Dentro del virulento conflicto contra el tabaco, el Pentágono puede convertirse en el próximo frente de batalla. Un estudio solicitado al Instituto Nacional de Medicina por los Departamentos de Defensa y Asuntos de Veteranos, recién terminado tras dos años de trabajo, ha recomendado entre otras cosas que se prohíba totalmente fumar a las tropas de Estados Unidos, expandir los tratamientos para dejar esa adicción y terminar con las ventas subvencionadas de cigarrillos en bases militares.

La iniciativa -que aspira a alterar de forma radical la estrecha relación entre la cultura castrense y el cigarrillo- se basa entre otros factores en un significativo aumento del consumo de tabaco en las Fuerzas Armadas de EE.UU. Con una detectada espiral de tabaquismo que coincide con los múltiples y masivos despliegues para hacer frente a los conflictos bélicos abiertos en Afganistán e Irak.

Toda esta gran calada uniformada de nicotina se ha traducido en mayores costes sanitarios y una merma de productividad, con un coste anual para las arcas públicas estimado en casi 7.000 millones de dólares. Además de una reducción a corto plazo de la actitud física de los soldados profesionales. En la actualidad, uno de cada tres militares americanos fuma, en comparación con menos de uno de cada cinco adultos entre la población civil.

Más lucha, más consumo

De los militares fumadores, los más asiduos suelen formar parte del Ejército de Tierra (37 %) y de la Infantería de Marina (36 %), las mismas unidades que han llevado el peso en los frentes bélicos abiertos por la Administración Bush tras el 11-S. De hecho, los veteranos de Estados Unidos destinados en zonas de combate tienen un 50 % más de posibilidades de aliviar su estrés con cigarrillos.

El consumo de tabaco lleva prohibido desde hace años dentro del Pentágono y todas sus instalaciones militares, pese a que en su día formase parte de las raciones de campaña. El nuevo impulso para profundizar en ese veto al tabaco insiste en que debería hacerse de forma gradual, con un margen de hasta veinte años. Con una decisión final que dependería del propio secretario de Defensa, Robert Gates, nombrado por la Administración Bush pero renovado por el presidente Obama.

La portavoz oficial Cynthia Smith ha indicado que el Departamento de Defensa respalda el objetivo de una plantilla castrense libre de tabaco pero en sintonía con los esfuerzos civiles. Sin embargo, en la práctica, el Pentágono alienta el consumo de cigarrillos al facilitar su venta subvencionada en tiendas y economatos dentro de instalaciones militares. Un 70 % de los beneficios de ese comercio controlado -casi 90 millones de dólares al año- es destinado a recreación y respaldo a familias de militares.

La sugerencia de erradicar el consumo militar de tabaco ha encontrado una firme oposición, expresada sobre todo a través de oficiales en situación de reserva. Según el jubilado general Russel Honore, famoso tanto por intentar remediar el caos de Nueva Orleans después del huracán Katrina como por sus puros, el tabaco es una necesidad básica en situaciones de combate. A su juicio, «cuando uno está cansado y lleva días sin apenas dormir y sin recibir las apropiadas comidas en su momento, el estímulo del tabaco puede marcar la diferencia».

Prioridades y Obama

Otros militares han cuestionado abiertamente la oportunidad de esta iniciativa anti-tabaco cuando las Fuerzas Armadas de Estados Unidos sufren en estos momentos otros gravísimos problemas sanitarios. Empezando por un considerable aumento de problemas de salud mental, estrés postraumático y un número disparado de suicidios.

En toda esta polémica también podría entrar incluso Barack Obama, comandante en jefe de la maquinaria militar de Estados Unidos. El presidente se ha declarado «95 por ciento curado» de su adicción a los cigarrillos, aunque a veces tropieza en la tentación.

Cada vez más, bajo las órdenes de un cigarrillo

Porcentajes de fumadores en la vida civil y militar detectados en el estudio que el Instituto Nacional de Medicina acaba de remitir al Pentágono con la recomendación de prohibir el consumo de tabaco en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos:

  • -37 % de fumadores entre las tropas del Ejército de Tierra (Army).
  • -36 % entre las tropas de la Infantería de Marina (Marines).
  • -32 % de todo el personal militar en activo.
  • -22 % entre los veteranos de las Fuerzas Armadas, que además tienen un 50% más de posibilidades de aliviar su estrés con cigarrillos si han estado destinados en zonas de combate.
  • -20 % del total de la población de Estados Unidos.