Ibiza y Formentera no cuentan con los recursos suficientes para atender a las personas con problemas de alcoholismo, según señala el ‘Anuari de l’Envelliment de les Illes Balears’ de 2013, coordinado por la Universitat de les Illes Balears (UIB) y presentado hace unos días. El capítulo ‘Procesos de envejecimiento y alcoholismo’, de la socióloga Rosario Pozo, señala que únicamente Mallorca cuenta con los centros de atención a la drogodependencia suficientes.

En las Pitiusas, entre 2009 y 2010 un total de 38 personas (19 hombres y 19 mujeres) de entre 55 y 64 años solicitaron ayuda para dejar de beber, según el Plan de Adicciones y Drogodependencias del Govern balear. Ibiza y Formentera son las islas en las que este dato está más equilibrado por sexos. En Mallorca y en Menorca, el número de mujeres que pide ayuda para luchar contra el alcoholismo es superior al de hombres. Otra de las diferencias entre islas que constata el estudio es que mientras los centros de Menorca tienen el porcentaje más alto de admisiones por alcoholismo, los de Ibiza lo tienen por consumo de cocaína y opiáceos.

Los tres tipos de consumo

El ‘Anuari’ destaca que el hábito de consumir alcohol diariamente «está más generalizado» entre los mayores y que más de la mitad (un 56,4%) de las personas de entre 65 y 74 años que confiesan beber toman vino al menos cuatro días a la semana. Además, explica que entre los mayores de 55 años con problemas de alcoholismo hay que diferenciar entre los que han comenzado a beber a edades tempranas y desarrollan una dependencia alcohólica a lo largo de toda su vida, y los que se inician a edades tardías con un consumo «solitario» y «como estrategia para afrontar hechos o situaciones frustrantes».

A pesar de esto, destaca que el perfil del alcohólico de más de 55 años suele responder más al primer caso.

El estudio alerta de las «dificultades» para detectar el alcoholismo entre los mayores tanto porque estos ocultan el problema «por vergüenza», como porque los síntomas son similares al deterioro causado por la edad. Además, lamenta la «falta de conciencia de los profesionales» sobre este tema y destaca la importancia de que los médicos de cabecera y los trabajadores de los servicios lo tengan en cuenta porque, a esas edades, el alcoholismo «a menudo está camuflado con depresiones».

De hecho, asegura que la mayoría de los mayores de 55 años que llegan a los centros de atención a la drogadicción lo hacen a instancia de estos profesionales y como consecuencia de «numerosos problemas» de salud derivados del alcohol.

Caídas, fracturas y accidentes

En este sentido, detalla que el consumo abusivo conlleva «situaciones de riesgo» como posibles caídas, fracturas, accidentes domésticos y que incluso pueden sufrir malos tratos psicológicos por parte de su entorno familiar.

El ‘Anuari’ pide que se ajusten los mecanismos de prevención, intervención y tratamiento para incluir a los mayores de 55 años y hace hincapié en la necesidad de campañas de sensibilización dirigidas a este colectivo. «Es fundamental que las personas mayores tengan acceso a la prevención y al tratamiento y que los servicios de salud desarrollen protocolos de detección e intervención temprana», recomienda.

Alcoholismo femenino: Beben menos pero la adicción es mayor

El ‘Anuari de l’Envelliment’ dedica todo un apartado a analizar el alcoholismo femenino relacionado con el envejecimiento, que tiene unas características diferentes al de los hombres. El estudio destaca que ellas suelen comenzar a beber a edades más tardías que los hombres y que, aunque consumen menos cantidad de alcohol, «presentan más severidad en la adicción». Además, explica que muchas de ellas han sufrido trastornos psiquiátricos previos al consumo; de hecho, destaca que el estrés, la ansiedad o la depresión suelen ser los desencadenantes del consumo y que presentan historiales de abuso físico o sexual, malos tratos e incluso intentos de suicidio.

De la misma manera, el estudio alerta de que las mujeres alcohólicas lo tienen más complicado para superar el problema que los hombres. Esto se debe a que, por lo general, tienen menos apoyo familiar y de su entorno para enfrentarse a la adicción, menos recursos económicos y más tendencia a la depresión y a la baja autoestima. Una de las principales diferencias entre hombres y mujeres a la hora de dejar de beber es que lo habitual es que ellas tengan parejas que también lo hacen, lo que supone un obstáculo para el tratamiento, mientras que ellos suelen tener parejas que no son alcohólicas, lo que representa un elemento de apoyo y recuperación.