Las personas que son portadoras de una versión de «alta producción» del gen de la dinorfina, tienen posiblemente una mayor protección contra la dependencia o el abuso del consumo de cocaína que las que tienen una versión que produce bajos niveles de la sustancia.

«Estos resultados son preliminares pero sugieren claramente que hay diferencias genéticas en la codificación para la dinorfina que están relacionadas con las variaciones de vulnerabilidad al abuso de cocaína», agregó en el estudio publicado el domingo.

«Este tipo de conocimiento es importante para el desarrollo de tratamientos tanto preventivos como curativos», con relación a los adictos de este narcótico, dijo Kreek, médica del Hospital Rockefeller.

Kreek, junto con el profesor emérito de Rockefeller Vincent Dole y su difunta esposa, Marie Nywander, fueron pioneros en los tratamientos con metadona para los adictos a la heroína hace cuarenta años.

El nuevo estudio de asociación genética comparó las muestras de ácido desoxirribonucleico de 174 participantes, incluidas 83 personas diagnosticadas con dependencia o abuso de la cocaína, y 91 individuos sin antecedentes de abuso de sustancia alguna.

«Fue afortunado que tuviéramos, para este estudio, a individuos bien caracterizados», dijo Andrew Chen, un médico que fue el primer autor del estudio en la Universidad Rockefeller. «Los sujetos que observamos habían sido diagnosticados bajo criterios muy estrictos, un hecho que sustenta nuestras conclusiones», agregó.

La dinorfina es parte del sistema natural de opioides en el cuerpo. Estas moléculas, que actúan sobre sus receptores opioides correspondientes, son responsables de la atenuación del dolor y crean una sensación de euforia y mayor energía.

También desempeñan un papel en el funcionamiento normal de los sistemas gastrointestinal e inmunitario, y modulan la forma en que el cuerpo lidia con el estrés.

Los opiáceos adictivos, que incluyen la heroína, la morfina y otros analgésicos como la codeína, tienen estructuras similares a los opioides que produce naturalmente el cuerpo y por ello se enlazan con los mismos receptores y los estimulan.

La cocaína, en cambio, actúa principalmente sobre los circuitos de recompensa del cerebro, aumentando los niveles de dopamina y otros neurotransmisores en áreas específicas del cerebro.

Investigaciones más recientes han mostrado que la cocaína, al igual que la heroína, también actúa sobre el sistema de producción natural de los opioides, incluida la dopamina. Todos los estudios combinados implican que la dinorfina aumenta después de la administración de cocaína, como medio de contrarrestar los efectos de la cocaína. Bajo circunstancias naturales, sin embargo, este incremento en la dinorfina puede no ser suficiente para proteger a una persona contra la adicción a esta sustancia.