Patrullas militares recorren en las noches las calles de Nezahualcóyotl, un populoso conglomerado limítrofe con Ciudad de México, para prevenir enfrentamientos de bandas que podrían estar vinculadas a carteles como Los Zetas y La Familia, que ensangrientan parte del país.

Los patrullajes militares comenzaron el 18 de enero, dos días después de que una balacera en una barriada pobre dejara ocho jóvenes muertos.

La presencia de soldados rondando la capital puso sobre el tapete el acecho de la violencia del narcotráfico a la zona metropolitana, con más de 20 millones de habitantes, hasta ahora ajena a la espiral de crímenes de los carteles.

A menos de 20 kilómetros del centro histórico de la capital mexicana, Nezahualcóyotl fue históricamente utilizada por vendedores de droga al menudeo como puerta de entrada a Ciudad de México, pero desde fines de 2010 los crímenes por disputas entre narcotraficantes han creado zozobra en el vecindario.

«Hay una pugna interna de La Familia con una célula que se escindió y no se descarta la presencia de sus enemigos Los Zetas, por eso se determinó hacer operativos de alto impacto con la participación de militares», explicó Víctor Torres, director de Seguridad Pública de Nezahualcóyotl.

Más de 34.600 asesinatos se han registrado en todo México en los últimos cuatro años ­muchos implican decapitaciones y mutilaciones­ tras la puesta en marcha de una ofensiva contra los carteles, para la cual el gobierno desplegó a más de 50.000 militares.

El alcalde de Ciudad de México, el izquierdista Marcelo Ebrard, se negó hasta ahora a la presencia del Ejército en las calles de la capital, un lujo que no puede darse Nezahualcóyotl, que con un millón de habitantes sólo cuenta con 1.600 policías.

El temor es que el dolor, el miedo, la muerte y desesperación que se vive en muchas regiones del país como Tamaulipas y Chihuahua se traslade al estado de México y el Distrito Federal.

Para los narcotraficantes, el estado de México es estratégico por su conexión vial, que brinda múltiples rutas para entrar y salir de la capital, pero también conecta a través de rápidas autopistas con las zonas de influencia de los capos.