La cifra de personas que se acercan al Centro Municipal de Drogodependencias en busca de soluciones a sus toxicomanías continúa estable año tras año, aunque con significativos y progresivos cambios. Durante el pasado año, este organismo registró un importante descenso de portuenses en el programa de mantenimiento con metadona, pero a la vez se confirmó un destacado aumento de pacientes con problemas de adicción al alcohol y a la cocaína, aunque el mayor índice de asistencias se relacionan con el cannabis.

De hecho, el equipo municipal de toxicomanías destaca en su memoria de actividades de 2002 que la droga principal por la que acuden al centro los usuarios fue el cannabis –hachís y marihuana–, que motivó el 37,4% de las actuaciones. Además, en el 38,5% de los casos el problema que originó la demanda de asistencia fue una sanción administrativa por consumo de sustancias estupefacientes, en su mayoría enmarcadas en el Plan Quitamultas. En cualquier caso, el responsable de este equipo de trabajo, Francisco Gil, destaca la importancia de esta iniciativa como instrumento de “política preventiva”, ya que una vez en el centro se tiene la oportunidad de identificar y empezar a tratar la dependencia a otro tipo de drogas.

Tras el tratamiento por consumo de cannabis se mantienen en segundo lugar los pacientes atendidos por problemas con la heroína (27,5%), droga a la que sigue ya la cocaína (18,3%) y el alcohol (8,4%), cuya incidencia continúa en progresivo aumento. Tras la consabida sanción administrativa como causa de las demandas de ayuda, se sitúa la situación personal límite (en el 19,1% de los casos) y la problemática familiar (12,6%).

Según el análisis realizado por el Centro Municipal de Drogodependencias e independientemente del tipo de droga que se trate, la curiosidad fue el motivo del primer contacto con este mundo para buena parte de los pacientes (56,1%), mientras que la diversión se sitúa como segunda razón (36,6%). En la mayoría de los casos se trata de personas con un nivel de estudios de, al menos, graduado escolar, que representan el 49,9% de los casos tratados, ya que los pacientes que sólo cuentan con estudios primarios se quedan en el 29,8%.

En general, de los 422 pacientes con que el equipo municipal de toxicomanías cerró el pasado año, 262 portuenses iniciaron o se reincorporaron a algún programa de tratamiento. Más concretamente, fueron 183 las personas que acudieron por primera vez, mientras otras 79 fueron readmitidas después de seis meses sin contacto con este servicio por haber recibido en su día el alta terapéutica o pasado una temporada cumpliendo condena en prisión. Frente a estos datos, en 2002 se registraron 148 abandonos de tratamiento, la mayoría (24) en el mes de septiembre.

Hombres y mujeres

Otro dato significativo para los especialistas del Centro Municipal de Drogodependencias es que siguen acudiendo en busca de ayuda muchas menos mujeres que hombres. Y es que la diferencia entre el 91,2% de varones en tratamiento y el 8,8% de féminas integradas en algún programa de deshabituación resulta más que llamativa.

Respecto a los tratamientos concretos que desarrolla este equipo, destaca el considerable descenso de pacientes en mantenimiento con metadona. Frente a las 270 personas adscritas a este programa en el ejercicio anterior, durante 2002 se contaron 220 personas, lo que supone la primera bajada en este índice desde 1999. El año pasado iniciaron este tratamiento 81 personas y otras 89 recibieron el alta terapéutica, aunque 38 pacientes dejaron por algún motivo de visitar el centro, tres por fallecimiento, 17 por expulsión del programa, ocho por encontrarse en prisión y la mayoría, 24 casos, por abandono voluntario.

En cuanto a otros sistemas sustitutivos de las drogas, el centro desarrolla un programa intermedio de deshabituación que combina la dispensación de naltrexona con técnicas psicoterapéuticas, ambas prácticas indisolublemente unidas. El pasado año comenzó con cuatro personas en este tratamiento, las mismas que recibieron el alta terapéutica, mientras los nueve pacientes que ingresaron por primera vez coincidió precisamente con la cifra de abandonos.

Más dificultades tuvo el equipo municipal de toxicomanías en el desarrollo del programa de centro de día, en el que se realizan actividades formativas y ocupacionales con el objetivo de favorecer la integración social del drogodependiente. Esta iniciativa ha visto reducido el número de participantes de forma progresiva hasta quedar sin pacientes, por lo que el centro se plantea como meta para este año redefinir el centro de día, ofreciendo a los demandantes recursos más adecuados respecto a sus carencias socio-laborales.

Más cambios en 2003

Algo parecido ocurre con la Escuela de Familiares, un grupo de trabajo con los allegados de personas con problemas de adicción que celebró once reuniones durante 2002 para analizar los factores que originaron el consumo de drogas, el proceso de abandono y, en su caso, el mantenimiento con metadona, la prevención de recaídas, las habilidades sociales del usuario para la mejora de la comunicación y las alternativas de cara a la reinserción. Según los responsables del equipo, ha sido demasiado variable la afluencia de los familiares a estos encuentros y, en general, se ha reducido su número respecto a ejercicios anteriores, por lo que se plantea la necesidad de introducir modificaciones y dirigir las reuniones al colectivo de pacientes con hijos menores como programa de prevención.

Sí fueron positivos en 2002 los resultados del programa Red de Artesanos, que persigue facilitar la reinserción socio-laboral de los afectados. Ahora mismo hay 20 drogodependientes integrados en esta iniciativa y durante el pasado año comenzaron a trabajar en él 21 personas, con trece altas terapéuticas y ocho bajas por abandono o expulsión.

Además, con el objetivo de mantener la vigilancia sobre el nivel de deshabituación de los usuarios, el Centro Municipal de Drogodependencias cuenta con un programa de controles de orina. Se realizaron en 2002 hasta 5.326 test de distintas drogas, que resultaron negativos en 4.524 casos, positivos en 588 y nulos en 115, datos que confirman el buen nivel de abstinencia lograda con los tratamientos.

La necesidad de incidir en la prevención
En todos los foros dedicados a la lucha contra la droga se insiste en la necesidad de profundizar en las políticas de prevención como el mejor instrumento para atenuar el problema de las toxicomanías, aunque los recursos para iniciativas efectivas siguen siendo limitados. El responsable del Centro Municipal de Drogodependencias, Francisco Gil, explica que este organismo desarrolla a nivel escolar el programa Órdago, en el que participaron siete centros y 2.000 alumnos el pasado año. En el ámbito comunitario, se han llevado a cabo campañas de sensibilización sobre éxtasis, anfetaminas y alucinógenos y sobre alcohol y conducción, en el que participaron seis autoescuelas y la Policía Local. Aparte se cuenta el trabajo en las ludotecas municipales y los encuentros con asociaciones de vecinos, además del despliegue de Infomóvil en las zonas de «movida» y de la formación de mediadores juveniles “en cada barrio y a pie de calle”. Por cierto que, en colaboración con la asociación La Muralla, el centro municipal continúa el programa de reducción del daño, con reparto de preservativos (13.855 en 2002) y jeringuillas (3.015) dos o tres veces por semana, recogida de las usadas (1.083), distribución de trozos de papel de aluminio y limpieza de hasta 23 chutaderos. Se ha logrado atender a 42 toxicómanos por vía parenteral, 152 por vía inhalada, 26 prostitutas drogodependientes y quince que no lo son, y a siete varones que se ganan así la vida.