Los resultados del gabinete de drogodependencias relativos al año 2002 constatan la aparición de ludopatías que representan un 5,64% de los 638 casos tratados por los técnicos, cuando el año anterior no se había registrado ninguna situación de estas características. Otra de las novedades es que por primera vez, en 2002 el consumo de alcohol encabeza el número de tratamientos adictivos, que representan el 31,35% de los casos atendidos, lo que supone un aumento de tres puntos con respecto al año anterior.
En consonancia con la tónica de los últimos años, el consumo de heroína se ha reducido en 71 casos con respecto a 2001, lo que supone que 187 personas han sido atendidas por esta adicción. En cuanto al consumo de cocaína, los datos revelan que el número de tratamientos se mantienen, mientras que se duplican las atenciones por adicción al cannabis. Este aumento responde a que «cada vez son más las personas que se conciencian de que el consumo de esta sustancia es una adicción tratable y el número de personas que se somete a un tratamiento de desintoxicación ha pasado de suponer el 6,75% del total de casos en 2001 al 12,38% en 2002», explico ayer la concejala de Servicios Sociales, Carmen Amorós.
El perfil de los consumidores que asisten a la red de atención de drogodependencias en Castelló para tratar adicciones a la heroína, cocaína y alcohol son varones, con edades comprendidas entre los 20 y 30 años, de estado civil soltero, con estudios primarios o de bachiller, y en situación laboral activa. El gabinete de drogodependencias actúa a través de programas de prevención que «se realizan durante el curso escolar, y que pretenden ser herramientas para que los niños y jóvenes puedan afrontar los problemas de las drogas y superar las presiones sociales que existen en muchas ocasiones», explica Amorós. Al margen de la actividad municipal las personas que sufren alguna dependencia reciben tratamiento en as entidades Araca, Proyecto Amigó, Cruz Roja, y las unidades de Conductas Adictivas y de Desintoxicación Hospitalaria. Respecto a los programas de prevención, los técnicos explicaron que los programas pretenden inculcar en los jóvenes valores para reducir la vulnerabilidad ante la posibilidad de consumir drogas. La participación el pasado curso en los programas Cine y educación en valores, Prevenir para vivir, Órdago y Prevención Familiar ha sido muy elevada, desde los 2.000 a 7.000 participantes en función del proyecto elegido. En el programa Prevención Familiar participaron 772 padres de alumnos porque «es importante que a los niños se les inculque desde pequeños valores que les permitan afrontar la tentación que para algunos supone la droga», afirmaron los técnicos.