Jujuy, una provincia fronteriza con Bolivia de poco más de 700.000 habitantes, será la primera de Argentina en cultivar sin restricciones legales cannabis para uso medicinal. El gobierno local ha conseguido la autorización nacional para importar semillas e iniciar pruebas piloto en una finca de propiedad fiscal, paso previo a la elaboración y distribución del aceite. Para ello ha creado la empresa pública Cannabis Avatãra, la primera en su tipo en el país austral. Otra compañía, pero privada, la estadounidense Green Leaf Farms International, subsidiaria de Players Networks, pondrá la experiencia y el 100% dinero necesario para financiar el proyecto.

El Congreso argentino aprobó en marzo de 2017 una ley que autoriza el uso medicinal de la marihuana. Limitó los permisos al tratamiento de la epilepsia refractaria y como, al mismo tiempo, mantuvo la prohibición para el autocultivo, habilitó su importación hasta tanto el Estado encontrase condiciones para producirlo. Como el Estado no pareció muy interesado en avanzar en la producción nacional del aceite, los pacientes aún deben pagar 400 dólares por una botella de 100 mililitros de aceite, suficientes, en el mejor de los casos, para un mes de tratamiento. La cifra supera en casi 90 dólares el salario mínimo de un argentino y fuerza a los pacientes al autocultivo, a riesgo de ir presos hasta 15 años, o a acudir al mercado negro. Allí, el precio baja hasta los 40 dólares, pero por un medicamento sin control alguno y eficiencia azarosa.

El gobierno de Jujuy ha prometido que con Cannabis Avatãra llenará el capítulo de la ley que habilitaba a la producción nacional de aceite de cannabis. “La idea es que el Estado sea un proveedor seguro”, dice Gastón Morales, presidente de la empresa pública e hijo del gobernador de la provincia, el oficialista Gerardo Morales. La previsión es producir 300.000 litros de aceite en cinco años, suficientes para abastecer el mercado local y exportar los excedentes.

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