“Ayuda a los mayores/ un día ellos fueron exactamente como tú/ bebiendo, fumando pitillos y esnifando pegamento/ No te limites a meterlos en un asilo/ no pueden divertirse mucho allí/ ellos solos”. Hay que rebuscar en el cancionero pop de Jarvis Cocker (Pulp) para encontrar una de las pocas referencias directas que unen –si acaso lejanamente- a las drogas y las personas mayores. Y sin embargo, estadísticas recientes parecen indicar lo que la calle y las clínicas sabían hace tiempo: esos “viejos” -gente de más de cuarenta, cincuenta o sesenta- se drogan también y, por tanto, desarrollan igual que los jóvenes problemas de adicción que es necesario tratar. Igual que el sexo “tardío”, las drogas en la senectud son un tabú social, con la única diferencia de que el sexo parece últimamente mejor visto y su reivindicación pública comienza a ser comprendida y asumida. En torno a las drogas, en cambio, aunque son bastante más habituales a cualquier edad, todo es silencio.

Un estudio dirigido por Robert Stewart, profesor del Institute of Psychiatry de Londres, y publicado en la revista Age and Ageing, advierte de que el uso de drogas ilegales entre los mayores de 50 había crecido significativamente desde mediados de los noventa, “con la llegada a la edad adulta tardía y la senectud de la generación hippie”. Este consumo, relacionado con aspectos lúdicos, y que normalmente acompaña salidas nocturnas y situaciones festivas diversas, está creciendo, como también lo hace el consumo de cannabis con propósitos relajantes y terapéuticos. Pero predomina ese matiz festivo, ese «pasarlo bien» a través de la ayuda de sustancias ilegales como la cocaína, el LSD, el extásis, las anfetaminas o el popper.Varios estudios de la UE confirman que la edad cada vez mayor de los consumidores y los recortes presupuestarios por la crisis ponen en serias dificultades la “lucha contra las drogas” a nivel europeo. Indican estos datos estadísticos que el consumo ya no es cosa exclusiva de jóvenes y que el número de consumidores de drogas mayores de 40 años en Europa se duplicará en el año2020 respecto a 2001.

Las drogas como estilo de vida

“No creo que tenga nada que ver con los hippies”, dice Arturo, de 54 años, dueño de un bar y consumidor habitual de alcohol, cannabis y cocaína. “Yo nací en el 58, tenía veinte cuando lo del punk en Inglaterra. , pero las drogas son indudablemente una parte de la ecuación vital de la mayor parte de la gente de esa generación”. Para él, son parte de un estilo de vida: “Son aficiones que desarrollas e integras. Me gusta fumar canutos igual que me gusta ir en bici. No le doy demasiada importancia a una cosa ni a la otra: tampoco me fumo cuarenta al día ni me hago ciento ochenta kilómetros”. “Por otro lado”, afirma, “creo que la gente debería drogarse a su edad y saber de que va esto. No es lo mismo el viejo que lleva consumiendo mucho tiempo que el adulto que jamás lo ha probado y cae de pronto por tontería. Estoy harto de ver gente que entra tardíamente y tiene unas caídas en barrena escalofriantes, sobre todo con la coca”

Curiosamente, pese a que sea inglés el periódico que hacía saltar la liebre, es en países como España y Portugal donde más se acusa el proceso de “envejecimiento”; países donde respectivamente el 24 y 28 por ciento de los drogadictos en tratamiento son mayores de 40.

El alcoholismo, el mayor problema

José María Vazquez Roel, psiquiatra, es uno de los mayores expertos españoles en el campo de las adicciones y dirige la clínica Capistrano en Palma de Mallorca. “La pirámide de población crece por arriba y las patologías de la tercera edad van en aumento”, confirma. Él aboga por “una comprensión de la adicción como una enfermedad, que tiene un comienzo, un desarrollo y un final, y que se asemeja en concreto a una enfermedad infecciosa, que como los virus, puede presentar múltiples manifestaciones”. Sin embargo, apunta, “aunque hay muchos tipos de drogas, en España lo endémico es el alcohol. No es raro que en este campo aparezca gente mayor, el ama de casa viuda o separada de entre 40 o 50 años que empieza a beber sola en casa, el jubilado de 65 sin nada que hacer que empieza a bajar al bar a diario. Eso aumenta el problema social y asistencial”. En cuanto a lo apropiado de tratar a gente en edades avanzadas, Vázquez Roel no lo duda: “Hay que tratar a esas personas, lo contrario es un clarísimo error. En su clínica se ha tratado a personas de más de 70 años e incluso de 80, y, advierte el experto, “lo que uno aprende de ellos, de los pacientes, es que la calidad de vida si se curan es mucho más alta. No se trata de cuantos años vas a vivir, sino de cómo los vas a vivir”.

Para él, el tratamiento es como una rotonda: se puede entrar en él de maneras diversas, pero la salida “siempre es la misma” y tiene unos componentes específicos básicos que son idénticos para cualquiera. “ Los datos que facilita sobre alcoholismo en población adulta española (entre el ocho y el diez por ciento), son escalofriantes, en todo caso. Y más si, como afirma, un porcentaje de esas personas, un tercio, quizá, “se está muriendo” por falta de diagnóstico y tratamiento.

Drogas duras en la farmacia

No todas las drogas, claro, son ilegales. Miguel tiene 52 años, y es ex heroinómano -aunque él sigue considerándose consumidor-; el caso es que ha conseguido reducir su consumo al mínimo y desde hace unos diez años se permite apenas una “fiesta” cada dos o tres meses. “Ya no se encuentra material bueno”, se queja, “así que a veces casi es mejor el rollo de farmacia”.

Y es que, como denuncia Vázquez Roel, “es habitual que en las farmacias vayas a pedir benzodiazepinas, como el Valium, y te miren de manera extraña, como si fuese un barbitúrico, y mientras tanto hay analgésicos opiáceos que se están dando sin receta alguna, que son mucho más potentes y que provocan la necesidad de un proceso de desintoxicación similar al de la heroína. El Tramadol, por ejemplo”. No es el primer adicto al que tiene que tratar cuyo enganche se ha creado a la luz del día, tranquilamente, en la farmacia del pueblo.

Por último, es difícil calcular el efecto que puede tener sobre el sistema asistencial la nueva población de “abuelos” con problemas de adicción, pero en opinión de Vázquez Roel, la sanidad pública no está preparada y sus expertos carecen del tiempo necesario que requiere este tipo de asistencia. “La demanda de salud es infinita. Los recursos no”, apunta. Para él, la sanidad pública se ha convertido en “un monstruo de muy difícil gestión por el que nos estamos desangrando todos”, y es necesario eque en el futuro, desde la sociedad, surjan “iniciativas y programas eficientes, porque la situación actual del tratamiento de las adicciones es un verdadero desastre”. Como ejemplo, cuenta que al buscar clínicas de desintoxicación en internet, algunas de las primeras que aparecen “son las de Narconon, de la cienciología, que son directamente sectas y debieran estar prohibidas”.

Mientras, dice, las adicciones de los más jóvenes, van por otro sitio; los videojuegos. Y el porno en internet, los sitios de contactos y el poker online no les van a la zaga entre la población adulta. Mientras, Arturo se fuma tranquilamente, armándose de la paciencia necesaria para abrir, un “dos papeles” en su bar. Como cualquier otra noche.