Una encuesta realizada a escolares entre 8 y 10 años revela que el 81% son hijos de padres fumadores, de los cuales el 69% fuman en casa y en el coche y el 31% en ventanas y balcones. Este sondeo, realizado en un grupo de 48 alumnos del C.P. 24 de Junio en la capital grancanaria (Zárate), forma parte de un estudio realizado por dos estudiantes de Medicina de la ULPGC, Miguel Florido Rodríguez y Laura Estévez Suárez, dentro de la asignatura de Medicina Preventiva y Salud Pública, con el fin de dar a conocer los efectos del tabaco sobre la salud de los niños, por su inhalación indirecta. Laura Estévez y Miguel Florido parten del hecho de que, no sólo no existen datos sobre la prevalencia de niños fumadores pasivos, sino que entre los objetivos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) no se hace mención alguna a este colectivo.

“Con motivo del Día Mundial Sin Tabaco los medios de comunicación nos bombardean incesantemente con cifras alarmantes sobre el tabaquismo en nuestra sociedad, pero a pesar de toda esta propaganda antitabaco, seguimos sin conocer los datos de una población terriblemente afectada por el humo de esta sustancia: los niños fumadores pasivos”, dice Miguel Florido.

Una de las conclusiones del estudio Niños fumadores pasivos pone de relieve que el tabaquismo pasivo produce en los niños un agravamiento del asma, aumenta la clínica alérgica en los niños que ya lo son y la incidencia de infecciones de vías respiratorias, provoca hiperreactividad bronquial, causa y perpetúa patologías del oído medio, disminuye la función pulmonar, es factor de riesgo de muerte súbita en lactantes y aumenta el uso de medicación para el control de enfermedades respiratorias.

Florido insiste en que la OMS pretende la reducción del número de fumadores pero carece de objetivos suficientes para proteger a los niños fumadores pasivos, y “en las Islas, el Plan Canario de Salud se centra mucho en políticas de restricción de la publicidad, venta y consumo, y actúa especialmente sobre los fumadores activos. Actualmente, un 8% de menores canarios consume activamente el tabaco, y otra cantidad, desconocida todavía pero nada despreciable, lo recibe de sus padres; esta población constituye un sector insuficientemente protegido y falto de atención”, afirma el estudiante de Medicina y advierte que la capacidad pulmonar de estos niños está disminuida con respecto a la de aquellos que viven en un hogar sin humo. “Además, no cabe duda de que la convivencia con el tabaquismo desde edades tan tempranas acerca a los niños a un consumo activo de tabaco”.

“Que no abuse del cigarro porque es mi abuelo y yo lo quiero”

La encuesta realizada a escolares entre 8 y 10 años por Laura Estévez y Miguel Florido, dentro de su estudio sobre Los niños fumadores pasivos, revela, no sólo que la mayoría de los niños canarios están sometidos a la exposición del tabaco en sus hogares, sino que éstos manifiestan su disconfort frente a este hábito propio de sus progenitores y familiares cercanos.

“Mamá, deja de fumar, por favor”, “no fumar nadie, queremos vivir todos”, o “que no abuse del cigarro porque es mi abuelo y lo quiero”, son algunas de las frases expresadas por los alumnos encuestados en el colegio 24 de Junio, según afirmó Laura Estévez, coautora del trabajo.

“Los niños se muestran preocupados por la salud de los suyos, pues son conscientes de los graves efectos que el tabaco puede causar sobre los que más quieren. Se quejan del mal olor, del humo, del que dicen no me deja respirar y me hace toser y de que incluso sean ellos los que tengan que ir a comprar esos cigarros que tanto molestan. A la vez, les preocupa que ellos también puedan verse afectados por el humo, tal y como nos cuenta un niño que dice: me contagian a mí también y me pongo malo, o que no fumen al lado de los niños porque, si no, se asfixian, dice otra niña”, apunta Estévez.

Sistema inmunitario

En una entrevista realizada por los autores del estudio a la doctora Carrillo, jefe del Servicio de Alergología del Negrín, se confirma que el humo del tabaco afecta a los niños pequeños: provoca alteraciones en su sistema inmunitario, aún inmaduro, “porque el humo del tabaco es un factor muy irritante que estimula la sobreproducción de una molécula, IgE, lo cual predispone a padecer enfermedades alérgicas durante el resto de su vida. A su vez, estas modificaciones disminuyen el resto de las defensas, aumentando el riesgo de padecer enfermedades infecciosas”; y, al inhalar el humo se producen daños y alteraciones de las vías respiratorias.

Carrillo apuntó que hay una clara mejoría en aquellos pacientes cuya familia ha dejado de fumar, que se traduce en una disminución de crisis y de consumo de fármacos, que “las características del humo impiden que sólo dejar de fumar delante de los niños no sea suficiente. Estas sustancias se quedan impregnadas en las ropas, habitaciones, ceniceros, y de nada sirve no haber estado presente en el momento en que se consume el tabaco. De la misma forma, el hábito de fumar en la terraza o ventana resulta ineficaz. Lo deseable sería dejar de fumar”, concluye.