Según nuevas investigaciones, consumir una cantidad excesiva de alcohol afecta de forma clara tanto a la eficacia del tratamiento como a la evolución de la infección por el virus del sida. El problema es mucho más frecuente de lo que parece y suele pasar desapercibido. Los médicos deberían explorar de forma rutinaria este aspecto en todos sus pacientes.

La revista «Alcoholism: Clinical and Experimental Research» publica en su ultimo número una serie de investigaciones centradas en el impacto del consumo de alcohol en personas con infección VIH que están recibiendo tratamiento. La mayoría están realizadas en pacientes «veteranos», es decir, pertenecientes a una red de asistencia sanitaria pública que se ocupa de los retirados de las fuerzas armadas.

Las conclusiones son claras: el consumo de alcohol es un problema considerable en estos pacientes. Tanto la carga viral (la cantidad de virus en la sangre) como los problemas derivados del VIH son mayores en sujetos que beben. Incluso la expectativa de vida parece ser menor que en aquellos que no ingieren bebidas alcohólicas.

Un problema muy frecuente

Un trabajo sobre 881 veteranos con infección VIH identificó nada menos que un 36% con problemas serios de alcohol o con alcoholismo claro. La investigación demostró que este grupo de pacientes sufría problemas más serios relacionados con el VIH y padecían con mayor frecuencia otros trastornos severos asociados como la hepatitis C.

Además, en algunos casos, se producen graves interacciones entre los medicamentos contra el VIH y las bebidas alcohólicas, algo que puede llegar a ser peligroso. Finalmente, y no es un problema menor, los sujetos que beben cometen más fallos en su tratamiento: olvidos de dosis, repeticiones innecesarias, ausencias de las consultas con el médico…, algo que favorece la aparición de resistencias y la progresión más rápida de la enfermedad.

Mediante una simulación por ordenador, los científicos han llegado a calcular que la repercusión de estos errores en el tratamiento puede llegar a costarle al paciente más de un año de vida respecto a los individuos que no toman alcohol.

A pesar de que todas las investigaciones demuestran que el consumo excesivo de alcohol es un grave problema en el manejo de la infección VIH, los autores afirman que los médicos muchas veces pasan por alto este aspecto a la hora de manejar a estos pacientes. Esto suele ocurrir cuando los signos de alarma no son claros, sobre todo en aquellos sujetos en los que el aspecto general es bueno y no existen datos de enfermedad del hígado en los análisis de sangre.

A la vista de estos resultados, la recomendación está clara: todos los sujetos con VIH que pasen por la consulta deben ser interrogados rutinariamente sobre su relación con las bebidas alcohólicas y, de identificarse un problema en este aspecto, actuar en consecuencia. Para los pacientes, ¡qué decir!, un año de vida es una muy buena razón para replantearse un consumo moderado.