Si usted tiene un hijo que se pasa el día encerrado en el cuarto jugando con la «Play Station» tiene motivos para preocuparse. Psicólogos que trabajan en asociaciones de drogodependientes de la Comunidad Valenciana -como Patim o Vida Libre- han detectado que la mayoría de los jugadores patológicos se inician en sus conductas cuando son adolescentes y lo hacen precisamente delante de la videoconsola.

Según un informe que fue presentado en las jornadas sobre adicciones no tóxicas que se celebraron a mediados de octubre en el Casino Antiguo, «desde los años 90, coincidiendo con la masiva introducción de videojuegos en el mercado español, se detecta en los dispositivos asistenciales de nuestro país que los jugadores patológicos que acuden a tratamiento son cada vez más jóvenes y presentan con mayor frecuencia antecedentes de abuso o adicción a los videojuegos».

Según las investigaciones, cuyas conclusiones fueron presentadas en el congreso de Castelló, a mayor frecuencia, antigüedad o mayor número de contactos con la videoconsola, mayores problemas de adicción al juego con apuestas. El resultado es que comienzan a aparecer en las clínicas de la Comunidad Valenciana casos de menores cuyo abuso o adicción a los videojuegos se relaciona con el fracaso escolar, conductas desadaptativas a nivel sociofamiliar y una serie de síntomas muy similares al de los jugadores patológicos.

Los expertos coinciden en que el abuso de la videoconsola puede producir a corto plazo un incremento de la conducta agresiva, una asimilación de patrones sexistas, racistas o individualistas, y la inhibición de otras actividades positivas como el estudio y las conductas sociales constructivas. Además, concluyen los psicólogos, suelen generar adicción, ansiedad, limitan la imaginación y pueden conducir a desequilibrios emocionales.

A pesar de todo, hay autores que defienden que el uso de estos aparatos entre los jóvenes no es tan pernicioso como se cree.

Antonio Castaño, psicólogo de la Asociación Vida Libre de la Comunidad Valenciana, aseguró a Levante de Castelló que «si yo tengo un hijo y me dice que se va a jugar con la videoconsola, intentaré sentarme junto a él frente al ordenador. Si me dice que el juego va de un terrorista que mata ancianitas, me detengo un momento y trato de hablar con él porque algo puede no ir bien. La recomendación básica para los padres es que conozcan a sus hijos».

El informe del equipo de psicólogos destaca que la frecuencia de juego es más alta que en los años 80. En algunos adolescentes la conducta de juego con videojuegos se asemeja a la dependencia. En ellos, tal conducta está fuera de control, es invasiva, o usada para escapar de la realidad y conlleva serios riesgos para el desarrollo personal y social del joven.

Generación «Game Boy»

Los adolescentes de 14 a 16 años son los que más tiempo dedican a jugar -la mayoría con la edad va reduciendo la intensidad de juego-, pero existen segmentos de jóvenes de 18 años especialmente preocupantes.

El 2% de los niños y niñas españoles aficionados a los videojuegos pueden considerarse verdaderos adictos, ya que confiesan dedicar siete o más horas al ordenador.

Castaño cree que «la madre del cordero de todas estas conductas es la televisión. Que un niño pase cinco horas delante de la tele es una barbaridad y esta conducta se repite ante la pantalla del ordenador. Sin ser alarmistas debemos estar atentos en los próximos años porque acabamos de detectar los primeros casos de adicción y esto puede ser un problema grave en el futuro». El informe revela que algunos autores expertos en la materia han evidenciado la existencia de una escalada regular que se incrementa con la edad en la proporción de niños que acuden a las salas recreativas que juegan con máquinas tragaperras tanto como con los videojuegos.