Un estudio de la Universidad de Tulane ha revelado que las prácticas históricas de racismo en préstamos hipotecarios, conocidas como redlining, continúan impactando negativamente la salud pública. Según los hallazgos publicados en JAMA Internal Medicine, las personas diagnosticadas con VIH que viven en vecindarios históricamente marcados por esta práctica experimentan un tiempo significativamente más largo para alcanzar la supresión viral en comparación con aquellas en zonas no afectadas.
El estudio, que incluyó a 1,132 residentes de Nueva Orleans (EE.UU.) diagnosticados con VIH entre 2011 y 2019, encontró que el tiempo promedio para alcanzar la supresión viral era de 193 días en vecindarios históricamente redlineados, frente a 164 días en vecindarios no redlineados. Esto representa una diferencia del 15% en el tiempo de tratamiento, lo que tiene graves implicaciones tanto para la salud individual como para los esfuerzos de salud pública para contener la propagación del VIH.
El redlining fue una práctica implementada por la Home Owners’ Loan Corporation (HOLC) en la década de 1930, que clasificaba vecindarios en cuatro niveles de riesgo codificados por colores, basándose en gran medida en la composición racial y étnica de sus habitantes. Los vecindarios marcados como «peligrosos» o «grado D» quedaron marginados en términos de inversión y servicios, lo que resultó en desigualdades económicas y sociales que persisten hasta hoy.
El racismo estructural que sustentaba estas políticas ha dejado cicatrices profundas en las comunidades afectadas, moldeando la desventaja concentrada que enfrentan las minorías raciales y étnicas. Según el Dr. Scott Batey, autor principal del estudio, «el VIH es, en muchos sentidos, una enfermedad asociada a la pobreza, y este estudio muestra cómo las políticas discriminatorias del pasado continúan afectando la salud en la actualidad».
Los resultados principales del estudio se centraron en el tiempo hasta la supresión viral, definido como la primera carga viral registrada de menos de 200 copias/mL tras el diagnóstico. De los participantes:
– El 76.9% eran hombres.
– El 54.8% tenían entre 25 y 44 años.
– El 62% vivían en vecindarios históricamente redlineados.
El análisis también reveló que el impacto del redlining en el retraso del tratamiento persistía incluso después de controlar factores como la gentrificación y las características sociodemográficas.
Estos hallazgos subrayan los efectos duraderos del racismo sistémico en los resultados de salud. Las personas que viven en vecindarios históricamente afectados por el redlining enfrentan desafíos adicionales para acceder a un tratamiento eficaz, lo que agrava las inequidades existentes en la epidemia del VIH.
«Si logramos hacer los servicios más accesibles y reducir el tiempo hasta la supresión viral, podríamos tener un impacto significativo en la epidemia de VIH», afirmó Batey. El estudio sugiere medidas como educación comunitaria, telemedicina, pruebas en el lugar y políticas de salud pública más equitativas para abordar estas desigualdades.
Este estudio no solo proporciona evidencia sobre las consecuencias de la discriminación histórica, sino que también destaca la necesidad urgente de intervenciones que promuevan la equidad en salud y reduzcan el impacto del racismo estructural en las comunidades más vulnerables.