Desprecio por toxicómanos, desprecio por locos. Doble incomprensión ante los enfermos duales. Muchos de ellos no han sido diagnosticados y algunos ni siquiera recibirán el tratamiento que requieren. En Cádiz hay al menos quince casos extremos conocidos y están registradas una cincuentena de familias afectadas, reunidas en una asociación, AFEDU, que funciona desde el año 2000. Hasta entonces la enfermedad dual era apenas un dibujo de descripciones médicas. La Organización Mundial de la Salud la reconoció recientemente y las instituciones españolas apenas han iniciado el camino de su conocimiento y atención.

La Asociación de Familias de Enfermos Duales engloba a afectados de toda Andalucía y cuenta con 80 asociados. La iniciativa de los familiares es por lo pronto dar a conocer la incomprensión y la falta de recursos que sufren estos enfermos y su entorno.

La patología dual es un trastorno psíquico que puede desenmascararse y, en todo caso, se agrava rápidamente cuando se le une una adicción tóxica, como puede ser cualquier tipo de drogas, incluido el alcohol. Un tándem que por separado ya es problemático para cualquier persona se convierte en un laberinto sin retorno para un enfermo dual. «El trastorno psíquico puede desencadenarse con la adicción. Pero cada caso es una historia distinta», advierte Loli Callealta, presidenta de la mencionada asociación de familiares, familias inmersas en auténticos calvarios.

AFEDU da la voz de alerta en especial para tratar a los duales con prevención, para detectar los casos antes de que se desarrollen con la complicaciones de una adicción. «El enfermo dual cuando recibe su medicación lleva una vida normal. Su trastorno psíquico queda controlado y las familias pueden ayudarles de forma eficaz. Sin embargo cuando toma una sustancia tóxica la vida del enfermo se convierte en un infierno, porque su comportamiento se desborda y con él arrastra a sus allegados», explica una mujer, miembro de la entidad, que prefiere guardar el anonimato.

Ni el consumo de drogas se limita a determinadas capas sociales ni por supuesto la enfermedad dual. Un caso muy grave detectado en Cádiz es un hombre soltero, de unos treinta años de edad, criado en una familia convencional y en un entorno apacible. Hace unos años cayó en el consumo de presuntas drogas blandas y sus padres están sufriendo las continuas amenazas de muerte, que se extienden a vecinos y amigos. «Es un tópico lo de catalogar los porros como una droga blanda. En una mente que sufre trastornos como la de los duales cualquier droga, como sustancia tóxica, se convierte en dura», matiza Callealta sobre los riesgos fatales para un enfermo dual.

Otro miembro de la asociación recuerda el caso de una joven paciente, hace un par de años, que recibía metadona. Murió de una sobredosis de esta sustancia, porque su estado mental le impedía cuidarse. «Pedimos al SAS que esta chica fuera ingresada. Era una enferma dual y necesitaban atención especial. No nos escucharon y se llegó tarde», lamenta al respecto Callealta.

La entidad pide ingresos rápidos para estos enfermos, para la salud de ellos y para ayudar asimismo a sus familiares. Un dual no puede abandonarse ni retrasar su tratamiento. A su vez la asociación es crítica con la falta de asistencia que reciben los duales si ingresan en prisión por algún delito, como puede ser muy posible. «Las cárceles están llenas de enfermos duales. Está claro que tienen que pagar sus deudas con la sociedad, pero tienen que recuperarse en un sitio adecuado», argumenta la presidenta.

Algunos jueces ya conocen con exactitud las peculiaridades de este trastorno y adaptan sus criterios al contexto del enfermo. Un dual no sólo debe recibir apoyo y asistencia de salud mental sino que debe ser tratado a la vez en su drogodependencia, es lo que les diferencia de otros casos. «La administración no atiende de lleno este problema. La patología necesita centros de atención primaria donde conjuntamente debe existir un tratamiento del trastorno y otro para la adicción», exponen miembros de AFEDU.

La asociación ha emprendido una campaña para divulgar las características de este trastorno. «Las familias estamos uniéndose para apoyarnos entre todos, difundir y mostrar un cara real de los enfermos duales. No se les puede dejar arrinconados por creer que son toxicómanos. Pueden recuperarse perfectamente y tener una vida normal», reclama Loli Callealta.