Cada vez son más las mujeres que acuden a especialistas para tratar su problema con el alcohol. En Alcohólicos Anónimos ya son casi el 40% (75 mujeres), cuando la asociación ha sido tradicionalmente masculina.

«El alcoholismo siempre ha estado peor visto entre las mujeres y no se atrevían a dar el paso y pedir ayuda», explican en Alcohólicos Anónimos. Pero desde hace un par de años las mujeres están empezando a someterse a terapias.

En el Centro de Solidaridad también han notado un repunte de tratamientos en mujeres. «Camuflan su problema y son más difíciles de curar porque llevan muchos años enganchadas», señala Carmen, terapeuta del centro.

La mayoría tienen entre 35 y 50 años y llevan bebiendo entre 20 y 25 años, por lo que sus organismos están ya muy dañados. «A las mujeres les cuesta más aceptar que necesitan ayuda y se adhieren peor al tratamiento que los hombres», explica Carmen. Además, en la mayoría de los casos tienen cargas familiares que hacen más difícil poder cumplir la terapia.

Suelen ser amas de casa que beben cuando están solas y tienen tiempo para recuperarse antes de que lleguen a casa su pareja o hijos, lo cual complica la detección del problema. El alcoholismo, por lo general, va acompañado por depresión y agrava la tristeza y la irritabilidad, además de empeorar la alimentación y el sueño.

«Es un círculo vicioso: se sienten culpables porque están irascibles con los que quieren y vuelven a beber para aliviarse», señalan. Las rupturas y problemas afectivos son los desencadenantes más habituales del alcoholismo entre mujeres. «La que hace daño es la primera copa, no la última. Cuando se empieza no se puede parar», explican.

En primera persona

Mayte tiene 52 años, lleva siete y medio sin probar gota y se siente como nunca. Comenzó a beber con 16 o 17 años para perder la timidez, pero acabó necesitando el alcohol para cualquier actividad diaria. «No me atrevía a ir al banco a pedir un extracto sin haberme bebido un par de copas. Me quitaba mis miedos con el alcohol, incluso para ir a una entrevista de trabajo», explica Mayte. La primera vez acudió a Alcohólicos Anónimos obligada por su familia. «No quería que me dejaran en la calle. A los seis meses recaí y volví por mi propia voluntad», señala. Allí encontró la comprensión necesaria para su recuperación.