En un importante cambio de posición, Estados Unidos anunció que respaldará la Convención Marco sobre Control del Tabaco, que será aprobada en la Asamblea Anual de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que se inició ayer en Ginebra, Suiza. Sin embargo, persisten las dudas acerca de si EE.UU. ratificará efectivamente el acuerdo.

El texto, que se terminó de redactar en marzo tras cuatro años de negociaciones, incluye la prohibición total o fuertes restricciones a la publicidad y al merchandising del tabaco, nuevas normas de rotulado, y represión al contrabando y al consumo en lugares prohibidos. Otras medidas previstas consisten en la subida de impuestos y en advertencias sobre los daños que provoca el tabaco a la salud, impresas sobre casi la mitad de la superficie de los paquetes de cigarrillos.

Con este pacto se busca reducir la mortalidad por enfermedades vinculadas con el tabaquismo, que la OMS calcula en 4,9 millones de personas durante 2002. Sin una intervención coordinada a nivel internacional, el organismo estima que en el año 2020 provocará 10 millones de víctimas. Según la presidenta de la OMS, Gro Harlem Brundtland, este tratado será «un paso de gigante, que nos alejará de lo que habría podido ser el asesino número uno de nuestros nietos: el tabaco».

Estados Unidos tenía intención de boicotear oficialmente la firma del acuerdo, por razones ligadas a la libertad de expresión, garantizada por su Constitución. Si bien es uno de los países donde se reprime con mayor severidad el consumo de tabaco, la publicidad de cigarrillos está autorizada en el cine y en las revistas.

Hasta el domingo pasado, Estados Unidos pretendía que el texto incluyera un procedimiento llamado tomar reservas, que permitiera a los países el rechazar determinadas cláusulas. Muchas delegaciones pensaron que la administración de George W. Bush estaba saboteando el tratado para defender los intereses de las multinacionales que, como Philip Morris, financian al Partido Republicano.

Además, Bush ya se había negado a participar en otros acuerdos internacionales, como el Protocolo de Kyoto sobre el efecto invernadero, y la creación del Tribunal Penal Internacional de la ONU.

Estados Unidos pidió apoyo a los demás 192 países miembros de la OMS para reabrir las negociaciones, pero casi ningún otro Estado estuvo dispuesto a modificar el texto de la convención antitabaco. Por el contrario, los quince países de la Unión Europea ya anunciaron que lo firmarán.

Finalmente el domingo, el secretario de Salud estadounidense, Tommy Thompson, comunicó el cambio de posición: «Para gran sorpresa de muchos en el mundo, apoyaré el tratado». De todos modos, sembró dudas acerca de la ratificación por parte de su país. «El Presidente apoya en forma decidida el tratado, pero no decidió si hará falta la firma presidencial o la confirmación del Senado» para el vía libre definitivo, señaló Thompson.

Otro de los principales temas de preocupación de la asamblea de la OMS es el síndrome respiratorio agudo grave (SARS, por su sigla en inglés). La rapidez con que esta nueva forma de neumonía se expandió por 31 países —donde ya causó más de 600 muertes sobre más de 7.800 casos—, demostró «la urgente necesidad de reforzar los actuales mecanismos de respuesta ante amenazas globales de este tipo», afirmó ayer el ministro de Salud de Grecia, Kostas Stefanis.

Existe consenso en modificar el Reglamento Sanitario Internacional, para precisar en qué casos los países estarán obligados a informar a las autoridades internacionales acerca de enfermedades contagiosas que ocurran en su territorio. Además Stefanis, en tanto presidente de turno del Consejo de Sanidad de la Unión Europea, anunció ayer que antes de 2005 se creará la Agencia Europea de Control de Enfermedades.