A Mendoza todo llega. Lo bueno y lo malo, y así lo que afecta a las personas que viven en grandes ciudades. Han comenzado a aparecer los primeros casos de ciberadicción o ciberdependencia. No es más que la necesidad incontrolable y angustiante de estar conectado a Internet en todo lugar y a toda hora, y sentirse mal por no poder hacerlo.

La cantidad de casos es imposible de determinar justamente por la falta de información respecto a cómo detectar cuando se está sufriendo esta patología.

El fenómeno de la ciberadicción comenzó a presentarse a principios de los 90 en Estados Unidos y Europa, donde explotó el boom de Internet bastante antes que en nuestro país.

Miguel Conocente, director del Programa Provincial de Adicciones, está atendiendo actualmente a dos pacientes que sufren de ciberadicción. El psicólogo indicó que no existen estadísticas al respecto ni grupos de terapia. Tampoco casos que hayan derivado en internaciones. En esto influye el casi nulo conocimiento masivo de esta afección.

Conocente explica que a cualquier cuestión que se tome como un elemento adictivo -drogas o Internet, entre otras- él la considera un objeto inocuo, ni bueno ni malo. El acento se debe poner en el sujeto. Esto pasa con Internet. El problema aparece cuando deja de ser una herramienta de trabajo y se transforma en un objeto que sólo provoca satisfacción, y a su vez puede convertirse, como pasa con las drogas, “en el único objeto que causa placer en la vida de un sujeto. Acá ya estamos hablando de adicción”.

Los casos que está tratando Conocente son todavía aislados. Pero marcan una tendencia: se trata de personas instruidas, de clase media alta y con conexión propia a Internet.

Este es un dato interesante porque, según el especialista, se puede ser adicto a la red teniendo o no conexión desde el hogar. Los cibercafé o locutorios que están abiertos las 24 horas muchas veces son los lugares que eligen las personas que presentan esta patología.

“Internet como objeto es fascinante. Se muestra como algo que no tiene límites de tiempo ni de espacio, se considera omnipresente y omnisciente, y siempre está, cuando uno quiere está”, explica Conocente.

Las características de Internet cuadran perfectamente para hacer de ella un elemento u objeto del cual poder hacerse adicto. Y que maneje nuestra vida. Conocente detalla: “La persona normal se levanta y hay una serie de objetos que le brindan placer o satisfacción, mientras que el adicto se levanta pensando en el objeto que lo obsesiona, en cómo conseguirlo y en cómo hacer para que no se le termine. Con Internet pasa lo mismo”.

Asimismo, explica que no tiene necesaria relación la cantidad de horas que un sujeto está conectado a la red con la ciberdependencia: “Alguien puede conectarse una hora por día pero estar pensado permanentemente en eso y dejar de hacer otras actividades esperando el momento tan ansiado”.

El especialista pone el acento en que por lo general un adicto llega a recibir ayuda especializada por alguien de su entorno, un familiar o un amigo. Los pocos casos locales, dice, se debe a la poca información sobre el tema y al desconocimiento de este por personas que quizás estiman normal que alguien esté todo el día frente a una máquina. “Dicen: es el loquito de la computadora”.

Relación de las páginas con la ciberadicción

Otra cuestión que aclara Conocente es la supuesta relación entre ciertas páginas y la ciberadicción: “Se dice que la páginas pornográficas son las estrellas de Internet, pero esto depende del sujeto. Me ha tocado tratar a una persona que tenía locura por buscar la misma palabra en diferentes diccionarios e idiomas en Internet, y además su etimología. Podía pasar horas buscando y dejaba de lado lo que estaba haciendo e inclusive su trabajo”.