían reunir 2 o 3 personas, más no. Había que explicar porqué nos reuníamos, hacía falta regularlo, un responsable que no fuese alcohólico, que firmase y diera la cara.»

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