Más de 200 profesionales que trabajan en la prevención y asistencia en el campo de las drogodependencias se reunieron ayer en Alicante con motivo de la celebración de las X Jornadas Municipales. Un evento que congregó a especialistas nacionales y que fueron los encargados de impartir unas ponencias centradas en los adolescentes, en la educación y en la prevención, y donde el polémico botellódromo que ha planteado el Ayuntamiento y que ha sido aceptado por la Junta Local de Seguridad no formaba parte de la agenda.

Aun así, los especialistas no eludieron el tema cuando se les preguntó sobre el proyecto y dejaron claro que esta medida -de habilitar un espacio exclusivo para hacer botellón- no es ni mucho menos la más óptima. Es más, no solucionará el problema de abuso de alcohol entre los jóvenes.

El director general de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), Ignacio Calderón, fue uno de los que se pronunció. «¿Qué resultados puede traer?», cuestionó el responsable de la institución privada, sin ánimo de lucro, y que lleva 24 años dedicada a prevenir los riesgos de las drogas.

Calderón, que ha conocido las experiencias realizadas en otros puntos del país, aseguró que se trata de una «medida más paliativa» para acabar con las molestias que sufren los vecinos los fines de semana por la concentración de adolescentes, y que piden a sus autoridades que «me quiten esto de encima». Ahora bien, «no hace frente al fondo del problema» y que son los «atracones» de alcohol que están realizando los chavales.

Antes de los 18 años

Uno de los problemas, a juicio del responsable de la FAD, es que se hacen leyes que no se cumplen y como ejemplo citó que a pesar de la prohibición de consumir alcohol entre los menores de edad, el 90% de los jóvenes ha bebido antes de cumplir los 18. La edad de inicio se ha rebajado ya a los 13 años.

Recordó que los chavales prueban las drogas para evitar el aislamiento y la exclusión de sus compañeros, a diferencia de lo que ocurría en la década de los 80 cuando la heroína era la droga estrella. La presión social influye, los menores «se mueven grupalmente» y aunque las medidas prohibitivas tampoco son la solución, «hay que escucharles, preguntarles y revisar las políticas de juventud» porque las ofertas de ocio alternativo también se han demostrado ineficaces. «¿Quién se va a ir de madrugada a un museo?», preguntó Calderón, quien insistió en que las drogas «antes marginaban y ahora integran».

En términos similares se pronunció el doctor en Ciencias Políticas y Sociología Domingo Comas, quien reconoció que este tipo de experiencias ha traído resultados «positivos y negativos» y apuntó que de crearse un botellódromo debe ser en una zona «especial», que esté «bien comunicada» y que sea «especialmente segura». Estas concentraciones «masivas» de chavales «incrementan los riesgos» y el control es muy difícil, ya que puede llevar al fracaso. Al respecto, el especialista señaló que a los jóvenes no les gusta estar fiscalizados y si hay demasiada vigilancia policial, lo que se consigue es solucionar el problema a los vecinos pero los chavales dejarían de acudir. Además, añadió, se deben tener en cuenta otros factores como la población a la que va destinada ya que varía según la época del año. Durante el invierno hay muchos universitarios que proceden de otros municipios y que salen en Alicante, pero en verano este tipo de consumidores varía, además de que «hay una mayor permisividad», por lo que instó a que en el tema del botellódromo se tenga en «muy en cuenta» la opinión de los técnicos.