El grupo de investigación Plantas Medicinales de la Universidad de Sevilla (US), liderado por la catedrática de Farmacología Dolores García, ha descubierto que el aceite procedente de la semilla de cáñamo posee componentes potencialmente beneficiosos para el organismo.

El último número del Journal of Agricultural and Food Chemistry publica el estudio de estos expertos, que describe la composición química de este aceite y subraya la presencia en su contenido de ácidos grasos poliinsaturados, así como la de otros componentes menores, potencialmente bioactivos, y una total ausencia de cannabinoides y, por lo tanto, de efectos estupefacientes.

«Nuestro siguiente paso será mostrar los resultados del efecto de una dieta suplementada con aceite de cáñamo en un modelo experimental de fibromialgia en ratones, en el que se observa como esta dieta disminuye la sensibilidad al dolor, mejora el componente inflamatorio y revierte otros síntomas asociados a este síndrome», informa la profesora del departamento de Farmacología de la Universidad de Sevilla, María Ángeles Fernández Arche.

Este aceite contiene ácidos grasos poliinsaturados de la serie omega-3 (poco frecuente en semillas oleaginosas y abundante en el aceite de pescado) y omega-6. Según Fernández Arche, «nos sorprendimos al ver que su contenido en ácidos grasos omega-3 y omega-6 respondía a la ratio 1/4», considerada óptima para la salud.

Más beneficioso que el suministro exclusivo de omega-3

De hecho, prosigue la autora de la investigación, «está demostrado que es más beneficioso el aporte en la dieta de estos dos ácidos grasos que el suministro exclusivo de omega-3. Por otra parte, este aceite contiene otra serie de componentes menores potencialmente bioactivos como son alguno compuestos fenólicos, esteroles y alcoholes grasos, entre otros».

Este grupo de expertos ha estudiado también el efecto beneficioso de otros productos naturales como el rizoma de jengibre, que da óptimos resultados en el modelo de estrés anteriormente citado; el aceite esencial de jengibre, que presenta propiedades antioxidantes y antibacterianas; el aceite de copaiba, una oleorresina amazónica muy utilizada en Perú como antiinflamatorio y cicatrizante, así como las propiedades de los componentes minoritarios del aceite de oliva; el aceite de orujo de oliva y esteroles y alcoholes grasos, aislados del aceite de onagra.

«A cada lote de ratones les administramos una dieta enriquecida con diferentes aceites y después de siete semanas los sometemos a un modelo de estrés, midiendo una serie de parámetros relacionados con la sensibilidad al dolor, la depresión, la ansiedad y la inflamación, para observar si los síntomas inducidos han mejorado o no gracias a la dieta», explica Fernández Arche.

J. Agric. Food Chem., 2014, 62 (5), pp 1105-1110; doi: 10.1021/jf404278q