El madrileño Manuel Pérez Moreno se ha pasado más de un año buscando camellos que le vendieran hachís por la calle. Tiene 54 años y dos hijos ya universitarios. “¡Y no me he fumado un porro en mi vida!”, exclama. Su misión ha consistido en visitar barrios de Madrid y de ciudades de su entorno, como Parla, Fuenlabrada, Alcorcón, Móstoles, Coslada, Las Rozas y Alcobendas. Llegaba al lugar y preguntaba en algún bar: “Hola, perdonad, ¿sabéis dónde puedo comprar costo?”. Localizaba a los traficantes locales, veía la mercancía, pagaba y se la llevaba.

Más del 31% de la población española de 15 a 64 años ha consumido cannabis alguna vez en su vida, según el último informe sobre drogas del Ministerio de Sanidad. Casi tres millones de personas lo han fumado en el último año. Pérez tiene malas noticias para ellos. El 75% de las muestras que ha analizado presentaban grandes cantidades de la bacteria Escherichia coli, un indicador de contaminación fecal. Pérez recuerda el modus operandi de muchos traficantes. En Marruecos, envuelven las bellotas de hachís en film transparente y las ingieren, bolita a bolita, después de haber comido yogur para neutralizar los ácidos del estómago. “Cuando llegan a España toman laxante y eliminan las bellotas. Y eso se pone a la venta”, señala el farmacéutico. El 40% de las bellotas olían directamente a heces.

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