Tras 20 años en la Organización Mundial de la Salud, 15 de ellos dedicados a temas de alcohol y drogas, el holandés Cees Goos huye del maniqueísmo para hablar del problema de la juventud con el alcohol. Conoce el botellón, a lo que se refiere en castellano. En septiembre pasado, al cumplir lo 60 años, se jubiló del cargo como director del Programa de Alcohol, Drogas y Tabaco de la OMS en Europa. La semana pasada participó en el seminario Alcohol y jóvenes celebrado en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), en Santander. Le resulta difícil comprender cómo puede ser legal el alcohol y no la marihuana: cree que lo deberían ser los dos.

Pregunta. ¿Sabe usted que en España hay un problema con los jóvenes y el alcohol?

Respuesta. Sí, el botellón es más serio en España que en otros países, pero eso no quiere decir que no exista en otros sitios. España no debe caer en el error de que en esto también es única. Cuando vivía en Copenhague, los viernes y sábados veía grupos de jóvenes desde mi ventana bebiendo demasiado en un parque. Incluso en invierno. En Europa, la edad con la que se empieza a beber es menor y cada vez se bebe más. Los jóvenes se emborrachan no por placer, sino para emborracharse, y eso es relativamente nuevo. Hace diez años no existía esto como fenómeno colectivo, sólo había casos aislados.

P. ¿Qué ha pasado? ¿De quién es la culpa?

R. No hay que culpar a los jóvenes. No hay que creer que es un hecho aislado de todo lo que ocurre en la sociedad. Los jóvenes hacen las cosas cada vez antes, tienen relaciones sexuales cada vez con menos edad. No es fácil.

P. ¿Por qué ha saltado el problema casi de repente?

R. Una de las razones es, al crecer el fenómeno, aumentando el malestar social. Ocurre como con la heroína. A nadie le importa que la gente se inyecte, lo que le molesta es verlo en la puerta de su casa. La gente que vive cerca de las zonas donde se produce el botellón se ha cansado y ha estallado. Además, en los últimos 20 años la sociedad ha tomado conciencia sobre la importancia de la salud pública. En 2000 organicé una conferencia de ministros en Estocolmo sobre este tema y presentamos un estudio del impacto del alcohol. El resultado fue aterrador: cada año mueren 55.000 jóvenes, de entre 15 y 29 años, en Europa a causa del alcohol, bien en un accidente, una agresión o bien en un homicidio. Si se analiza la mortalidad de este grupo de personas, se observa que de cada cuatro muertes, una está relacionada con el consumo de alcohol. Y esto no lo sabíamos, fue una sorpresa.

P. ¿Cómo se pueden bajar esas cifras?

R. No lo sabemos, pero, por ejemplo, se puede evitar que se venda alcohol en las gasolineras o cerca de los estadios de fútbol, y no puede ser que en muchos países sea más barata una bebida alcohólica que una sin alcohol.

P. Dice usted que no hay que culpar a los jóvenes, pero el discurso en España es que después del botellón está el hachís, y luego drogas duras.

R. Creo que el Plan Nacional sobre Drogas hace bien al tratar las drogas legales y las ilegales de la misma forma. Es positivo. No tiene sentido que de cara a una persona joven se traten de forma distinta, aunque la marihuana y el alcohol tengan un estatus legal distinto. Entre la marihuana y la cerveza, probablemente, sea más peligrosa la cerveza. Es verdad que la gente que consume opiáceos también fuma y bebe, pero no significa que funcione al revés. El tabaco sí es una droga de entrada a otras drogas, baja el umbral para pasarse a otras más que el alcohol, que no está tan claro que funcione así.

P. ¿Se debe entonces prohibir el alcohol o legalizar la marihuana?

R. Está claro que la forma en que tratamos las distintas drogas no tiene mucha lógica. El alcohol es potencialmente más peligroso que la marihuana. No digo que la marihuana no haga daño, pero no tanto. Nuestra política es inconsistente, pero se basa en tradiciones y creencias que es muy difícil cambiar, pero que con el tiempo sí se modifican. En algunos cantones suizos, por ejemplo, la marihuana es legal. Las cosas están cambiando, vemos cosas que no ocurrían hace 20 o 30 años, y creo que con el tiempo se irá haciendo más lógica. Para los jóvenes, y para mucha gente con sentido común, es difícil de entender que en muchos países europeos puedas acabar en la cárcel por consumir marihuana, mientras que por conducir borracho te pongan una multa. No tiene sentido.

P. Pero prohibir el alcohol, para hacer esa política más lógica, ya hemos visto que no funciona.

R. La prohibición no es la solución, si acaso sería para las sustancias más peligrosas como los opiáceos, y las sustancias que crean dependencia muy rápidamente, como el tabaco.

P. Hoy lunes entra en vigor en Madrid una ley contra el botellón, y el Estado prepara otra. Ambas prohíben beber en la calle. ¿Cree que están bien enfocadas y que se podrán aplicar?

R. Me recuerda a cuando se prohibió fumar en los lugares públicos. Todo el mundo decía: ¿cómo lo van a aplicar? Pero la realidad es que la mayoría de la gente no lo hace si no está permitido. Si hay motivos para proteger al público en general de la carga del tabaco o del alcohol, adoptar esas medidas es una responsabilidad del Gobierno.

P. ¿Se puede considerar alcohólicos a los jóvenes que hacen el botellón?

R. No creo que todos los que hacen el botellón tengan un problema con el alcohol. A lo mejor sólo les falta trabajo, tienen otros problemas o la alternativa es quedarse en casa con sus padres viendo la televisión.

P. ¿Qué papel desempeña la industria en todo esto?

R. La responsabilidad que tiene la industria de la bebida no es despreciable. Hace seis años salieron bebidas de diseño dirigidas exclusivamente a la gente joven; en los premios de la cadena de televisión MTV, los patrocinadores son grandes marcas de cerveza. La industria no juega limpio, no deberían dirigir sustancias peligrosas a los más jóvenes. ¿Cuánto se gastan en publicidad y cuál es el presupuesto del Plan Nacional sobre Drogas? La diferencia es abrumadora. La industria cada vez gasta más, pero no en anuncios sino en patrocinio, en publicidad indirecta.

P. ¿Es ese aumento exclusivo de Europa?

R. La producción y el consumo están concentrados en Europa, pero aumentan en todo el mundo. Las destilerías tienen un nuevo gran mercado en Europa del Este, y Corea del Sur cuenta actualmente con un nivel de alcoholismo mayor que el de muchos países europeos. El mercado lo dirigen los productores, no los consumidores. Pero el Tratado de la UE dice que los asuntos de salud deben analizarse de forma distinta, no son una mercancía más. Hay instrumentos legales en la UE para controlar el mercado de alcohol.