La primera vacuna diseñada para frenar la infección por el virus del sida, probada por primera vez en humanos, no impide el contagio tal y como se había propuesto en un principio el fabricante, la compañía VaxGen. Sus portavoces admiten que «AidsVax» no ha cumplido sus objetivos después de más de tres años de investigación.

Durante este tiempo, 5.100 homosexuales y 300 mujeres considerados sujetos con un alto riesgo de contagio por vía sexual –aunque sin estar infectados por el virus en el momento de su inclusión en el ensayo–, procedentes de Estados Unidos, Canadá, Puerto Rico y Holanda, fueron inmunizados con este fármaco para comprobar sus niveles de eficacia. Algunos recibieron hasta siete inyecciones frente a quienes sólo fueron tratados con un placebo inocuo, y desde 1998 fueron vigilados muy de cerca para controlar los contagios. Los resultados demostraron que la vacuna sólo logró reducir la tasa de infección un 3,8 %, una cifra muy alejada de las previsiones iniciales, que confiaban en obtener una protección del 30%.

Diferencias raciales

Esta terapia era la primera en haber alcanzado la tercera fase de los ensayos clínicos, el último paso en la «carrera investigadora» antes de la aprobación definitiva por parte de la FDA, el organismo que autoriza y regula el mercado del medicamento en EEUU. Para obtener licencia para su comercialización, «AidsVax» debería haber demostrado eficacia en al menos un tercio de los casos, lo que obliga a que tenga que superar nuevos ensayos para obtener una futura aprobación. El interés por estas conclusiones radica principalmente en que se trataba de la primera vacuna probada con humanos, ya que en estos momentos existen varios modelos en experimentación en todo el mundo.

Pese a la decepción, los fabricantes no arrojan la toalla del todo. De hecho, la vacuna demostró mejores resultados entre algunas minorías étnicas –negros y asiáticos, fundamentalmente–, cuya presencia, admiten, «no era cuantitativamente significativa entre los voluntarios del estudio». En concreto, entre estos subgrupos, sólo el 2% de los participantes resultó infectado frente al 8% de quienes no fueron vacunados, una diferencia estadísticamente significativa. Por este motivo, reconocen que serán necesarias nuevas investigaciones para poder descubrir el mecanismo por el que sus organismos producen más anticuerpos que los de los voluntarios blancos.

Algunos científicos de prestigio internacional ya se han apresurado a poner «paños fríos» sobre este fracaso, asegurando que aunque la vacuna no haya logrado proteger contra el sida, sí ha permitido abrir nuevos caminos para la investigación de los mecanismos del VIH, un virus que el año pasado se cobró tres millones de vidas en todo el mundo.

Es el caso de José Esparza, experto en vacunas de ONUSIDA, el organismo de las Naciones Unidas dedicado a la enfermedad. Esparza aseguró a «The New York Times» que estamos ante el descubrimiento más significativo de los últimos años, porque «aunque no hayamos conseguido el producto final que estábamos buscando para el uso de millones de personas, se han abierto nuevas vías de investigación que deberían animar a todos los expertos a seguir trabajando».

La proteína gp120

El tratamiento en cuestión está basado en la proteína gp120, la misma que está en la superficie del virus del sida y que le permite adherirse a las células del sistema inmunitario. Sin embargo, la vacuna está diseñada para proteger sólo contra dos cepas de virus, más frecuentes en América del Norte y Europa. Éste era precisamente uno de sus puntos débiles y algunas voces ya habían advertido que fracasaría, porque el VIH muta rápidamente y existen numerosos subtipos que, a su vez, tienen diferentes cepas.

No existe riesgo de que la vacuna cause la enfermedad por sí misma porque entre sus componentes no hay ningún tipo de material genético del virus. Por el contrario, se empleó una copia sintética de la proteínas del VIH, utilizada para sensibilizar al sistema inmunológico contra el sida de manera que el organismo produzca anticuerpos para combatirlo.

Los científicos no pierden la esperanza de que se pueda fabricar una vacuna contra el sida algún día. El presidente de la Iniciativa Internacional para la Vacuna del Sida, el doctor Seth Berkley, confía en que este anuncio no retrase demasiado las investigaciones que se están llevando a cabo actualmente, basadas en diferentes estrategias.