Pregunta.- Ha comentado que en Estados Unidos escasean las estadísticas sobre personas con adicciones y otras afecciones psiquiátricas. ¿A qué se debe?
Respuesta.- Tiene que ver, en parte, con la estructura de financiación de la investigación. Existe un instituto que se dedica a la salud mental -a la mayor parte de estas enfermedades, como la esquizofrenia o la depresión-, otro que se dedica al estudio de las drogas -el que yo dirijo- y un tercero consagrado al alcohol. Como resultado, se conceden subvenciones para proyectos de cada una de esas áreas por separado. No ha habido un esfuerzo suficiente para integrarlas. El tratamiento también está dividido. Si un alcohólico tiene depresión, el psiquiatra lo manda a una terapia completamente separada para tratar el problema de la bebida. Es la manera más ineficiente de abordar la patología dual.

P.- ¿En España se observa una situación similar?

R.- Me han comentado que existe una mayor integración que en mi país, aunque aún queda mucho por avanzar.

P.- ¿Cuáles son las Prioridades del NIDA en estos momentos?

R.- Es muy importante promover la investigación de nuevos medicamentos, colaborar con la industria para llevar esos fármacos a la práctica clínica e integrar al colectivo médico en la evaluación y en el tratamiento del problema de la adicción. Otra gran prioridad es la prevención. El abuso de drogas es 100% prevenible.

P.- El organismo que usted dirige dedica el 30% de sus recursos a cuestiones relacionadas con el VIH. ¿Cuál es la razón?

R.- Las drogas juegan un papel importantísimo en el contagio. Hay estudios que demuestran que el tratamiento de la drogodependencia disminuye la tasa de infección. Se ha comprobado que la adicción interfiere con la habilidad del paciente para mantener las rutinas que son necesarias para obtener resultados óptimos de la terapia antirretroviral.

P.- ¿También aumenta las conductas de riesgo?

R.- Totalmente. El alcohol desinhibe. Otras drogas, como la metanfetamina y la cocaína, aumentan el deseo sexual.

P.- ¿En qué punto nos encontramos en la investigación de las causas genéticas y ambientales del abuso de sustancias?

R.- Los factores genéticos son importantísimos. Esto tiene que ver con aspectos que determinan la personalidad. Alguien con una gran aversión al riesgo es poco probable que consuma, pero en una persona que busca la aventura, la posibilidad es mayor. El hecho de probar las drogas no conduce necesariamente a la dependencia: se estima que el 50% de la vulnerabilidad está determinada por cuestiones genéticas. Ahora bien, tú puedes tener todos los genes que te hacen susceptible al alcoholismo, pero si nunca bebes, porque estás en un entorno en el que no está presente la bebida o porque desde pequeño se te ha inculcado lo dañino que es, nunca te vas a volver adicto.

P.- Entonces, existe la libertad…

R.- Y el determinismo. Eres libre cuando cuentas con opciones de elección. Si no, es un concepto vago, arbitrario. Si tu padre está en la cárcel, tu madre no se ocupa de ti, tienes unos amigos que te ofrecen drogas… ¿Eso es libertad? A menudo se dice que quien consume drogas es responsable porque decide hacerlo. Pero si una persona con diabetes decide no practicar ejercicio, no se le echa la culpa.

P.- Se están investigando vacunas para combatir los efectos de la adicción a sustancias tóxicas. ¿Cuáles son los resultados preliminares?

R.- Hay tres compañías farmacéuticas desarrollando una contra la nicotina y nosotros estamos financiando un ensayo de otra frente a la cocaína. Se han publicado dos estudios que muestran que no todo el mundo forma anticuerpos ante esta última. En los que sí los generan, la vacuna es efectiva. Ahora estamos tratando de fomentar la investigación para lograr crear anticuerpos en un mayor porcentaje de personas.