La cantidad de cocaína consumida en todo el país asciende a unas 64 toneladas anuales, según estimó la Asociación Antidrogas de la República Argentina, en tanto que en la provincia de Buenos Aires asciende a seis mil kilos, de acuerdo a cifras proporcionadas por el subsecretario bonaerense de Control de las Adicciones, Claudio Mate.

El presidente de la Asociación Antidrogas, Claudio Izaguirre, afirmó que «los porcentajes de consumo deben salir de la cantidad de adictos y no de la droga incautada, si queremos tener una dimensión real del problema».

En este sentido, calculó que en el país hay un millón y medio de adictos, y sostuvo que «el problema de drogas al que nos enfrentamos es decididamente grave.

En tanto, en la provincia de Buenos Aires, sobre una población de ocho millones de habitantes comprendidos entre los 16 y los 60 años, el dos por ciento consume cocaína.

Al respecto, Mate indicó, en declaraciones a un matutino porteño, que «la proyección de consumo interno nos da que en nuestra provincia se consumen unas seis toneladas de cocaína cada año; no es un número preciso pero sí representa una foto de la situación».

No obstante, el funcionario bonaerense afirmó que hubo un retroceso en el consumo de cocaína, aunque no de otras drogas, en los últimos dos años.

Mate estimó que esta situación se produjo por un incremento del precio de la droga, que se cotiza en dólares, a partir de la devaluación del peso que se produjo con la salida de la convertibilidad.

«Me gustaría decir que retrocedió el consumo interno por las políticas de prevención lanzadas desde el Gobierno, pero lo cierto es que luego de la devaluación la venta de cocaína en la Argentina se volvió un negocio menos redituable que antes», señaló Mate, quien advirtió que «de todas formas el adicto busca drogas sustitutas más baratas, como la pasta base o el famosísimo pero destructivo paco».

Agregó que «si bien la plaza no está seca, se ofrece a los consumidores una oferta de productos abaratados y de altísima toxicidad», ya que el «paco» está compuesto por residuos de la pasta base y provoca serios daños neurológicos.

Finalmente, dijo que «detrás de esa oferta no está el Cartel de Juárez ni organizaciones muy complejas; son traficantes menores que tienen la cocina de droga instalada en el mismo barrio».